BRASIL: Fragmentación amplía daños del Niño en bosques amazónicos

La Amazonia enfrenta en Brasil la amenaza inmediata de incendios aun más graves que los ocurridos en los últimos meses, ante el debilitamento de sus bosques por el fenómeno del Niño y por un factor de destrucción menos visible, la fragmentación forestal.

Los incendios que azotaron entre enero y marzo el estado de Roraima, en el norte de Brasil, sirvieron de alerta para la posibilidad de una catástrofe de peores dimensiones a partir de junio en el sur y este de la mayor reserva forestal del mundo.

Las "quemadas" (uso del fuego para "limpiar" tierras para la siembra) son tradicionales en la frontera agrícola brasileña que avanza sobre los bosques amazónicos en los estados de Pará, Maranhao, Mato Groso, Rondonia y Acre, formando el llamado "arco de la deforestación".

Ocurren todos los años principalmente entre junio y septiembre, el período más seco del año.

Pero los prognósticos para 1998 son alarmantes porque El Niño se prolongó un año y fue más intenso. La humedad en la región se redujo, con menos lluvias y crecimiento de más vegetación seca, combustible para que las "quemadas" se conviertan en incendios incontrolables, tal como sucedió en Roraima.

La advertencia partió de variadas fuentes, desde agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial al Instituto de Pesquisas y Análisis del Amazonia (IPAM), una organización no gubernamental brasileña que opera en la región.

El gobierno brasileño reconoció el riesgo y decidió actuar contra el desastre anunciado, luego recibir duras críticas por omisión en Roraima.

Trece millones de dólares se destinaron a la capacitación de cien brigadas comunitarias de combate a los incendios, sistemas de previsión y supervisión, mayor vigilancia y campañas de educación ambiental.

En Roraima el fuego se extendió 3,3 millones de hectáreas, la mayor parte sabanas, pastizales y areas agrícolas, estimaron expertos del Instituto Nacional de Investigaciones del Amazonia (INPA). Casi un tercio, 925.470 hectáreas, eran bosques.

El área amenazada en el sur y este amazónicos es mucho más extensa. Comprende cinco estados, más sometidos a la presión demográfica, de las madereras y de la agricultura en expansión.

Además de las pérdidas más visibles en su frontera, los bosques amazónicos sufren un ataque insidioso que también afecta su corazón. La fragmentación provocada por las carreteras, la extracción de madera y las pequeñas áreas deforestadas tienen un impacto más amplio del que se percibe desde afuera.

El Proyecto Dinámica Biológica de Fragmentos Forestales, desarrollado por un convenio entre el INPA y el Instituto Smithsoniano, de Estados Unidos, investiga hace 18 años la pérdida de biomasa forestal a causa de alteraciones de origen humano en el centro del Amazonia.

Uno de los resultados del proyecto es la constatación del "efecto orilla", que revela la penetración, bosque adentro, de los efectos de una deforestación, por pequeña que sea, por cambios en la disponibilidad de luz, de vientos y de humedad.

La fragmentación agrava probablemente los efectos de sequías, como la provocada por El Niño desde el año pasado, ya que aun en períodos normales los bosques fragmentados sufren mayor mortalidad de árboles, dijo William Laurance, biólogo estadounidense que coordina algunas investigaciones del proyecto.

La fragmentación es el factor "más alarmante" de riesgo para los bosques, porque se expande por toda Amazonia, advirtió Laurance.

El experto teme que la pavimentación pretendida por el gobierno de la carretera que une Manaos con Porto Velho, 900 kilómetros al sur, reproduzca la deforestación y los incendios ocurridos en Roraima y al norte de Manaos.

Manaos, capital del estado de Amazonas, en el centro de la región, se vio cubierta de humo el año pasado por primera vez, tal como las áreas de frontera agrícola al sur y este del Amazonia.

El origen es la carretera que une Manaos y la frontera con Venezuela, pasando por Roraima. El gobierno subsidió proyectos agropecuarios, promoviendo deforestación a lo largo de los cien primeros kilómetros de la vía, y, en consecuencia, las "quemadas".

Aprovechando esa situación el Proyecto de Fragmentos Forestales trata de medir el impacto del fenómeno del Niño en áreas de bosques continuos y fragmentados, com mediciones en febrero de 1997 y un año después, en 22 áreas cerca de 80 kilómetros al norte de Manaos.

Los datos preliminares indican que la sequía aumentó mucho la mortalidad de los árboles, que normalmente es de 1,5 por ciento al año, informó Patricia Delamónica, bióloga basileña que coordina el trabajo de campo.

Una comparación visual, aún sin los datos estadísticos, apunta una mayor mortalidad en las areas fragmentadas.

El estudio, que concluirá en algunos meses, comprueba en qué medida es destructiva para el Amazonia la combinación de sequías, que parecen hacerse más frecuentes, con la fragmentación de los bosques. (FIN/IPS/mo/mj/en/98

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