Estados Unidos, bajo la presión de organizaciones ecologistas, impulsará la aprobación de normas ambientales y laborales en la II Cumbre de las Américas, a pesar de que los gobiernos de América Latina las consideran un obstáculo al libre comercio.
Los gobernantes de los países del hemisferio, con la excepción de Cuba, se reunirán en Santiago del 18 al 19 de este mes para discutir la formación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La importancia de conservar el ambiente ya se planteó en la primera cumbre de Miami, en 1994.
Esta vez, funcionarios de comercio de Washington, expresaron el temor de que los derechos de los inversores pueden opacar la protección del ambiente e indicaron que presionarán con vigor para que se adopten "acuerdos secundarios" sobre el ambiente y los derechos de los trabajadores.
"Las cuestiones ambientales y laborales son muy, muy importantes porque, en definitiva, la mayor amenaza a la integración hemisférica no es la dificultad de las negociaciones, sino la pérdida de confianza del público en el libre comercio", declaró la Representante de Comercio de Estados Unidos, Charlene Barshefsky.
Barshefsky creó un comité especial para que las organizaciones no gubernamentales (ONG) expresen sus inquietudes sobre las negociaciones del ALCA.
Pero los gobernantes de otros países advierten que los acuerdos secundarios serán un obstáculo para el libre comercio. El sector comercial de América Latina cree que los asuntos laborales y ambientales no tienen cabida en los pactos de comercio y sólo debilitarán las normas que lo rigen.
Los gobiernos latinoamericanos temen que este tipo de normas obstaculicen el crecimiento del comercio y contradigan el "espíritu" del ALCA.
El debate se reduce básicamente a "todos contra uno", declaró a la prensa el viceministro de Comercio de Costa Rica, Carlos Murillo, en una reunión preliminar del ALCA. "Considero poco probable que Estados Unidos pueda mantener su posición".
Pero, la intensificación del intercambio comercial y la inversión que generan los pactos de comercio como el ALCA, sin la protección necesaria de los recursos ecológicos y naturales, aumentará el daño al ambiente, sostienen las ONG.
"Los nuevos derechos económicos que los acuerdos comerciales otorgan a las corporaciones más grandes no se reflejan en responsabilidades similares hacia los trabajadores o el ambiente", aseguró Dan Seligman, analista comercial de la organización Sierra Club, de Washington.
Organizaciones ambientalistas del hemisferio destacan ejemplos del predominio de los intereses comerciales sobre el ambiente que resultaron del Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte, que sirvió de modelo para el ALCA.
"Las leyes contra la contaminación son criticadas por ser 'barreras al comercio'. La industrialización en la frontera de Estados Unidos y México agravó la contaminación, a pesar de las promesas de limpieza", subrayó Seligman.
Con el TLC, las empresas pueden litigar para recibir indemnización si las leyes ambientales limitan sus intereses.
Los ecologistas recurren al ejemplo de un litigio que comenzó en abril cuando el Parlamento de Canadá prohibió la importación y el transporte nacional de un agregado de la gasolina producido por la estadounidense Ethyl Corporation.
El agregado, según Ottawa, es una peligrosa toxina que puede ser nociva para la salud si es liberada al aire. Ethyl entabló un recurso judicial el año pasado, según las normas del TLC, ya que, afirmó, la prohibición canadiense violó el tratado.
La corporación pretende una indemnización de más de 250 millones de dólares para cubrir las pérdidas generadas por la prohibición.
El ALCA podría incluir este tipo de indemnización financiera para los inversores en el caso de leyes ambientales que causen pérdida económica a las compañías, advierten grupos ecologistas.
La legislación que protege a los bosques también resultará debilitada con el ALCA, como ocurre desde que el TLC entró en vigor hace casi cuatro años, aseguran grupos defensores de los bosques.
Las empresas madereras estadounidenses, aprovechando las normas del TLC, advirtieron que trasladarán sus actividades a México, donde las leyes ambientales no son tan estrictas, salvo que se flexibilicen las normas en Estados Unidos.
Por ejemplo, la maderera estadounidense Boise Cascade anunció que trasladará parte de sus actividades a México a menos que se permita un mayor talado de los bosques nacionales, indicó Jim Jontz, director del grupo Campaña Occidental por los Bosques Antiguos, de Washington.
En respuesta se aprobaron normas antiecológicas como la que suspendió las leyes ambientales durante 18 meses en determinadas tierras para facilitar la tala. "El TLC demostró con claridad que los acuerdos de comercio sin protección fomentan la inversión y el comercio destructivo de los bosques", dijo Jontz.
Jontz añade que madereras estadounidenses y de otros países ya están presionando a los bosques de Chile, la sede de la Cumbre de las Américas.
"Esta destrucción nos recuerda que no se puede permitir la evolución de los acuerdos de libre comercio sin normas expresas que protejan los bosques para las generaciones futuras", manifestó Jontz, cuyo grupo unió sus fuerzas a la organización Defensores del Bosque Chileno, de Chile.
"El ALCA promoverá un mercado hemisférico con un apetito creciente por productos derivados de la madera, sin protección para los bosques", sostuvo.
Ambos grupos patrocinan un encuentro ambiental en Santiago, previo a la Cumbre.
En lugar de los acuerdos paralelos, estas organizaciones preferirían que el ambiente se convierta en parte sustancial de los acuerdos comerciales.
"El TLC, a pesar de los acuerdos paralelos, no protegió al ambiente. El ambiente no es un asunto secundario, debe ser parte central de los pactos de comercio", exhortó Seligman. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq-lp/ip-en/98