URUGUAY: Suicidio, fenómeno extendido del que no se habla

Uruguay se encuentra entre los países con mayor índice de suicidios en el mundo, pero por consideraciones de "salud pública" el tema permanece en el silencio.

Las cifras oficiales al respecto difieren según las fuentes, pero de todas maneras esta pequeña nación sudamericana de 3,1 millones de habitantes está ubicada entre las primeras 10 por la tasa de autoeliminaciones.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, habría en el país una tasa de 12,6 suicidios cada 100.000 habitantes.

Para el Ministerio de Salud Pública, en cambio, el índice sería de 26 cada 100.000, lo que colocaría a Uruguay en el cuarto lugar entre los países en desarrollado, detrás de Suriname, El Salvador y Puerto Rico, y en el séptimo en todo el mundo, al ser precedido también por Francia, Hungría y Suecia.

Según datos divulgados en un congreso organizado por la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría en 1996, se quitarían la vida unos 780 uruguayos al año, es decir más de dos por día, el doble de los que mueren por causa de accidentes.

A su vez, los suicidas que consuman su tentativa son tres veces más numerosos que quienes mueren víctimas de homicidios. A su vez muchos casos de muerte reportados como accidentes son en realidad suicidios que no dicen su nombre.

Justamente una de las causas de que tanto difieran los datos al respecto según a las fuentes consideradas es el silencio y el pudor de las familias, así como de los médicos y autoridades policiales, a la hora de referirise a hechos de esta naturaleza.

En declaraciones al semanario Brecha de Montevideo, que el día 6 publicó un informe especial sobre el tema, el médico forense Guido Berro cita el caso de dos madres que al aludir a la muerte de sus respectivos hijos le señalaron que "habían fallecido accidentalmente" jugando a la ruleta rusa.

"Lo dijeron como si ese juego no tuviera ninguna relación con el suicidio", comentó Berro.

Por otra parte, hay en Uruguay, como en otros países, una expresa prohibición de que la prensa, al mencionar las circunstancias de la muerte de un individuo, informe que se autoeliminó. La disposición parte de la base de que informar al respecto puede generar "conductas de imitación en la sociedad".

Numerosos especialistas discrepan con esa prohibición y sostienen que es mejor debatir sobre los temas que mantenerlos en el secreto, aunque el ocultamiento persiga "fines loables".

Sin embargo, incluso responsables de Ultimo Recurso, una asociación que asiste a quienes manifiestan tendencias suicidas, advirtieron a una periodista de Brecha sobre la necesidad de una "gran prudencia" para manejar el tema. "La aparición en la prensa de suicidios mueve a la imitación", señalaron.

Uruguay presenta cifras similares a las del resto del mundo en cuanto a incidencia del suicidio en hombres y mujeres, al haber por cada mujer que intenta eliminarse tres varones.

También está dentro de la media en lo que respecta a las formas más utilizadas para llevar a cabo el acto: las armas y los psicofármacos -éstos sobre todo entre las mujeres- en el medio urbano y el ahorcamiento en el campo.

No obstante, tiene sobre todo una especificidad que a ojos de especialistas hace más grave el problema: la alta incidencia de autoeliminaciones entre los menores de 30 años, que en 1995 representaron casi la cuarta parte del total de suicidas, contra un sexto en 1986, según datos del Ministerio de Salud Pública.

Entre los adolescentes de 15 a 19 años -20 suicidios en 1995, contra nueve en 1986, siempre según el Ministerio de Salud Pública- , la tasa de autoeliminaciones es más alta en Uruguay que en Estados Unidos.

Para la residente en psiquiatría Rossana Lucero el fenómeno del alza de los suicidios en Uruguay se explica ante todo por razones sociales, entre otros motivos por el aumento de la pobreza y del desempleo.

En este país, "las poblaciones sujetas a desempleo cíclico (en sectorres como la producción de automóviles, la construcción, la vestimenta, la recreación) muestran una mortalidad global aumentada", dijo Lucero a la revista Tres.

No obstante, el psiquiatra Luis Marcos Rojas, encargado de los servicios de salud mental de la ciudad de Nueva York, escribió en un artículo publicado en el diario argentino Página 12 que el suicidio es difícilmente reductible a una causalidad sociológica.

"Nadie sabe por qué el índice de suicidios es 20 veces más alto en Hungría que en México, en Copenhague el triple que en Nueva York y en España se ha duplicado en las últimas décadas. Tampoco por qué en Estados Unidos se matan más los blancos que los negros y los ricos que los blancos", señaló.

"En el fondo la incógnita es por qué bajo las mismas condiciones sociales unos se quitan la vida y otros no. Es un amplio terreno de conjeturas donde no entran las estadísticas", agregaba.

Hace ya muchos años, el escritor y pensador francés Albert Camus establecía que el suicidio es "el único problema filosófico serio: si la vida vale o no la pena de ser vivida", y que ello es esencialmente una decisión personal en la que lo social puede llegar a ser subalterno. (FIN/IPS/dg/ag/he-pr/98

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