México conmemoró hoy seis décadas de la estatización de su industria petrolera en medio de un oscuro panorama.
La caída del precio del barril de crudo al nivel de hace 20 años, la contracción económica derivada de la dependencia fiscal respecto del producto y las críticas a la admistración de la empresa Pemex marcaron la fecha.
En los actos de celebración, que este año costaron alrededor de 300.000 dólares, las autoridades señalaron que la estatización petrolera fue un triunfo de la soberanía y que no se dará marcha atrás en esa decisión.
El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas expropió los bienes de empresas inglesas y estadounidenses con el argumento que chantajeaban al gobierno y manejaban a su antojo el producto estratégico.
El presidente Ernesto Zedillo destacó este miércoles la importancia del petróleo como recurso del Estado y exhortó a los trabajadores de Pemex a incrementar su competitividad internacional.
Según una encuesta publicada por el diario Reforma, 81 por ciento de población opina que Pemex es "manejada corruptamente por el gobierno", pero 76 por ciento cree que el petróleo debe continuar como "propiedad exclusiva" del Estado.
Para las cámaras empresariales y algunos analista locales y extranjeros, mantener al petróleo en manos del gobierno al amparo del arguemnto de la soberanía es uno de los mitos que se irá derrumbando con el paso de los años.
Líderes en materia de privatizaciones en América Latina, los últimos gobiernos mexicanos no se atrevieron a tocar lo fundamental de la industria petrolera, aunque entregaron a manos privadas el almacenamiento, el transporte y la distrinución de gas natural.
Desde que asumió el cargo, en diciembre de 1994, Zedillo se planteó como objetivo concesionar al sector privado las plantas petroquímicas de Pemex. Sin embargo, la fuerte oposición de los políticos y de los sindicatos detuvo esos planes.
Es necesario despojarse de dogmas para aprovechar y administrar mejor el recurso petrolero, cuyas reservas se estiman para 40 años, apuntan los organismos empresariales.
Aunque el petróleo representa 10 por ciento de las exportaciones totales de México, cuando en los años 70 y 80 constituían 90 por ciento, 40 por ciento de los ingresos del fisco proceden de las ventas de ese producto, que se exporta en su mayoría a Estados Unidos.
Para enfrentar la caída del precio del barril de crudo a un promedio de menos de 10 dólares, a causa de la excesiva oferta del producto en los mercados internacionales, el gobierno optó por recortar su presupuesto de 1998, lo que afectó algunos gastos sociales.
Si el descenso de los precios continúa, no se dudará en aplicar nuevos ajustes para mantener la estabilidad fiscal y la confiaza de los inversionistas, advirtieron las autoridades económicas.
Funcionarios de Pemex, empresa que extrae a diaria tres millones de barriles de crudo y obtiene cada año alrededor de 20.000 millones de dólares, demandaron al gobierno en varias ocasiones un trato fiscal más justo y mayor autonomía empresarial.
Sin embargo, la situación no cambia. Alrededor de 90 por ciento de las utilidades de Pemex, una de las 10 firmas más grandes del mundo en su tipo, van directo a las arcas de la Secretaría (ministerio) de Hacienda.
La empresa procura hoy préstamos internacionales por 700 millones de dólares para financiar proyectos de exportación y producción, que se vieron perjudicados por la baja en los precios del crudo.
A Pemex se le piden resultados como empresa, aun cuando su tratamiento fiscal ha sido "muy cruel", reconoció en octubre del año pasado el entonces secretario (ministro) de Energía, Jesús Reyes Heroles.
En 1997 el rendimiento neto de la empresa disminuyó 54 por ciento respecto de 1996, a pesar de que sus ventas totales crecieron 16 por ciento.
Ronald George, vicepresidente del Instituto Canadiense de Investigacion Energética, opina que la transferencia de la empresa petrolera mexicana a capitales extranjeros es inevitable a largo plazo, pues necesitará mayores inversiones para mantener su nivel de competitividad. (FIN/IPS/dc/mj/if en/98