La súbita muerte del recién escogido presidente del nuevo órgano electoral en Venezuela añade un elemento de incertidumbre sobre los comicios de diciembre, cuya realización resulta la más compleja de los 40 años de democracia.
Justo Pastor Fernández, un vicealmirante retirado de 62 años, murió la noche del domingo de un ataque al corazón, 48 horas después de ser designado como el primer presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), el nuevo órgano con el que se busca limitar el control de los partidos sobre los comicios locales.
Su selección como presidente del CNE respondió a un pacto político, pese a haber sido el miembro menos votado en una accidentada sesión bicameral del Congreso el jueves 19.
Pero ahora todos resienten la pérdida de la figura con más conocida capacidad organizativa y mayor apoyo de los grandes partidos de los seleccionados para estrenar la nueva autoridad electoral, además de la facilidad de trabajar con sus antiguos colegas militares, los grandes custodios de las urnas.
En su entierro este martes, en plenas vacaciones de carnaval, el presidente Rafael Caldera hizo equilibrio para resaltar las bondades de la breve gestión del igualmente breve organismo y tranquilizar a la opinión pública por la muerte de Fernández.
La primera vicepresidenta y presidenta en funciones del CNE, la politóloga Miriam Kornblith, indicó que este miércoles el CNE decidirá al sustituto de Fernández, para que no haya ninguna idea de "vacio".
La nueva ley del sufragio surgida en diciembre, realizada entre encontradas presiones, intereses y dilaciones, terminó por contener muchos vacíos sobre el CNE y grupos minoritarios rechazaron la nominación de Fernández por no haber sido por sorteo.
Kornblith dijo que serán sus miembros los que por consenso determinen la forma de selección de quien ocupará la presidencia del CNE, después de la desestabilización provocada por la muerte de Fernández, tras las largas semanas que llevó alcanzar el acuerdo político para la composición del órgano electoral.
El gobierno y los mayores partidos maniobraron para establecer un CNE donde la mezcla de supuestas figuras independientes, parte de ellas académicas, se articulase en torno al antiguo comandante de la Marina, no totalmente confiable para nadie, pero fiable para todos y con fama de honesto y gran organizador.
Venezuela tiene ante sí la elección del presidente o presidenta desde el 2 de febrero de 1999 y el Congreso que le acompañará por cinco años. Por primera vez en la historia el mismo día se escogerán los gobernadores, los alcaldes y las demás autoridades regionales y municipales, con mandato trienal.
Estos comicios tienen poco de ritual, al debatirse si será el fin o el seguimiento del largo período de transición política que soporta el país hacia el entierro de la "partidocracia" nacida en 1958, que poco a poco engendró un sistema que la mayoría denosta por su corrupción y anacronismo.
El panorama de opciones electorales es confuso, ya que las cuatro principales fuerzas parlamentarias no han anunciado aún sus candidatos, lo que represa además las postulaciones en las gobernaciones y las alcaldías.
Las encuestas otorgan en forma unánime la mayor opción de triunfo a la alcaldesa de Chacao, Irene Saéz, una popular Miss Universo, pero con una tendencia a la baja que se traduce en un acercamiento al ex comandante Hugo Chávez, líder de la primera de los dos fracasadas asonadas militares de 1992.
Saéz y Chávez expresan al dirigente antipartido, e incluso antipolítico, en el que un descreido elector aparece más tentado a depositar su confianza, independientemente de si lo encarnan en realidad, según indican las encuestas.
Pero en el caso de Chávez se trata de un voto "antisistema" y su crecimiento en los sondeos alarma a sectores políticos y de la cúpula militar. Una encuesta indicó que empresarios locales y extranjeros consideran probable, y temen, una presidencia de la alcaldesa, con el ex golpista dominando el Congreso.
Las simpatías del electorado que piensa votar en diciembre -en paulatino crecimiento después que en enero sólo 30 por ciento se mostrara dispuesto a hacerlo- se dirigen en tercer y cuarto lugar a Claudio Fermín y Henrique Salas.
Fermín, quien fue el primer alcalde mestizo de Caracas, abandonó el partido mayoritario del país, Acción Democrática, del que fue su candidato presidencial en 1993, para erigirse también en representante del cambio demandado por la población y dejó a esa fuerza sin la figura más popular de su anquilosada dirección.
Salas, un empresario ligado al segundo partido nacional, el socialcristiano Copei, y exitoso gobernador por seis años del industrial estado de Carabobo, también reforzó su imagen de independiente a apolítica para ganarse al electorado. (FIN/IPS/eg/ag/ip/98