La industria mundial de agroquímicos se ha puesto los guantes para enfrentar a la agricultura orgánica, un contrincante que con lentitud pero en forma sostenida le quita clientes.
Oscuras historias sobre productos causantes de esterilidad, cáncer, malformaciones y contaminación figuran entre los mejores argumentos a favor de la agricultura orgánica, impulsada por poderosos grupos ambientalistas.
Hoy, la industria agroquímica dice que ese pasado ha quedado atrás, impulsa un manejo integrado de las plagas y se bautiza en las aguas de la sustentabilidad.
"Los productos que se utilizan ahora son diferentes a los de dos décadas atrás. Antes de que sean aprobados hay un período de pruebas de 10 años. Debemos demostrar que son seguros para las especies que no son el objetivo", dijo Nancy Rachman, especialista en registro de productos de la companía Cyanamid.
Grupos ambientalistas y representantes de la industria agroquímica se reunieron esta semana en Costa Rica en un congreso internacional sobre el uso de pesticidas y sus efectos en la salud y el ambiente.
Rachman dijo a IPS que los productos actuales son muy específicos, no como los de los años 70, y que, por otra parte, la forma de utilizarlos es distinta.
A diferencia de lo que se recomendaba hace 20 años, las companías agrícolas no aplican hoy pesticidas según un calendario sino de acuerdo con los índices de infestación, trabajando con las mismas técnicas de control que practica la agricultura orgásnica.
Alex Kroneberg, representante para América Central de la companía FMC, aseguró que los productos que están hoy en el mercado ya no se acumulan en el ambiente.
"Más de 90 por ciento de los productos disponibles ahora tienen una vida media muy corta, de horas, días o semanas. Se transforman en sustancias que con el tiempo se degradan y se convierten en dióxido de carbono", dijo.
Rachman dijo que el gran cambio en la industria agroquímica es que ahora procura entender la biología y la fisiología de la planta, de la plaga, de la maleza o del hongo para saber con exactitud cuál es la vulnerabilidad del enemigo.
"Por eso los productos son hoy muy específicos y solo actúan sobre determinadas sustancias de la planta o plaga que se quiere atacar. No pueden dañar otros organismos", afirmó la experta.
Al mismo tiempo que contribuye en el desarrollo de una producción agrícola sustentable, la industria de los plaguicidas enfrenta el gran reto de crear productos efectivos y baratos, agregó.
El costo es uno de los principales argumentos que esta industria esgrime contra la agricultura orgánica.
David McLaughlin, director de Asuntos Ambientales de la transnacional Chiquita Brands, aseguró que producir banano orgánico tendría un alto impacto socioeconómico y ambiental, porque las haciendas deberían volver al cultivo extensivo.
Costa Rica, por ejemplo, tiene sembradas 50.000 hectáreas de banano que producen 27 por ciento del total de exportaciones del país.
"Para producir esa cantidad de banano en forma orgánica se necesitaría sembrar 2,5 veces más el área actual y derribar 70 por ciento del área protegida del pais", afirmó Freddy Fernández, coordinador regional de la Asociación Latinoamericana para la Protección de Cultivos.
En el bando opuesto, estos argumentos tienen poco peso. Quienes defienden el modelo orgánico señalan, por ejemplo, que los químicos no son tan efectivos como parecen y, por otro lado, que la tecnología también acompaña a la agricultura libre de pesticidas.
A pesar de los tres millones de toneladas de plaguicidas que se aplican cada año en el planeta, las plagas destruyen más de 40 por ciento del potencial de producción mundial, afirmó David Pimentel, científico de la Universidad de Cornell.
"Las plagas pueden destruir un máximo de entre 50 y 60 por ciento de los cultivos si no se utilizaran pesticidas", afirmó Pimentel. Esto significa que los productos químicos contribuyen apenas con entre 10 y 20 por ciento de las cosechas que se logran.
Bernward Geier, director de la Federación Internacional de Movimientos por la Agricultura Orgánica (IFOAM), afirmó que el problema de los pesticidas no empieza con los residuos en los alimentos, el agua o la tierra, sino con la producción misma, que es riesgosa.
Geier recordó varias catástrofes químicas, entre ellas la de Bophal, en India, en 1984, cuando se produjo un escape de 43 toneladas de metilisocianato y otros gases de la planta de la empresa Union Carbide y 520.000 personas resultaron expuestas. Varios miles murieron durante las primeras semanas.
Para el director de IFOAM, todos estos elementos son los que determinan el crecimiento acelerado del modelo orgánico.
El mercado para productos orgánicos, solo en Estados Unidos, asciende a unos 3.000 millones de dólares anuales y se espera que se duplique en los próximos dos o tres años, según el experto.
Geier mencionó estimaciones según las cuales el sector orgánico es el de más rápido crecimiento dentro del mercado de alimentos, entre 20 y 50 por ciento anual según los países.
Muchos creen que la agricultura orgánica nunca será capaz de alimentar a la creciente población mundial. Pero 800 millones de personas padecen o mueren de hambre a pesar de la llamada "revolución verde" y el uso intensivo de agroquímicos que la caracterizó en los últimos 40 años, recordó Geier. (FIN/IPS/mso/mj/en/98