MEXICO: Campesino y burro, un inédito ejemplo de la lucha social

Pedro Jasso, un campesino mexicano de 86 años, y su burro "Chaparro" son serios candidatos a obtener la medalla al mérito ciudadano. Ambos llegaron a la capital hace seis meses, luego de caminar 400 kilómetros, con el objetivo de demanar el arreglo de un conflicto de tierras.

"Son un ejemplo relevante de la lucha social pacífica", señalaron este martes en una carta 20 organizaciones sociales que decidieron postular a Jasso y su burro como aspirantes a recibir la medalla, que a mediados de año entregará el Congreso de la capital.

Instalados en una pequeña tienda de campaña frente al palacio de gobierno, el campesino orginario del estado central de San Luis Potosí y el burro que acaba de cumplir 12 años se mantienen en la ciudad desde el 11 de julio gracias al apoyo que les brindan particulares y diversos grupos sociales.

"Ya aguanté bastante, sólo me iré si el señor presidente (Ernesto Zedillo) habla conmigo y soluciona el problema", señaló Jasso a IPS.

Portando un cartel donde se lee "quiero hablar con Zedillo. Soy comunero y defiendo mis tierras", el campesino denuncia que el gobierno "parece sordo, no me oye aunque estoy cerca de su casa".

En más de una ocasión, funcionarios pidieron a Jasso regresar a sus tierras, pues sus demandas no pueden ser atendidas en la capital, mientras la policía intentó llevarse al burro argumentando que daña la imagen de la ciudad, ensucia y debe estar en un establo.

En un castellano difícil, Jasso explica que vino de San Luis Potosí para demandar que los "Juanes Perreros" (traficantes de tierras, según explica) dejen de comprar y vender las tierras de su comunidad, donde decenas de familias viven del cultivo del maíz y algunos tubérculos.

"Ya presenté la denuncae allá hace tiempo, pero nadie nos hizo caso, por eso vine a ver al presidente", expresa, mientras levanta la vista tras su sombrero de ala ancha y jala con una cuerda al burro, que permanece immpávido al paso de la gente.

Jasso cuenta que caminó 28 días junto a su "Chaparro" por carreteras y autopistas antes de llegar a la capital. "Vinimos despacio, en algunos lugares la gente nos ayudó, en otros dormí sobre la tierra, no estuvo tan mal".

Su hijo, Margarito, quien lo acompaña desde hace cinco meses en la protesta, explica que su papá salió de casa apenas con 100 pesos (12,3 dólares) y sin avisar a ningún familiar. "Todos nos asustamos, pero ya sabemos que papá es así", expresa.

La familia Jasso, cuyos recursos se limitan a unas cuantas gallinas, el burro y un par de vacas, viven desde hace varias generaciones en tierras comunales, que por ley no pueden ser vendidas sin un acuerdo previo de todos sus dueños.

Con el paso de los años y presionados por la crisis y los traficantes de tierras varios comuneros vendieron sus propiedades.

Jasso teme que pronto lo desplacen junto a su familia y sus animales, entre ellos el burro.

Una organización defensora de equinos de la capital intentó varias veces durante las últimas semanas que Jasso entregue a su burro para llevarlo a un lugar más apropiado. Sin embargo, las personas que apoyan la suigéneris protesta, lo impidieron.

El luchador enmascarado "Superanimal", quien dice defender a los animales y las causas sociales justas, visitó a Jasso el año pasado y prometió evitar que lo separen del burro. "Si es necesario me fajo (peleo) con cualquiera", advirtió.

Si detienen al burro "simplemente lo consideraremos un preso político y exigiremos su libertad", señala un carta que entregaron Jasso y algunos de sus familiares y amigos a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

El campesino, cuya edad no parece reflejarse en su cuerpo y rostro, instala la tienda de campaña cada mañana frente al palacio de gobierno y la levanta al anochecer.

En las noches duerme en un edificio del sindicato de educadores, ubicado en el centro de la capital, no muy lejos del palacio.

"Ahí el burro recibe alimentación, incluso han ido veterinarios a revisarlo, mientras mi papá descansa y a veces le van a ver los médicos", explica Margarito.

A sus 86 años, Jasso cuenta que por primera vez le pusieron una inyección en la capital. "Creo que fue el frío, por eso me dolían los oídos".

"Siempre he sido sano, vivir en el campo es lo mejor para no enfermarse", afirma.

Mientras Jasso espera que Zedillo por fin lo reciba, la tienda de campaña donde permanece con su burro se adorna cada día con un nuevo cartel alusivo a sus demandas. "Ojalá hoy sí me hagan caso", dice. (FIN/IPS/dc/dg/pr-ip/98)

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