El Fondo Monetario Internacional (FMI) y Estados Unidos intentarán organizar un paquete internacional de 43.000 millones de dólares para salvar del colapso a la economía de Indonesia, siempre que el gobierno cumpla con las reformas acordadas.
El director gerente del FMI, Michel Camdessus, y el primer vicedirector gerente, Stanley Fischer, se reunirán la semana próxima en Jakarta con funcionarios de gobierno.
Mientras, un equipo del FMI partía de Washington en la noche de este viernes hacia la capital de Indonesia para "evaluar los últimos desarrollos económicos y negociar la aceleración de las necesarias reformas ya acordadas".
La administración del presidente Bill Clinton también anunció que el subsecretario del Tesoro, Lawrence Summers, encabezará una delegación estadounidense que visitará Jakarta este fin de semana.
Clinton, en una conversación telefónica de 20 minutos con el presidente indonesio Alí Suharto, "dejó claro que se deben respetar los programas del FMI", dijo a la prensa un funcionario de gobierno.
La llamada, realizada desde el avión presidencial Air Force One, tuvo por finalidad hacer saber a Suharto que Washington está dispuesto a respaldar a Jakarta sólo si ésta impulsa la reestructuración de la economía, agregó el funcionario. La Casa Blanca no informó sobre la respuesta de Suharto.
La frenética actividad diplomática hace temer que Indonesia, con sus 200 millones de habitantes (es el cuarto país más poblado del mundo), esté al borde del caos.
La moneda indonesia, la rupia, y el mercado de valores sufrieron el jueves su mayor pérdida en un día y arrastraron a las bolsas de la región, amenazando con hacer quebrar cientos más de empresas nacionales.
La rupia se devaluó 26 por ciento con respecto al dólar y la bolsa de valores cayó 12 puntos porcentuales. Las pérdidas causaron una corrida de indonesios de clase media por alimentos y artículos esenciales, y el ejército, que se declaró listo para sofocar disturbios, debió llamar a la calma.
La recesión financiera repercutió en los mercados de Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia.
El desempleo afectó a dos millones de indonesios en los últimos meses, lo cual aumentó la temperatura política e intensificó la violencia étnica y religiosa. Indonesia es el mayor país musulmán del mundo, un hecho que incomoda a muchos en Occidente.
Para complicar aun más la situación, existe incertidumbre sobre el futuro político de Suharto, de 76 años, quien ocupa el poder sin interrupciones desde 1966 y pretende un quinto mandato, aunque ha perdido confianza aun entre sus partidarios tradicionales, según informes locales.
Suharto hizo temer esta semana una suspensión del crédito de emergencia del FMI al presentar un proyecto de presupuesto para el próximo año fiscal que incumple objetivos acordados en octubre con la institución financiera.
Si el FMI se retracta, Jakarta se verá presionada a declarar una moratoria en el reembolso de decenas de miles de millones de dólares en deuda externa, temen analistas.
Están en juego unos 3.500 millones de dólares prestados por seis importantes bancos estadounidenses, entre otros créditos. Muchas empresas indonesias ya están en mora porque la devaluación de la rupia les hace difícil reunir las suficientes divisas.
Suharto propuso aumentar el gasto gubernamental en 32 por ciento, en parte para solventar los planes de modernización del ejército. También propuso incrementar los subsidios del combustible, los fertilizantes y alimentos básicos como el arroz.
Los subsidios son considerados esenciales para las clases pobres, pero el FMI los considera como una sangría para el presupuesto.
Hasta el momento, el FMI desembolsó 3.000 millones de dólares en préstamos de emergencia a Indonesia, y debería desembolsar otros 3.000 millones a mediados de marzo.
Sin embargo, trascendió que las autoridades de la institución multilateral se molestaron por las últimas propuestas presupuestales y por la respuesta que Suharto dio a la crisis desde que se acordó el rescate, el pasado 31 de octubre.
El gobierno permitió que grandes proyectos de infraestructura continuaran contra la voluntad del FMI, y los monopolios agrícolas continúan existiendo pese a promesas de que serían desmantelados.
Los propios hijos de Suharto, cinco de los cuales encabezan poderosísimas corporaciones, se encuentran entre los principales beneficiarios de los proyectos, acusaron analistas locales.
Tales ejemplos de nepotismo, junto a las últimos planes presupuestales, fortalecieron en Washington la impresión de que el gobierno de Suharto "es esencialmente incapaz de emprender reformas", señaló Daniel Lev, experto en ciencia política de la Universidad de Washington. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/ml/if-ip/98