El papa Juan Pablo II se pronunció hoy en Cuba contra los extremos ideológicos y políticos, desde el socialismo hasta el neoliberalismo, y propuso al mundo una justicia nueva basada en la fe.
"Esta es la hora de emprender los nuevos caminos que exigen los tiempos de renovación que vivimos, al acercarse el tercer milenio de la era cristiana", exclamó el Papa este domingo, en la última de las cuatro misas públicas que ofició en Cuba.
"Un estado moderno no puede hacer del ateísmo o de la religión uno de sus ordenamientos políticos", advirtió el pontífice ante casi un millón de personas reunidas en la Plaza de la Revolución 'José Martí", en La Habana, y frente al presidente Fidel Castro.
La liberación de todo el género humano "no se reduce a los aspectos sociales y políticos, sino que encuentra su plenitud en el ejercicios de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos", advirtió Juan Pablo II.
"Para muchos de los sistemas políticos y económicos hoy vigentes, el mayor desafío sigue siendo conjugar libertad y justicia social, libertad y solidaridad, sin que ninguna (de esas metas) sea relegada a un plano inferior", fue uno de sus mensajes a Cuba.
También señaló que el "neoliberalismo capitalista" subordina la persona y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado, "gravando desde los centros de poder a los países menos favorecidos con cargas insoportables".
"Se imponen a las naciones, como condiciones para recibir nueva ayuda, programas económicos insostenibles" y se comprueba "el enriquecimiento exagerado de unos pocos a costa del empobrecimiento creciente de muchos", denunció.
Frente a estos sistemas, la Iglesia Católica "propone al mundo una justicia nueva, la justicia del Reino de Dios" que, según Juan Pablo II, es el sistema de "la cultura del amor y de la vida", que exige recorrer antes "un camino de reconciliación, de diálogo y de acogida fraterna".
El Papa exhortó a los cubanos y al mundo a "dejarse iluminar por Jesucristo, a aceptar sin reservas el esplendor de su verdad" para que todos emprendan el camino de la unidad, "evitando la exclusión, el aislamiento y el enfrentamiento".
La homolía, presenciada por alrededor de un millón de personas, fue recibida con aplausos, gritos de "Viva Crito" y "Viva Cuba libre" y consignas como "Juan Pablo II, te quiere todo el mundo", y "Juan Pablo, amigo, el pueblo está contigo".
"Yo no soy contrario al aplauso, porque cuando aplauden el Papa recuerda", dijo Juan Pablo II, y aseguró que para que se produzcan "los necesarios cambios en las estructuras de la sociedad" es imprescindible que cada persona abra su corazón a Cristo.
Sobre la libertad, opinó que "si no se funda en la verdad, condiciona de tal forma al hombre que algunas veces lo hace objeto y no sujeto de su entorno social, cultural, económico y político, dejándolo casi sin ninguna iniciativa para su desarrollo personal".
Como parte de una propuesta alternativa a los sistemas imperantes en el mundo, el Papa presentó la Doctrina Social de la Iglesia, que intenta "conciliar las relaciones entre los derechos inalienables de cada hombre y las exigencias sociales".
"La doctrina de José Martí sobre el amor entre todos los hombres tiene raíces hondamente evangélicas, superando así el falso conflicto entre la fe en Dios y el amor y servicio a la patria", opinó Juan Pablo II sobre el héroe nacional de Cuba.
En este país, donde durante décadas se identificó el sentimiento religioso con posiciones antipatrióticas y se divulgó una imagen de Martí totalmente ajena al catolicismo, el Papa recordó la sentencia del que fue llamado "apostol de Cuba": "Todo pueblo necesita ser religioso".
"Cuba tiene un alma cristiana y eso la ha llevado a tener un alma universal", afirmó Juan Pablo II.
"Llamada a vencer el aislamiento, ha de abrirse al mundo y el mundo debe acercarse a Cuba, a su pueblo, a sus hijos, que son sin duda su mayor riqueza", agregó. (FIN/IPS/da/ff/cr ip/98