El mensaje a favor de los pobres del presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, en su actual gira por Asia oriental no logrará aliviar la tensión social creada por las medidas de austeridad impuestas a la región, según críticos.
El Banco se cuidó de escoger palabras que puedan caer bien a los opositores de las prescripciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) en vísperas de la partida de Wolfensohn hacia Tailandia, el miércoles.
La institución multilateral de crédito exhortó a formar "redes de seguridad" para los pobres y señaló la necesidad de mantener un nivel racional de gasto público para mantener la actividad económica.
Sin embargo, interpretar esta actitud como una oposición tajante al estilo de reestructuración económica del FMI en la crisis financiera de Asia sería erróneo, advirtieron analistas.
"Quizá Wolfensohn esté comenzando a reconocer los errores del pasado y por ello haya cambiado su discurso", especuló Leonor Briones, profesora de la Universidad de Filipinas y directora de Social Watch/Asia, una red de organizaciones no gubernamentales que se reunieron en Manila esta semana.
"Pero sin importar lo que diga el Banco, el FMI siempre tendrá la última palabra porque fue él el que reunió los paquetes de rescate, ya que se trata de medidas de estabilización", declaró Briones el jueves.
En el fondo, el Banco Mundial y el FMI continúan teniendo el mismo objetivo, que es la rápida liberalización de las economías. "Eso no ha cambiado", observó Briones.
Roberto Bissio, director ejecutivo de Social Watch, admitió que el Banco se ha vuelto más consciente de la importancia del desarrollo social y el capital humano en los últimos años.
No obstante, el nuevo discurso del Banco sobre la protección a los pobres y los programas para los nuevos desempleados de Asia se debe más a un deseo de aliviar la insatisfacción pública que a una reelaboración de sus ideas, opinó Bissio.
"Se trata más de una diferencia de matiz que de una oposición fundamental al Fondo, porque la función del Banco continúa siendo la de consolidar reformas a corto plazo iniciadas por el FMI", explicó.
El Banco trabaja actualmente en programas de lucha contra el desempleo en Tailandia y Corea. La institución "intenta aliviar la tensión política más urgente que podría volver inviable la aplicación de su modelo económico", afirmó Bissio.
En otras palabras, el Banco "puede proporcionar chalecos salvavidas, pero no puede sacar a la gente del agua", dijo.
En medio de las crecientes críticas a la receta prescripta por el FMI a las economías de Asia oriental, el Banco declaró que "la protección de los pobres en este período incierto es de máxima prioridad y será vital para el mantenimiento a largo plazo del apoyo popular a las reformas económicas".
Desde que la crisis financiera comenzó en julio y se propagó por todo el este de Asia, el FMI reunió más de 100.000 millones de dólares en ayuda financiera para Corea del Sur, Indonesia y Tailandia. La mayor parte de los fondos se destinarán al pago de intereses de la deuda externa.
El Banco Mundial aportó 16.000 millones de dólares para los préstamos de emergencia del Fondo, pero no aclaró cuánto dinero apartó para programas de alivio al daño social causado por la crisis.
El FMI juega el papel principal en los paquetes de rescate destinados a estabilizar la situación financiera a corto plazo, mientras el Banco se encarga de brindar asesoramiento sobre política económica a largo plazo.
Mientras Wolfensohn inicia su gira de 11 días por Tailandia, Singapur, Malasia, Indonesia, Filipinas y Corea del Sur, los gobiernos asiáticos están ansiosos por ver si los consejos del Banco serán diferentes de los del FMI.
En su declaración del miércoles, el Banco advirtió que la crisis bien podría revertir la reducción de la pobreza que Asia oriental logró con décadas de trabajo.
"La actual crisis amenaza agravar estos problemas y revertir los logros", explicó el Banco, y agregó que "el gasto público es la única forma de garantizar una protección social adecuada". (FIN/IPS/tra-en/js/ral/ml/dv-if/98