/AMBIENTE/ TAILANDIA: Hat Pakhon, un paraíso de desarrollo sustentable

Las reglas que rigen la vida en Hat Pakhon, este poblado de 500 habitantes en el norte de Tailandia, son simples. Se prohíbe la pesca destructiva, la tala irresponsable de árboles y la caza de pájaros.

Al igual que en muchos pueblos rurales, los residentes en Hat Pakhon luchan una batalla constante contra la falta de ingresos y de empleos. Pero, al contrario que en muchos otros poblados pobres e incluso ciudades ricas de Tailandia, optaron por evitar atajos hacia el progreso.

Así, descartaron la idea de que la pobreza conduce de forma inevitable a las comunidades a abusar del entorno y agotar los recursos naturales sin pensar en lo que sucederá mañana.

Ubicado a las orillas del río Nan, en la provincia del mismo nombre, Hat Pakhon depende de la agricultura, en especial del cultivo de naranjas y mangos. Pero también depende de las fuerzas del clima y de las del mercado.

Por eso, cuando no es suficiente con la agricultura, los jóvenes del poblado deben buscar trabajo afuera.

Hay otros modos de hacer dinero fácil sin salir del pueblo, como explotar sus recursos pesqueros y sus bosques, pero lo evitan. No siempre fue así.

La pesca en el río solía ser la principal fuente de ingresos de Hat Pakhon hasta que decidieron convertir la ribera en una zona de veda pesquera. Como consecuencia, quienes querían comer pescado debían comprarlo en el mercado o en otros poblados, o ir a pescar a otra parte.

"La idea de convertir la ribera en un área de conservación pesquera derivó del hecho de que la cantidad de pescado decreció después de años de fuerte explotación", dijo el alcalde, Sawien Songsikwa.

"Se solía pescar en cualquier lugar del río sin inconvenientes, pero la gente comenzó a usar explosivos, choques eléctricos y tóxicos en 1977", recordó Sawien.

El daño que eso ocasionó al ecosistema del río impulsó a su antecesor a prohibir el uso de explosivos y redes y permitir grandes pescas solo en ocasiones especiales como año nuevo o cuando el pueblo recibe invitados, explicó.

Eso no solucionó el problema de la sobreexplotación, pues algunos comenzaron a usar equipos de pesca más eficientes y modernos. En 1993, el comité local prohibió por completo la pesca en el río Nan. Los pobladores deben pagar una multa de entre 100 y 200 dólares o soportar la cárcel si violan la norma.

"Tomó un tiempo que todos lo comprendieran. Un pequeño grupo de gente se opuso, pero eran pocos. Después de uno o dos años y algunas multas, todos se familiarizaron con la prohibición", dijo Chaw Jumpa, integrante del comité ambiental del poblado.

Hoy, la ribera de Hat Pakhon es el lugar que los lugareños muestran con orgullo a los visitantes que nunca faltan, tanto procedentes de otras localidades de Nan como de Bangkok, la capital. El ejemplo fue imitado por 52 poblados de la provincia.

Los turistas se maravillan por la cantidad de peces grandes y pequeños que nadan en el río, algunos de los cuales fueron donados por el departamento de pesca de Nan y por organizaciones dedicadas al desarrollo rural. Los pobladores venden comida para peces a los visitantes, que la arrojan al río.

Sawien explicó que los peces volvieron al río poco después de que se puso coto a la pesca. "Los pobladores aún pescan en otras áreas del río, pero nos complacemos de que los peces pueden criarse de forma natural en alguna parte, de modo que la riqueza natural no se destruirá tan rápido", dijo.

Los pobladores también acordaron no talar árboles en el bosque comunitario de 50 años, que cubre un área de 32 hectáreas alrededor de Hat Pakhon. "La tala solo se permite si se requiere leña para determinadas ceremonias o con destino a proyectos de desarrollo", indicó Sawien.

Además, en cada esquina de Hat Pakhon hay tres recipientes para arrojar residuos, para seleccionar los que serán reciclados y de qué modo.

El grupo ambiental del poblado comenzó a implementar un proyecto sobre conservación de aves. Los adolescentes, parte fundamental en este plan, organizan campamentos de observación de aves para los niños, que han dejado así de usar hondas para cazar pájaros. Expertos de Bangkok suelen visitar el lugar.

"Cosas como éstas no podrían suceder sin un sentimiento de pertenencia. Los pobladores sienten que todo lo que hay aquí pertenece a todos, por lo que cooperan por completo con todos los proyectos", dijo Sawien. (FIN/IPS/tra-en/pd/js/mj/en dv/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe