El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, está decidido a forjar una alianza con Turquía a pesar de sus reservas sobre la situación de los derechos humanos en ese país y el poder de las fuerzas armadas turcas sobre el gobierno.
Washington también demuestra su preocupación por las pretensiones de Turquía con respecto a Chipre y las consecuencias de la represión de Ankara contra la oposición islámica.
Pero la administración de Clinton considera insustituible la posición estratégica de Ankara como centro geográfico de los intereses de Estados Unidos en Medio Oriente, el Golfo y Asia central.
"Tenemos mucho que ofrecer. Por ejemplo, como diría un agente inmobiliario estadounidense, 'tenemos ubicación, ubicación, ubicación"', comentó el primer ministro turco Mesut Yilmaz este mes en una reunión en Washington.
"Turquía resulta de enorme importancia si observamos su tamaño, lo que puede bloquear y a lo que le puede abrir sus puertas", observó unos días antes el propio Clinton.
En su visita oficial, Yilmaz se reunió con Clinton y sus asesores de política exterior.
Tras su partida, el Departamento de Estado anunció que las compañías estadounidenses podrán presentarse a la licitación para vender nuevos helicópteros de ataque a Turquía por valor de hasta 5.000 millones de dólares.
Así mismo, se informó que la secretaria de Estado, Madeleine Albright, viajará a Ankara el próximo verano (boreal).
El año pasado, Ankara canceló la compra de 10 helicópteros Cobra impedida durante meses por el Congreso debido a su preocupación sobre el uso de las aeronaves por el ejército turco en sus operaciones de contrainsurgencia en el sudeste de Turquía y el norte de Iraq.
El Congreso también temía el posible uso de los helicópteros contra Grecia, dada la intensificación de la tensión con Turquía.
Durante su visita, Yilmaz pretendió asegurarse de que este tipo de demoras no afectarán futuras ventas de armas.
El acercamiento entre Washington y Ankara tuvo lugar tras la decisión de la Unión Europea (UE) de aplazar la decisión sobre el ingreso de Turquía al bloque europeo, solicitado hace 34 años ya.
La medida enfureció a Yilmaz, sobre todo porque coincidió con la decisión de la UE de preparar el ingreso de once países más, entre ellos casi toda Europa oriental y los estados del mar Báltico.
Durante su visita a Estados Unidos, Yilmaz aún demostraba resentimiento por la ofensa de Bruselas, a la que acusó de querer formar un "club cristiano" y advirtió de las "consecuencias catastróficas" si persiste su rechazo a Turquía, cuya población de 64 millones es 99 por ciento musulmana.
"Nuestra relación con la UE fue de un amor no correspondido", declaró Yilmaz a la Cámara de Comercio Estadounidense.
"No obtuvimos nada pero le otorgamos un tremendo superávit comercial", añadió Yilmaz, quien suspendió el diálogo político entre Turquía y la UE.
Mientras Clinton deploró la decisión de la UE, su administración rápidamente se aprovechó de la situación. En un acontecimiento de alto perfil presenciado por el vicepresidente Al Gore, Yilmaz firmó un contrato de 2.200 millones de dólares con Boeing para adquirir hasta 49 aviones comerciales.
En otros encuentros, funcionarios de gobierno hablaron con el líder turco en representación de diversas compañías estadounidenses con intereses en Turquía.
"Yilmaz está haciendo un desastre al intentar explotar la ventaja estratégica de Turquía enfrentando a Estados Unidos contra Europa, y Washington, erróneamente, le sigue la corriente", señaló el diario Journal of Commerce.
El diario arguyó que Washington debería cooperar con Europa para presionar a Turquía con respecto a los derechos humanos y Chipre y reducir la influencia del ejército sobre el gobierno.
Pero la administración y otros partidarios de Ankara en Washington, creen que Turquía es demasiado importante para muchos intereses estadounidenses. Los mismos consideran, por ejemplo, que la base aérea de Estados Unidos en Incirlik, Turquía oriental, es vital para la vigilancia de Washington sobre Iraq.
La base también es "una ubicación excelente para proyectar el poder tanto hacia el Golfo como la cuenca del mar Caspio", opinó Zalmay Jalilzad, ex jerarca del Pentágono (ministerio de Defensa) durante el gobierno del presidente George Bush.
"Gran parte de los recursos de energía del mundo se hallan a 1.600 kilómetros o menos de Incirlik", escribió. Jalilzad está a favor de una "alianza revitalizada" con Turquía y criticó a Clinton por no tomar medidas con mayor rapidez.
Turquía también es considerada como la llave para la estrategia de contención que Washington ejerce contra Irán.
La administración impulsó agresivamente un plan para construir un sistema de ductos de petróleo y gas que se extiende desde Kazajstán y Turkmenistán pasando por el mar Caspio, Azerbaiján y Georgia hasta Turquía y finalmente termina en su puerto mediterráneo de Ceyhan.
Aunque su construcción es cara, dicha ruta dejaría de lado a Irán, la forma más barata y conveniente de trasladar petróleo y gas del mar Caspio para su comercialización, y convertiría a Turquía en una potencia importante en el mercado mundial de energía.
"En una región donde el petróleo y el gas de la cuenca del mar Caspio tiene un valor estimado de al menos cuatro billones de dólares, Turquía no sólo cuenta con el territorio óptimo para los ductos que llevarán el hidrocarburo al mercado sino que también es aliada de Occidente", señaló el diario Wall Street Journal, gran partidario de Ankara.
Estas consideraciones tienen peso propio pero llaman la atención en mayor grado actualmente debido a la incipiente alianza militar de Turquía con Israel.
Este mes, el ministro de Defensa israelí Yitzhak Mordechai realizó su primera visita oficial a Ankara, culminando así ocho años de acercamientos fomentados por Washington.
Por un acuerdo firmado el año pasado, los pilotos israelíes pueden utilizar el espacio aéreo del enorme territorio turco en misiones de entrenamiento mientras Israel modernizará aviones de guerra de Ankara como parte de un contrato de 630 millones de dólares.
Los dos países también intercambian información de inteligencia en forma periódica sobre sus amenazas en común, especialmente Siria, Irán e Iraq. El próximo mes, ambos mantendrán maniobras navales conjuntas con Estados Unidos.
En su reunión en Teherán este mes, los líderes de los estados islámicos denunciaron formalmente esta relación, lo que provocó el retiro de la conferencia del presidente turco Suleyman Demirel. Pero la medida cayó bien entre destacados geopolíticos de Washington y el grupo de presión a favor de Israel.
"En nuestra opinión, todo país que responda a la intolerancia cooperando con Israel y Estados Unidos tiene mucho a su favor", escribió el Wall Street Journal.
Los vínculos de los dos países amplificaron la voz de Turquía en Washington debido en gran parte al poder y las relaciones del "grupo de presión israelí" en la capital estadounidense.
El interés del grupo de presión israelí por defender a Turquía ante el Congreso y la administración de Clinton anuló a otros grupos de presión étnicos.
Los intereses de las comunidades griega y armenia hace tiempo que luchan, y con gran éxito, contra el acercamiento entre Estados Unidos y Turquía. Pero esta vez sus fuerzas se vieron superadas. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/aq-lp/ip/97