Mujeres de Timor Oriental fueron encubiertamente esterilizadas bajo un progrmana nacional de planificación familiar de Indonesia como parte de los esfuerzos de Jakarta por "socavar la supervivencia" de los timorenses como grupo, denunció un nuevo estudio.
El programa creó un clima de miedo en Timor Oriental mediante inyecciones obligatorias de un polémico contraceptivo, el Depo- Provera, y la esterilización sin el consentimiento de las mujeres, aseguró Miranda Sissons, académica australiana del Centro de Estudios Internacionales y de Area de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
El gobierno de Indonesia consideró un "fraude político" las acusaciones contra su programa de planificación familiar, llamado Keluarga Berencana (KB).
Ocupado por tropas indonesias en 1975, Timor Oriental es un punto sensible para el gobierno de Jakarta. Desde entonces, un movimiento guerrillero busca el autogobierno. Indonesia considera a Timor Oriental como su provincia 27, aunque no así la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En su estudio, Sissons encontró que varias jóvenes timorenses a las que entrevistó describieron ser inyectadas varias veces con "sustancias desconocidas" en sus últimos años de escuela secundaria, entre 1988 y 1989.
Estas mujeres luego se quejaron de haber dejado de menstruar, y algunas de prolongadas alteraciones de sus ciclos menstruales.
La amenorrea, ausencia de la menstruación, y las alteraciones de los ciclos menstruales afectan a un tercio de las mujeres que usan contraceptivos sólo de progestina, según investigaciones médicas. Es es el caso del Depo-Provera, un anticonceptivo hormonal de largo plazo.
El informe de Sissons, "De un día para el otro: Violaciones de los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres en Timor Oriental" fue publicado por el Centro Timor Oriental de Derechos Humanos en Melbourne, Australia.
Las jóvenes timorenses fueron engañadas por las autoridades, quienes les dijeron que les estaban dando "vacunas" cuando en realidad les inyectaban Depo-Provera, según el documento.
"No se informó a las estudiantes de cuándo serían las inyecciones, a diferencia de las vacunaciones en la escuela primaria, y las puertas fueron cerradas para evitar el escape", escribió Sissons.
"Las inyecciones eran sólo para las chicas, a los varones se les permitió ir a sus casas. Esto fue en décimosegundo grado. Los varones no obtuvieron respuesta cuando preguntaron por qué no tenían que recibir los inyectables", fue el testimonio de una entrevistada que concurrió a la escuela secundaria Becora en Dili.
En ese momento, "ningún indonesio concurrió a clase, solamente los timorenses. Dieron excusas por no haber ido. Utilizaron una única aguja para toda la clase", agregó la joven.
Pero Haryono Suyono, ministro de Demografía de Indonesia, negó la denuncia del estudio de Sissons.
"Es un viejo rumor y un fraude político devastador. Sólo 20 por ciento de los timorenses adultos usan anticonceptivos. Nunca intentamos forzar ningún contraceptivo contra su voluntad", dijo el ministro al "Sydney Morning Herald".
Aún así, Sissons alega que hay una dependencia muy alta de los anticonceptivos inyectables en Timor Oriental, donde la cifra de 62 por ciento de usuarios de la planificación familiar duplica la proporción en la provincia más cercana, Irian Jaya.
"Este patrón sugiere que los usuarios de KB en Timor Oriental tienen una opción altamente restringida de métodos anticonceptivos. Además, plantea preguntas mayores en relación a la posiblidad del uso encubierto de anticonceptivos", explicó.
La académica de Yale acusa al gobierno de Indonesia de usar el programa KB como "instrumento políticamente motivado para socavar deliberadamente la superviviencia de los timorenses como grupo nacional".
Las esterilizaciones encubiertas adoptan dos formas, asevera Sissons. La primera es junto a los nacimientos por cesárea, y la segunda cuando una mujer ingresa al hospital por otro tipo de operaciones, como apendicitis, y luego descubre que es infértil.
Sissons cita un caso en 1989, cuando un médico le dijo a una mujer de Dili que quedó infértil tras una operación de apendicitis, que posiblemente hubiera sido esterilizada bajo la anestesia.
James Dunn, cónsul australiano en Timor Oriental antes que Indonesia invadiera la isla en diciembre de 1975, y ahora reconocido escritor sobre temas de política exterior, realizó un estudio demográfico sobre estadísticas de censos desde la invasión.
En 1994, dijo al parlamento de Nueva Zelanda que "antes de 1875, Timor Oriental tenía una población de 688.000, que crecía a un ritmo de dos por ciento anual. Asumiendo que o creció más rápido, la población actual debe ser 980.000 o más, casi un millón de personas".
Según el reciente censo indonesio, la población timorense es ahora 650.000 personas. Esto significa una cifra menor a hace 18 años. "No creo que haya un caso en la historia posterior a la segunda guerra mundial en que se registre una reducción demográfica como ocurrió en estas circunstancias. Es peor que en Camboya y Etiopía", destacó Dunn.
En un informe el mes pasado al Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Violencia contra la Mujer, el Centro Timor Oriental de Derechos Humanos señaló que Indonesia ratificó la Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Esto, señala el grupo, crea responsabilidad de parte del gobierno para promover y proteger los derechos de las mujeres timorenses. (FIN/IPS/tra-en/aa-si/js/lp/hd-pr/97