El lento retorno de la izquierda al tablero político latinoamericano es constante, pero impulsado más por las debilidades de sus adversarios que por respuestas novedosas propias para los dilemas creados por los cambios que trajo la globalización económica.
Esa parece ser la principal conclusión, no oficial, de una reunión de políticos y intelectuales realizada recientemente en Buenos Aires para intentar redefinir lo que algunos de sus participantes llamaron "paradigma perdido".
La reunión se efectuó días antes que Cuauhtémoc Cárdenas asumiera la alcaldía de la capital mexicana, la más importante ciudad latinoamericana que actualmente está bajo control de la izquierda.
En Argentina, El Salvador y Honduras, partidos y movimientos de oposición al neoliberalismo económico comiezan a abandonar una larga hibernación iniciada en los años 90, cuando la globalización y la apertura irrestricta al capital transnacional pasaron a ser dogma de los gobiernos en América Latina.
Si a eso se agrega la visibilidad pública lograda por partidos y coaliciones de izquierda en Brasil, Uruguay y Panamá, queda claro que el continente está ingresando en un nuevo ciclo político.
Estos movimientos tienen por un lado el atractivo de la novedad, pero por otro aún están marcados por una serie de interrogantes sobre el tipo de modelo propuesto por sus principales protagonistas.
Las encuestas de opinión más recientes que se han realizado en varios países latinoamericanos indican que el giro de los electores hacia las distintas oposiciones está básicamente vinculado al descontento y quejas contra los efectos del mercado libre.
Esa tendencia ha creado condiciones para que tanto los movimientos de izquierda como partidos de centro y hasta de derecha, excluidos del poder, acabaran compartiendo un mismo espacio político, en la oposición.
En la reunión de Buenos Aires, el brasileño Luis Inacio Lula da Silva, con un vasto curriculum de izquierda, tuvo como compañeros de delegación al ex presidente Itamar Franco y al ex ministro de Hacienda, Ciro Gomes, dos políticos de pasado conservador.
Franco y Gomez están asociados al lanzamiento del Plan Real, de corte neoliberal y que ha sido duramente criticado por Lula, del Partido de los Trabajadores.
Pero las alianzas heterodoxas no son el único problema de la izquierda latinoamericana. Según el escritor mexicano Carlos Fuentes "mucho más grave es la dificultad de la izquierda en abandonar los tradicionales esquemas de poder y buscar propuestas que vayan al encuentro de lo que la gente realmente quiere".
Puesto en otros términos, el dilema planteado por Fuentes indicaría no dar tanto énfasis a la discusión sobre globalización y atribuir importancia máxima a cuestiones municipales, economía informal, educación, salud, empleo y seguridad pública, proponiendo soluciones prácticas y no debates abstractos.
Expuesto de esa manera parece fácil, conforme reconoce el también mexicano Jorge Castañeda. El problema es que al participar del juego político institucional la oposición acaba involucrada en una coyuntura que la aleja de las bases electorales y la empuja hacia un debate retórico.
Eso queda muy claro en toda la discusión sobre globalización. Normalmente la izquierda cae en una trampa, porque logra una gran receptividad popular en sus críticas al modelo económico predominante pero no alcanza el mismo impacto cuando trata de proponer modelos teóricos alternativos.
Casi siempre la izquierda acaba siendo caracterizada ante la opinión pública como un sector que está contra todo y que trata de volver al statu quo previo a la ola neoliberal en el continente, lo que en la mayoría de los casos aparece como un retorno a la hiperinflación y al descontrol económico.
Para escapar de esa trampa y salir definitivamente de la hibernación política, la izquierda necesita poner más énfasis en propuestas novedosas, según entiende el brasileño José Luis Fiori, considerado el más consistente crítico del modelo económico del presidente de su país, Fernando Henrique Cardoso.
Para Fiori el énfasis hay que ponerlo en la área social, el principal talón de Aquiles de la globalización. (FIN/IPS/cc/dam/ip/97