Los alimentos de alto tenor graso, ya estigmatizados por la ciencia como causantes de cáncer y enfermedades cardiacas, contienen también una elevada dosis de agentes químicos tóxicos que aumentan el riesgo de tumores malignos.
Estudios realizados en el Norte industrial hallaron en la llamada comida rápida, en la carne, el pescado y los productos lácteos, niveles de dioxinas carcinógenas 200 por ciento superiores al tope de tolerancia señalado por el gobierno de Estados Unidos.
"En los países industriales se puede evitar hasta cierto punto la ingestión de dioxinas consumiendo alimentos bajos en grasas", dijo Arnold Schecter, asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Pero sería necesario evitar en primer lugar la producción de dioxinas. El mundo en desarrollo puede librarse de este problema, si elude la vía de industrialización contaminante que nosotros hemos seguido", declaró Schecter.
Las dioxinas son subproductos tóxicos de la quema de residuos y de la fabricación de compuestos de cloro, como los pesticidas y el papel. Se incorporan al ambiente y se acumulan en la grasa de los animales que las ingieren.
La OMS y la Agencia para la Protección del Ambiente de Estados Unidos concuerdan en que las dioxinas son causa de cáncer.
El periódico británico Chemosphere acaba de publicar dos investigaciones sobre las dioxinas en la dieta humana, realizadas por Schecter en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad del Estado de Nueva York.
Los estudios concluyen que las dioxinas y sustancias similares, como el bifenilo policlorinado (PCB) y los furanos, ingresan en grandes dosis en alimentos de alto contenido graso y en menor grado en los que son bajos en grasas, como frutas y vegetales.
Además de aumentar el riesgo de cáncer, "se ha observado que esas sustancias químicas, aún en mínimas cantidades, afectan el sistema nervioso, el hígado y el desarrollo del ser humano", dijo Schecter.
Grupos de población que en los años 60 y 70 ingirieron en Japón y Taiwan aceite de arroz contaminado con PCB y furanos presentaron una alta mortalidad por cáncer de hígado, el aumento de infecciones al pulmón y afecciones del sistema nervioso.
"Se sabe que todos los habitantes del mundo industrializado contienen dioxinas en la sangre. Y, dado que en 96 por ciento de los casos la vía de contaminación es la dieta, intentamos determinar si algunos alimentos contienen más dioxinas que otros", explicó Schecter.
Desde el helado y el pescado que se compran en el supermercado, hasta los Kentucky Fried Chicken y los "Big Macs", todas las muestras recogidas en Estados Unidos por los investigadores contenían dioxinas por encima del máximo tolerado, de acuerdo con los estudios.
Las dioxinas también fueron halladas en vegetales y frutas, aunque en cantidades muy inferiores.
"El gobierno de Estados Unidos, como las autoridades de otros países, no prestan suficiente atención a los efectos en la salud de las dioxinas y de otros químicos sintéticos que contaminan los alimentos", advirtió Richard Levinson, de la no gubernamental Asociación de Salud Pública de Estados Unidos (APHA)
Levinson manifestó que debería haber en Estados Unidos una sola agencia para la seguridad en la alimentación, con la adecuada autoridad legal y recursos para controlar la contaminación de los alimentos.
El etiquetado de los alimentos debería identificar su nivel de dioxinas, sugirió Michael Jacobson, director ejecutivo del Centro Científico para el Interés Público.
"Tal vez los consumidores esocgerían alimentos de menor tenor graso si supieran la cantidad de dioxinas que contiene cada preparado", comentó Jacobson.
Los embriones humanos y los niños son los más expuestos al impacto de las dioxinas, advirtió Schecter. Los defectos de nacimiento, la incapacidad para aprender y otros problemas del desarrollo han sido asociados a la exposición a las dioxinas.
La razón es que esas sustancias químicas "se mimetizan" con los estrógenos y la progesterona, o "bloquean" la producción de esas hormonas naturales que indican al cuerpo humano cómo debe desarrollarse.
En sólo seis meses alimentándose del pecho de su madre, un bebé ingiere en promedio en Estados Unidos la máxima cantidad de dioxinas admitida por la Agencia para la Protección del Ambiente para toda la vida de una persona, observó Schecter. La leche materna es de alto contenido graso.
Schecter, que participó en estudios sobre dioxinas y PCB en Rusia, China, Camboya, Medio Oriente y Vietnam, además de Estados Unidos, señaló que la presencia en el ambiente de esas sustancias sintéticas no tiene excepción en ninguna zona del mundo.
"Los químicos sintéticos han sido identificados en los pingüinos de la Antártida, en las lluvias que caen en el sudeste de Asia y en la leche de una madre sustituta en Alemania", comentó.
Pese a las sombrías conclusiones de las investigaciones, Schecter cree posible superar el problema.
"Esos químicos sintéticos son nuevos, su presencia sólo se generalizó en la última mitad del siglo. Si tomamos todas las medidas a nuestro alcance para poner fin a la invasión de las dioxinas, podremos revertir la tendencia", aseguró. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/ff/he en/97