Crecer muy rápido, captar caudales de inversión que no son absorbibles por la economía y un dinamismo exportador mal asentado, sintetiza un modelo de desarrollo que mostró sus pies de barro con la crisis en el sudeste asiático, analizó el Sistema Económico Latinoamericano (SELA).
El organismo que aglutina a 27 países latinoamericanos y caribeños, con sede en Venezuela, difundió este viernes una serie de lecciones del llamado "efecto Tailandia" que desde julio zarandea las economías asiáticas y atosiga a otros países emergentes, como Brasil.
Con el título "Rugen los mercados y tiemblan los tigres: enseñanzas para el desarrollo", el SELA concluyó que lo importante es lograr estructuras económicas sólidas y no "un crecimiento acelerado que supere la capacidad productiva y de absorción de la economía".
Para el SELA, la carrera desbocada por lograr altos niveles de aumento del producto interno bruto (PIB), el indicador líder en la medición del desarrollo dentro del modelo multilateralmente impuesto, puede resultar muy díficil de controlar.
Otra lección es que la competitividad de las exportaciones no puede basarse en elementos coyunturales como las tasas de cambio, sino en elementos estructurales como la diversificación, el alto valor agregado y el costo competitivo a nivel internacional.
La inversión interna y externa, apunta además el SELA, debe canalizarse a actividades productivas, que apoyen el desarrollo estructural.
Los flujos de inversión más riesgosos y de efectos más volátiles son los que se concentran en actividades como la inmobiliaria, explica el informe.
Otra lección es que un deterioro bancario es especialmente peligroso cuando el sector pasó a depender de un "boom" como el inmobiliario y se contrajeron deudas externas que hay que pagar con una moneda devaluada.
El SELA asegura que crisis como la estallada con la caída financiera de Tailandia son "turbulencias predecibles" porque se originan en un marco macroeconómico inestable y crean un "efecto dominó" con graves implicaciones generales y características peculiares para el Sur en desarrollo.
Además, tienen rápidas e incontrolables repercusiones para el sistema económico mundial, en especial por la creciente globalización de los mercados financieros internacionales.
El SELA detalló que la crisis originada en Tailandia tiene importantes diferencias con la que se inició en México en 1994, pero las une el ingrediente de los perniciosos efectos de los capitales especulativos en su agudización y lecciones comunes.
La crisis mexicana y el "efecto Tequila" que vapuleó importantes economías latinoamericanas en el bienio 1994-95 fue una "crisis de la recuperación", que representó un coletazo de la crisis de la deuda de los años 80, mientras los países del área hacían importantes ajustes de estabilización.
La crisis estallada en Tailandia es caracterizada como "la crisis del crecimiento" por el SELA, proque afectó a economías que representaban el modelo más exitoso de la década actual, los llamados "tigres asiáticos".
Las economías del sudeste asiático se caracterizaban por un alto crecimiento del PIB, las tasas de inversión más elevadas del mundo, y masas de reservas muy confortables, además de controlar porcentajes determinantes de las corrientes de comercio y capital del planeta.
Pero en ambos casos, hay elementos comunes y recurrentes de los que aumentan la vulnerabilidad ante turbulencias financieras.
Entre ellos, el SELA citó saldos deficitarios en cuenta corriente y evolución desfavorable del saldo comercial, déficit fiscal importante, déficit comercial por la apreciación de la tasa de cambio, pérdida de competitividad del sector exportador, altos niveles de endeudamiento y tasas de crecimiento elevado.
El organismo latinoamericano no se anima a pronunciarse sobre si la crisis de los mercados asiáticos tiene como lección que hay que imponer controles sobre los flujos de capital y sobre el sistema cambiario, pero indica que es un dilema que los países emergentes van a tener que definir más pronto que tarde. (FIN/IPS/eg/dg/if/97