La actitud de Estados Unidos hacia la comunidad de Asia-Pacífico registró un vuelco tras la crisis bursátil iniciada en julio en la región, mientras el presidente Bill Clinton debe ajustar el discurso que presentará en la próxima cumbre de APEC, la semana próxima en Vancouver, Canadá.
Con la caída de los mercados del este de Asia, el miedo reemplaza la ansiedad de Washington hacia el área desde mediados de los años 80.
El año pasado, las economías de los "tigres" de Asia corrían con un crecimiento anual de casi nueve por ciento y atraían inversiones extranjeras sin precedentes, ofreciendo miles de millones de dólares en contratos y oportunidades comerciales.
En ese momento, los políticos de la Casa Blanca subrayaban que Washington era "una potencia del Pacífico" en lo que podría convertirse en "el siglo del Pacífico", y Clinton hablaba de "compartir esfuerzos, beneficios y un destino" con la región.
Con los mercados de valores y monedas del este de Asia en caída libre, los bancos al borde del colapso, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) preparando la mayor y más compleja operación de rescate en su historia, Clinton debe aislar a la economía estadounidense de las aguas turbulentas que amenazan cubrir el "milagro asiático".
Los economistas temen que países como Tailandia, Indonesia, Malasia y Corea del Sur, cuyas monedas y mercados bursátiles perdieron valor, intenten asegurar su retorno a la salud mediante exportaciones masivas orientadas en especial a Estados Unidos, el mayor mercado del mundo.
Permitiendo la caída del valor de sus monedas, estos países dieron a sus exportaciones una fuerte ventaja competitiva.
La actual crisis parece tener al menos algunas de sus raíces en la devaluación de 1995 del yuan chino, que resultó en un resurgimiento de las exportaciones de China a Estados Unidos, y elevó el déficit comercial de sus vecinos del sudeste de Asia.
Las exportaciones asiáticas se vuelven más baratas, pero las exportaciones de Estados Unidos a Asia, de más de 200.000 millones de dólares el año pasado, se hacen más caras y por lo tanto menos costeables.
"El déficit comercial de Estados Unidos (con Asia) podría crecer a 300.000 millones de dólares el año próximo si las exportaciones caen entre 10 y 15 por ciento y las importaciones aumentan entre 20 y 25 por ciento", destacó la revista "Business Week".
Esto no haría bien al sistema mundial de comercio, que históricamente depende del mercado estadounidense para absorber el exceso de productos, según la mayoría de los analistas. El resultado es la deflación, una palabra cuyo uso se expandió junto al torbellino financiero en Asia.
"Ahora, por primera vez en años, hay una sobrecapacidad mundial en las industrias (…) y el excedente de producción empeorará aún más a medida que Asia intenta exportar su camino hacia la salida de la crisis", destacó Business Week.
Por un lado, la economía de Estados Unidos, a pesar de su buen desempeño, podría no ser capaz de absorber el excedente como ha hecho en el pasado. "Los estadounidenses ya compraron gran cantidad de automóviles y reproductores de vídeo", puntualizó Robert Samuelson, economista de la revista "Newsweek".
La decisión la semana pasada de Clinton de retirar, tras la firme oposición de varios demócratas, la solicitud de la autoridad de "vía rápida" para negociar nuevos acuerdos comerciales con América Latina y Asia sugiere que el público quiere ajustar, en lugar de aflojar, el acceso al mercado de Estados Unidos.
Durante años, Washington presionó a Tokio para que abriera su mercado a importaciones de Asia y América del Norte, y estimulara su economía para que los consumidores compraran esas importaciones. Pero sus demandas son mucho más urgentes ahora.
A comienzos de este mes, el secretario del Tesoro, Robert Rubin, envió una carta privada a su colega japonés expresando preocupación de que Tokio pudiera permitir una caída del yen para hacer frente al espiral descendente del won de Corea del Sur. El won cayó casi 10 por ciento en menos de un mes.
"Si hay otra ronda de devaluaciones competitivas, la caída de 554 puntos en el mercado de valores que tuvimos el otro día parecerá un juego de niños", dijo Fred Bergsten, del Instituto de Economía Internacional y ex presidente del Grupo de Personas Eminentes de APEC, asesor del foro.
A nivel oficial, Clinton y sus asesores creen que la crisis puede confinarse a costas asiáticas. En un testimonio del viernes pasado, el subsecretario del Tesoro, Lawrence Summers, dijo que "nada de lo sucedido a la fecha representa una amenaza para la fortaleza de la economía de Estados Unidos".
Unos puntos porcentuales menos en los índices de crecimiento de los principales socios comerciales de Asia en 1998 no tendrá más que una influencia fraccional en el crecimiento de la economía estadounidense, de casi ocho billones de dólares anuales, indican la mayoría de los analistas.
Pero, como señala Samuelson, de Newsweek, "la crisis es peor de lo previsto (por los optimistas), y mucho puede suceder todavía". (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/lp/if/97