Abrazos de oso y acuerdos marcaron la reunión entre el presidente de China, Jiang Zemin, y Rusia, Boris Yeltsin, en apariencia exitosa. Pero detrás de la retórica se advierte una falta de sustancia en las relaciones.
Tomará años convertir los discursos sobre "asociación estratégica" en una realidad, en especial porque el vínculo comercial y económico es débil.
Yeltsin y Jiang se comprometieron en otra cumbre previa a aumentar el comercio a 20.000 millones de dólares al año en el 2000. Pero eso es aun más difícil de lograr que una solución a los problemas geopolíticos pendientes desde la guerra fría.
El flujo comercial entre China y Rusia caerá este año a 6.000 millones de dólares después de ubicarse en 6,8 millones.
Ji Zhiye, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China, dijo que no podrán consolidarse mejoras reales en el vínculo con Rusia a menos que se profundicen los lazos económicos, lo que redundará a favor de los políticos.
"China y Rusia deberían dar prioridad a la profundización de la cooperación económica y comercial en el futuro cercano. Una base sólida para el intercambio económico puede impedir que las relaciones bilaterales fluctúen por situaciones domésticas o internacionales", dijo Ji.
Desde lejos, parece que las relaciones entre Beijing y Moscú, viejas rivales por la supremacía del mundo comunista en el pasado, están pasando por su mejor momento.
La visita de Yeltsin a Jiang entre los días 9 y 11 fue la tercera desde 1992. Ya hubo otras dos cumbres en Moscú.
La quinta cumbre bilateral tuvo la intención de demostrar cómo los vínculos se desarrollaron de una" relación de buena vecindad" a una "sociedad constructiva" y luego a una "asociación estratégica cooperativa de igualdad y confianza orientada al siglo XXI".
Aunque los analistas ven en la cercanía entre China y Rusia la intención de contrarrestar el poderío de Estados Unidos, los funcionarios se dedicaron a destacar que la cumbre no se referiría a asuntos estratégicos o militares sino a los económicos.
Yeltsin y Jiang acordaron tras seis años de negociaciones una solución a siglos de conflictos limítrofes en los 4.300 kilómetros de frontera entre Mongolia y el río Tumen. Las disputas habían llevado a una guerra en los años 60 y a una tregua armada de dos decenios.
"Ya hemos resuelto los problemas de la frontera oriental, y antes de tiempo", dijo Yeltsin.
Por cierto, estos avances dejan en el pasado la rivalidad de la guerra fría. Pero mientras afirman que sus relaciones contribuirán a crear un mundo multipolar el próximo siglo, los cálidos vínculos políticos son una cáscara vacía que China y Rusia no fueron capaces de llenar de contenido político.
"Trabajemos para convertir los proyectos económicos de largo plazo en la base material para nuestras relaciones políticas, dijo Yeltsin, quien visitó Beijing acompañado de más de 100 empresarios rusos. Pero ese deseo no se convertirá en una realidad de inmediato.
En cinco años de incesantes visitas de alto nivel entre funcionarios chinos y rusos, hubo riqueza en materia de frases atrapantes. Pero la coincidencia en la intención de "construir un mundo multipolar y salvaguardar la paz mundial" no es suficiente para hacer florecer las relaciones.
Un portavoz del Kremlin dijo en Beijing que los empresarios rusos tenían quejas sobre la calidad de los bienes chinos y el cumplimiento de los pagos de los empresarios, que prefieren la consignación al contado.
Por otra parte, los comerciantes chinos se quejan de que el sistema bancario ruso es incapaz aun de operar aun en la más simple interacción financiera.
Analistas económicos explican que la demanda interna de los dos países cambió, pero las exportaciones no pudieron mantener el ritmo de esos cambios. Las relaciones políticas se desarrollaron de forma acelerada, pero el intercambio comercial está aún en una etapa de canje de mercancías.
Jiang dijo que China y Rusia son "capaces de cooperar a gran escala en los sectores petrolero, de gas natural, aviación y espacio exterior", pero los expertos replican que todavía resta mucho por hacer para que las relaciones económicas sean tan intensas como las políticas.
"Rusia debería abrir aun más su mercado a China y dictar políticas más favorables a los empresarios chinos para reducir el déficit comercial bilateral de Beijing y asegurar el desarrollo de la cooperación económica a largo plazo", recomendó Ji.
La balanza comercial bilateral acumuló un déficit de China con Rusia de 11.000 millones de dólares entre 1992 y 1996, de acuerdo con estadísticas de Beijing. El año pasado, el déficit fue de 3.500 millones de dólares. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mj/ip if/97