YUGOSLAVIA: Unión con Serbia o reforma, alternativa montenegrina

Montenegro elegirá este domingo, en la segunda ronda de las elecciones presidenciales, si continúa aislándose junto con Serbia, su socia en la Federación Yugoslava, o emprende un camino propio hacia las reformas.

Los 450.000 ciudadanos de Montenegro deberán elegir entre el aspirante a la reelección y favorito del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, Momir Bulatovic, de 41 años, y el primer ministro reformista Milo Djukanovic, de 35 años.

La diferencia a favor de Bulatovic en la primera ronda electoral, el día 5, fue de apenas 2.227 votos, 0,73 por ciento del total. El ganador sólo requerirá en la segunda instancia una mayoría simple.

Montenegro tiene una población de 600.000 personas. A pesar de la diferencia de magnitud con Serbia, que cuenta con 9,5 millones de habitantes, la pequeña república es socia en pie de igualdad en la Federación.

Como primer ministro, Djukanovic procuró mantenerse fuera de la pesada sombra de Serbia, para lo que debió desafiar el poder de Milosevic.

Milosevic renunció a un tercer período en la presidencia de Serbia y accedió en julio a la de Yugoslavia, un cargo de naturaleza más ceremonial al que intentará asignar mayores poderes.

Djukanovic intentará impedir que logre ese objetivo.

"Milosevic es un político obsoleto, incapaz de formular una estrategia", dijo el candidato reformista en febrero, al tiempo que lo acusaba de bloquear las reformas políticas y económicas y respaldaba las manifestaciones opositoras contra la anulación de las elecciones locales de diciembre de 1996.

Serbia contestó con una campaña contra Djukanovic sin precedentes, que aún hoy continúa. Los medios serbios controlados por estado utilizaron todo su poder contra el líder reformista, al punto que la comisión electoral montenegrina acusó a Belgrado de "entrometerse" en sus asuntos.

Milosevic también respondió a las críticas de Djukanovic deteniendo el suministro de petróleo a Montenegro en el invierno boreal y, desde agosto, imponiendo aranceles punitivos a los bienes montenegrinos importados por Serbia, entre otras sanciones económicas.

Pero Djukanovic insiste en acabar con el aislamiento internacional de su pequeña república, obtener inversiones extranjeras para que su plan de reformas económicas avance y completar el programa de privatizaciones.

Casi 80 por ciento de las empresas estatales montenegrinas existentes a comienzos de la década, cuando se disolvió la antigua yugoslavia, están ahora en manos privadas, algo inimaginable en Serbia.

Tanto Montenegro como Serbia sufren, como federación, sanciones económicas internacionales limitadas aplicadas por el fomento de la guerra en Bosnia-Herzegovina y por falta de cooperación con el Tribunal contra Crímenes de Guerra radicado en La Haya, Holanda.

Pero Montenegro logró que el resto del mundo le preste atención. Cuenta con su propio Ministerio de Relaciones Exteriores, lo que Serbia no tiene, y Djukanovic visita con frecuencia ciudades occidentales, como Nueva York, donde se instaló una misión comercial hace un año y medio.

Djukanovic tiene planes de promover a Montenegro como centro internacional de negocios, con exenciones impositivas y fácil repatriación de fondos de inversores extranjeros. Incluso ofreció sus puertos para las misiones de la OTAN en Bosnia-Herzegovina.

Djukanovic comenzó su carrera política en la era comunista y su ascenso se produjo al mismo tiempo que el de su rival Bulatovic.

En 1989, ambos integraban el grupo de jóvenes comunistas a cargo de la "revolución antiburocrática" contra la cúpula que gobernó el país después de la muerte del mariscal Tito (Josip Broz), en 1980.

En febrero de 1991, a los 29 años de edad, el delgado y pulcro dirigente se convirtió en primer ministro y permaneció en el cargo durante los años de desorden y disolución de Yugoslavia.

Por su parte, Bulatovic mantuvo sus posturas conservadoras y se alió con Milosevic, al tiempo que acusaba a su ex camarada de separatista.

"No hay alternativa a la unión con Serbia. El pueblo de Montenegro tiene nombres montenegrinos y cristianos, pero sus apellidos son serbios", manifestó Bulatovic.

El actual presidente prometió "erradicar el crimen" y nacionalizar las propiedades de los "nuevos ricos" que afloraron con la liberación del mercado.

Simpatizantes del ultranacionalista serbio Vojislav Seselj acudieron esta semana a Podgorica, capital de Montenegro, con afiches de su líder y Bulatovic en sus vehículos.

Mientras tanto, la oposición parlamentaria y los partidos de musulmanes o albaneses étnicos se vuelcan a Djukanovic.

Para la opositora Alianza Liberal de Montenegro, se trata de una opción fácil. "Es mejor estar en compañía de Bill Clinton y Boris Yeltsin que con Bulatovic, Milosevic y Vojislav Seselj", sostuvo este partido en una declaración.

Ferhat Dinosa, líder de la Unión Democrática de Albaneses en Montenegro, llamó a sus simpatizantes a votar a Djukanovic "sin reservas".

"El programa de Djukanovic muestra tolerancia, dignidad y la promesa de mejorar aun más", dijo Rifat Veskovic, líder del Partido Musulmán de Acción Democrática. Por el contrario, Bulatovic "ofrece miseria, pobreza y decadencia política y económica", agregó.

La televisión estatal serbia continúa atacando al líder reformista. El miércoles a la noche, dedicó algunas notas al respaldo de Bulatovic a la unión de Serbia y Montenegro y casi 30 minutos a atacar a Djukanovic.

Una de las principales críticas fue el respaldo de musulmanes y albaneses étnicos al dirigente.

"El empate de la primera ronda demuestra que Bulatovic no está muerto políticamente. Tiene en Belgrado un poderoso patrocinante que usará todos los medios posibles para mantenerlo en el poder", según el semanario Vreme. (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/mj/ip/97

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