Nuevas elecciones deberán celebrarse en Serbia y Montenegro, las dos repúblicas que quedan de la vieja Federación Yugoslava, ya que los resultados de los comicios del domingo invalidan la designación de nuevos presidentes.
Datos preliminares revelan que los electores en Serbia no alcanzaron el 50 por ciento más uno de los habilitados, como lo indica la constitución, lo que invalida la contienda entre Zoran Lilic, candidato designado por el presidente federal yugoslavo Slobodan Milosevic, y el ultranacionalista Vojislav Seselj.
La comisión electoral de la república no realizó declaraciones oficiales sobre los resultados y, técnicamente, no está obligada a revelar cifras hasta el jueves.
Sin embargo, Ivica Dacic, vocero del Partido Socialista de Serbia, al que pertenecen Milosevic y Lilic, reconoció que la votación no fue la esperada. "No creo que alcance o exceda el 50 por ciento".
Según Dacic, Lilic vencía a Seselj, pero sólo por 4.400 votos. De 3.446.000 votos contados, el portavoz estimó que Lilic contaba con 1.669.730 y Seselj con 1.665.325. Los electores habilitados alcanzan los 7,2 millones, por lo que se necesitan 300.000 votos más para cubrir la cifra constitucional.
El Partido Radical Serbio de Seselj estimó la participación electoral en 47,61 por ciento, pero aunque confirmó el fracaso de los comicios, otorgó a su candidato una ventaja de tres por ciento. El independiente Centro para Elecciones Libres y la Democracia estimó que votaron 46 por ciento de los electores.
Las cifras, si las confirma la comisión electoral de la república, significan que el presidente del parlamento, el jefe de Estado serbio en ejercicio, deberá convocar nuevas elecciones dentro de 60 días.
La mayoría de los analistas atribuyen el fracaso de los comicios a la convocatoria unánime de la oposición democrática a boicotear la votación, incluyendo el Movimiento de Renovación Serbio, de Vuk Draskovic, que quedó en tercer lugar en la primera vuelta el 21 de septiembre.
"La segunda vuelta demostró que la mayoría del país no respaldará las políticas desastrosas del Partido Socialista de Serbia o el ultranacionalismo de Seselj", opinó Zoran Sekulic, editor jefe de la agencia de noticias independiente FoNet, de Belgrado.
"Sería correcto pensar que todos los que se abstuvieron de votar realmente quieren algo distinto", añadió.
Si los comicios se invalidan formalmente, la votación implica más problemas para el otrora invencible Partido Socialista de Serbia y para el propio Milosevic.
Aunque el partido sigue siendo el mayor de Serbia, su base electoral se redujo gradualmente y en las elecciones parlamentarias del 21 de septiembre consiguió el menor número de bancas en su historia, 110 del total de 250.
Milosevic ya no tiene el control absoluto del parlamento serbio o de los 15 principales poblados de la república, en los que venció la ahora disuelta coalición opositora Zajedno, en las elecciones municipales de noviembre.
El nerviosismo del régimen serbio quedó en evidencia la semana pasada cuando la policía arremetió con bastones contra pacíficas manifestaciones de la oposición en Belgrado y la provincia austral de Kosovo, de población étnica albanesa.
El paisaje político está cambiando y Milosevic, cuyos obstáculos a las reformas paralizaron los intentos de Yugoslavia por dejar atrás años de colapso económico, podría perder su capacidad para gobernar con amplio consenso, sostienen diplomáticos extranjeros.
En julio, Milosevic se convirtió en presidente de la federación ya que la constitución le impedía postularse para un tercer período como presidente de Serbia.
Pero el cargo es en gran medida protocolar y la iniciativa para modificar la constitución para otorgarle los poderes que necesita requerirá el apoyo de Montenegro, el socio menor de Serbia en la federación. En este caso Milosevic también se enfrenta a otro desafío.
Las elecciones presidenciales de Montenegro, que se celebraron el domingo, fueron válidas, con participación de más del 63 por ciento de electores, confirmada en forma oficial.
Pero no hubo una clara mayoría del reformista primer ministro Milo Djukanovic, de 35 años, ni del favorito de Milosevic, Momir Bulatovic, de 41 años, por lo que se deberá celebrar una segunda vuelta también en Montenegro el 19 de octubre.
Djukanovic, el reformista "joven león" de Montenegro, implica otra amenaza para la presidencia de Milosevic. En el sistema parlamentario federal, la pequeña Montenegro, con una población de 650.000 habitantes, tiene la misma autoridad que Serbia, con 9,5 millones.
Djukanovic ya utilizó este poder para prácticamente impedir que Milosevic fortalezca la presidencia de Yugoslavia mediante la modificación de la constitución del país.
Milosevic tendría la opción de cooperar con Montenegro o de aislar a la república utilizando el poder de Serbia para imponer su voluntad, como lo hizo contra Ante Markovic, primer ministro federal durante la disolución de la ex Yugoslavia en 1991.
La resistencia de Milosevic ante la reforma tuvo un alto precio para Serbia. Su país aún carga con el peso del denominado "muro exterior" de las sanciones internacionales impuestas la federación como castigo por la participación serbia en el fomento de la guerra en la vecina Bosnia-Herzegovina.
El país no tiene acceso a las instituciones de financiación internacional y los mercados financieros. La situación económica es considerada desastrosa por economistas independientes.
Las reformas fueron resistidas por Milosevic, pero también por los poderosos intereses creados a quienes el presidente federal debe su cargo y que dependen de su monopolio del poder para perpetuar su riqueza e influencia.
"La victoria de Djukanovic también será beneficiosa para Serbia porque iniciará el proceso de democratización a nivel federal", sostuvo Zoran Djindjic, líder del partido Democrático de Serbia y ex dirigente de la disuelta coalición opositora Zajedno.
"En lo que refiere a Djukanovic, Milosevic no le teme a las reformas, sino al problema de la posible separación de Montenegro de Yugoslavia", asegura la periodista Radosa Milutinovic.
"El forzar la separación de Montenegro sería una señal del 'verdadero Milosevic' ", sostiene otro periodista, Misko Radovic.
"Como político y como hombre, durante los 10 años que ha estado en el poder, no hizo otra cosa que destruir lo que tocó, la vieja federación yugoslava, los serbios que viven fuera de Serbia, la economía".
"Quizá se considere un rey, pero se puede decir que es lo contrario al rey Midas que convertía todo lo que tocaba en oro", asevera Radovic. (FIN/IPS/tra-en/vpj/rj/aq-lp/ip/97