/REPETICION/ RUANDA: Justicia apela a consejos tradicionales de ancianos

Los tradicionales consejos de ancianos recuperan en Ruanda su función como administradores de justicia en las comunidades, colaborando en la restauración de una sociedad desarticulada por el genocidio de 1994.

En el pasado, los ancianos solían reunirse en el área conocida como "Gacaca", que en lengua kinyarwanda significa "patio", para sanjar disputas entre miembros de la comunidad.

Los casos tratados por los ancianos, elegidos por su sabiduría e integridad, incluían peleas entre esposos, enfrentamientos por la tierra u otras propiedades entre individuos y familias, y toda clase de confrontaciones.

"Antes de que el hombre blanco pisara este país e introdujera sus cortes, este consejo de ancianos ayudaba a salvaguardar la sociedad ruandesa de toda forma de violencia étnica", destacó Bugingo, miembro del comité "Gacaca" de Rusororo, localidad semiurbana 25 kilómetros al este de Kigali.

"Nunca, con nuestros propias formas de hacerlo, habríamos llegado tan lejos para cometer las atrocidades de 1994. Es una sociedad devastada por inmensos problemas la que intentamos sanar recurriendo a nuestros consejos de ancianos del pasado", agregó.

En Rusororo, los miembros del Gacada fueron mandatados por su comunidad para ayudar a dar solución a muchas disputas que continúan dividiendo a las comunidades desde el genocidio de 1994.

El Gacaca reemergió como forma de justicia comunal a nivel local. Es parte integral de la llamada célula, una entidad que trata temas políticos y administrativos a nivel de las villas en Ruanda.

Una célula está compuesta por hasta 50 familias, y es liderada por un jefe asistido por otras nueves personas de la comunidad.

El consejo tradicional no forma parte de la estructura administrativa, aunque colabora con la célula, la menor unidad del gobierno de distrito.

Hasta ahora, el "Gacaca" de Rusororo resolvió más de 100 disputas relacionadas a propiedades, ocupación ilegal de tierras y viviendas o reclamos de ganado y otras pertenencias. Si un asunto no se resuelve a satisfacción de las partes a nivel comunitario, entonces el asunto es llevado a las cortes del poder judicial.

"Con la luz verde del jefe del sector (unidad administrativa entre la célula y la comunidad), escuchamos a las partes en conflicto. Hablamos con los testigos y establecemos la verdad del caso", dijo John Rwabuga Ruhakana.

El elemento más destacable sobre los consejos, que no tienen poderes para castigar a los ofensores, es que la comunidad como conjunto brinda testigos "a partir de los cuales nuestro comité juzga", explicó Bugingo.

Hasta ahora, el consejo Gacaca resultó ser una herramienta útil de reconciliación. Según una encuesta del Instituto de Investigación Científica y Tecnológica (IRST), en la prefectura de Ruhengeri, al norte de Ruanda, la gente favorece el retorno de esta forma tradicional de resolver conflictos en la comunidad.

Investigadores de IRST destacaron que la mayoría de los entrevistados dijo estar dispuesto a entregar propiedades a los legítimos dueños o pagar compensaciones sin llevar los casos ante las cortes.

Otra ventaja de los consejos son beneficios para las comunidades. En Gitarama, prefectura en el centro de Ruanda, el Gacaca promovió la construcción de viviendas para viudas del genocidio.

Aunque el consejo no castiga a los que cometieron delitos, "se pide cierta cantidad de dinero (en general no superior a 1,5 dólares) a ambas partes", relató Gashema, miembro de un Gacaca.

"Cuando el caso está resuelto, todos nos sentamos juntos y compartimos cerveza que compramos con ese depósito. Todos vuelven a casa contentos", describió.

Los habitantes de las villas ya no sienten la necesidad de volcarse a los soldados para solucionar sus problemas, como hacían tras el genocidio, y vuelven a asumir la responsabilidad de sus propias acciones.

El abogado Protais Mutembe cree que el diálogo promovido por el consejo Gacaca puede sanar la desarticulada sociedad ruandesa. No obstante, destacó que los casos de matanzas no son abordados con facilidad. En Rusororo, por ejemplo, los ancianos prefieren no tocar temas que involucren a los responsables de genocidio.

"Nuestra meta es que la sociedad se reconcilie consigo misma. No hay sitio para los asesinos en el proceso", dijo un anciano en Rusororo. "No creo que el Gacaca tenga el poder y los medios de detenerlos y hacerlos reconocer los crímenes cometidos", agregó.

El sistema legal del país puede ocuparse de esos casos, afirman residentes de Rusororo. (FIN/IPS/tra-en/jbk/pm/lp/pr-hd/97

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