Los esfuerzos de organizaciones no gubernamentales por bloquear una controvertida emisión de bonos que recaudarían dinero para la construcción de la represa de Tres Gargantas, en China, pusieron en el tapete la turbia financiación del proyecto.
Mientras los ambientalistas critican el plan para detener las aguas contaminadas del Yangtsé, el tercer río más largo del mundo, otros grupos opuestos a la represa se movilizan para bloquear la emisión de bonos en diciembre, que tendría el respaldo de importantes firmas financieras de Estados Unidos.
Las obras de la represa comenzaron en 1994 y se estima que terminarán en el 2009. Su embalse inundará unas 32.000 hectáreas de tierra cultivable, 13 ciudades, 140 pueblos e innumerables aldeas, lo que obligará a más de un millón de personas a abandonar sus hogares y medios de sustento.
Los detalles de los acuerdos financieros internacionales de la represa aún no se anunciaron oficialmente pero muchos se filtraron al público, lo que generó teorías de conspiración entre los críticos y ansiedad entre los inversores.
El presidente chino Jiang Zemin, quien visitará Estados Unidos la próxima semana, seguramente deberá enfrentar protestas contra la represa pero buscará minimizar cualquier controversia en las esferas financieras, predijeron analistas.
El gobierno de Beijing insistió en que puede recaudar todo el dinero necesario en China, "pero queda claro que está consiguiendo mucho fuera del país", afirmó Owen Lammers, director ejecutivo de la organización International Rivers Network (IRN), de California.
El Banco Estatal de Desarrollo (BED) chino emitió en enero unos 330 millones de dólares en bonos Yanquis suscritos por J.P. Morgan and Co., Lehman Brothers, Morgan Stanley and Co., Credit Suisse, First Boston, Smith Barney Inc., y BancAmerica Securities.
El BED se comprometió a recaudar 3.600 millones de dólares para la Corporación de Desarrollo del Proyecto de Tres Gargantas, responsable de la construcción de la represa.
"Hasta el momento, las autoridades no recaudaron en forma directa capital privado extranjero para el proyecto de las Tres Gargantas", señaló Peter Bosshard, de la Declaración de Berna, organización no gubernamental (ONG) suiza opuesta a la represa.
"En su lugar, comenzaron a conseguir capital a través del BED, que luego lo presta al proyecto", añadió.
Los opositores de la represa, movilizados para impedir la segunda emisión de los bonos, arguyen no sólo que la represa sería un desastre ambiental y social, sino también que el proyecto no es factible a nivel técnico y económico.
"Los inversores extranjeros que temían respaldar a la represa en forma directa pudieron canalizar su dinero a través del BED, que esencialmente es una cortina de humo. Por supuesto que haremos lo posible para detenerlo", manifestó a IPS Patrick McCully, director de campaña de IRN.
La firma japonesa Nomura Securities suscribió una emisión similar de bonos del BED en 1996 pero canceló una oferta subsiguiente prevista para principios de este año cuando los críticos expresaron su oposición.
Nomura, acusada de violar las leyes japonesas al no declarar la conexión del BED con el proyecto de Tres Gargantas, optó por no explicar cómo se habría de gastar el dinero recaudado y evitar los riesgos de ser asociada con el proyecto, según Lammers.
Debido a este panorama, y frente a las crecientes críticas públicas internacionales del proyecto, inversores privados y estatales evitaron las transferencias directas de dinero a las autoridades chinas de la obra, indicó McCully.
El Banco Mundial, que tuvo varios problemas por el respaldo otorgado a ciertos proyectos de represas, aclaró hace tiempo que no tendría participación alguna en la obra de Tres Gargantas.
El estadounidense Export-Import Bank (Eximbank) declinó en mayo de 1996 ofrecer garantías crediticias a las compañías de Estados Unidos que esperaban participar de la licitación para el suministro de equipos de construcción.
La medida se sumó a una recomendación de 1995 del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos de que Washington se mantuviera fuera del proyecto, que tendrá un costo estimado de 27.000 millones de dólares, según la prensa financiera.
Beijing calcula que costará 17.000 millones de dólares, mientras las ONG advierten que el precio rondará los 75.000 millones.
La decisión de Eximbank fue precedida de declaraciones de grupos ambientalistas, de derechos humanos y sindicatos que destacaron los probables costos ecológicos y humanos del proyecto, incluso una violencia generalizada, como lo anticipó un documento interno de la seguridad china filtrado en 1995.
"Dejamos en claro que esta represa es un fiasco, así que tuvieron que ser muy creativos para recaudar el dinero", señaló McCully.
La IRN encabeza el esfuerzo para convencer a los suscriptores estadounidenses de los bonos Yanquis de que no respalden la emisión de diciembre. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/aq-ml/if-en/97