Después que repitiera el tercer y quinto grado, su madre lo sacó de la escuela pública a la que asistía en una barriada de Lima y desde el año pasado Gerardo, de 13 años, trabaja como malpagado ayudante de un autobús en la capital peruana.
Es probable que Gerardo nunca más regrese a la escuela y, aunque la educación primaria es teoricamente obligatoria en Perú, ninguna autoridad educativa o de otro tipo lo obligará a retornar y sólo será considerado un alumno menos en las estadísticas.
La historia de Gerardo es considerada por los especialistas independientes Gloria Helfer y León Trahtemberg como un caso típico de un gran sector de la población infantil de un país en vías de desarrollo, a quien el duro programa liberal de ajuste económico empuja a la deserción escolar.
Sin embargo, según los enunciados oficiales, los alumnos de las escuelas públicas serán beneficiados por la reforma educativa en curso, que se enmarca en el programa de modernización del aparato estatal y del sistema productivo en base a la economía de mercado.
"Pero hasta ahora, la modernización liberal de la economía sólo ha acrecentado la desocupación, y la educación pública, en la que estudia 80 por ciento de los escolares, se mantiene en un bajo nivel, con profesores mal pagados que trabajan en escuelas carentes de recursos", dice Helfer, ex ministra de Educación.
La deserción de Gerardo corresponde a un fenómeno muy extendido, pues de los 8.000.000 de niños que estudian en escuelas estatales de primaria o secundaria casi 1.300.000 repiten el grado y más de 200.000 desertan por año, según admite un informe del Ministerio de Educación.
Un estudio efectuado por las licenciadas Elisa Lazarte y Ursula Toro revela, por otro lado, que el rendimiento promedio en matemáticas de los alumnos del sexto grado de primaria es de 35 sobre 100.
Este informe sostiene que, de acuerdo a sus conocimientos en dicho curso, casi todos estos estudiantes tendrían que ser bajados al segundo o tercer grado.
Según Data Social, boletín mensual del instituto independiente Apoyo, editado con respaldo de la Organización de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), uno de los principales problemas que dificulta el proceso de aprendizaje es el bajo tiempo escolar efectivo.
"Mientras en Chile se estudia 1.000 horas anuales efectivas y en Japón 1.750, en Perú sólo se dictan 450 horas de clases en las escuelas públicas del área urbana y 226 en el área rural", indica el boletín.
"La situación educacional refleja la crisis social que abate a Perú. El programa de ajuste liberal ha agudizado la desocupación y extrema pobreza y los niños están obligados a poner fin abruptamente a su infancia para ponerse a trabajar y contribuir al sustento familiar", dice la ex ministra Helfer.
"Se necesitan construir más de 30.000 aulas escolares, hay 40.000 colegios estatales carentes de servicios higiénicos, y los niños que abandonan los estudios escolares quedan expuestos a la delicuencia, las drogas y la violencia", anade.
"Creo que un país que atiende a la educación y a los niños construye desarrollo y construye paz. Pero si no se atiende adecuadamente a la educación y a los niños, se cierran las puertas del desarrollo y del crecimiento", concluye la ex ministra.
Sin embargo, según las versiones oficiales, el panorama educativo peruano es excelente y tiende a mejorar. Entre 1995 y 1996 el gobierno del presidente Alberto Fujimori concluyó la construción o rehabilitacion de dos escuelas por día.
Un informe difundido por el Ministerio de Educación, afirma que el analfabetismo retrocede progresivamente. Era de 12,8 por ciento en 1993 y se calcula ahora en 11,5 por ciento.
En una lista de 10 países latinoamericanos, en relación con con el número de niños en edad escolar matriculados en primaria o secundaria, Perú está en tercer lugar sólo antecedido por Argentina y Mexico, según sostiene el documento oficial.
Fujimori recorre las áreas rurales y urbano marginales inaugurando escuelas, aulas, servicios higiénicos o regalando módulos de computación, en una campaña que sus adversarios consideran vinculada a su intención de hacerse reelegir en el año 2000.
De acuerdo a un informe divulgado por el matutino El Comercio, un tercio de los escolares estudian en escuelas públicas rurales, de las cuales 17.000 son "unidocentes", es decir que tienen un solo profesor que dicta clases en todos los niveles.
El diario opositor La República afirmó, por su parte, que 40 por ciento de los alumnos de estos centros educativos rurales estudia en condiciones precarias y más de 1.000.000 de estudiantes campesinos deben llevar sus propios bancos, troncos o piedras para sentarse.
El mismo diario hizo circular en 1996 una versión que sostenía que el presidente Fujimori había regalado computadoras a escuelas que carecían de energía eléctrica.
El especialista en asuntos educativos independiente, León Trahtember, afirma que "las estadísticas oficiales no son confiables, por lo menos en el área de educación".
Señala, además, que las cifras difundidas por el Ministerio de Educación en 1993 difieren en 15 por ciento con los resultados del censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística ese mismo año.
"Al parecer, hubo un manejo poco realista y deliberadamente optimizante. Por ejemplo, los datos del ministerio de Educación se referían al número de matriculados al inicio del año lectivo, sin tomar en cuenta la verdadera asistencia escolar", indica Trahtemberg.
En cuanto a la presunta ubicación de Perú como tercero en una lista de escolaridad entre los países latinoamericanos, dice que "es evidente que, respecto de la calidad de educación, América Latina está dividida en tres niveles y no hay ninguna duda de que Perú está en el último".
Por su parte, la ex ministra de Educación Gloria Helfer concluye que "la crisis de la educación tendrá un resultado obvio: agrandar la diferencia de niveles de eficiencia entre las escuelas privadas y las escuelas públicas, agravando y perpetuando la brecha social". (FIN/IPS/al/dam/ed/97