Una gran movilización de ciudadanos vascos contra la organización separatista ilegal ETA ha comenzado a gestarse hoy, por decisión de todos los partidos políticos democráticos, organizaciones pacifistas y autoridades locales.
La decisión fue provocada por la muerte de un policía vasco y el descubrimiento de un plan para hacer estallar cargas explosivas durante el acto inaugural del Museo Guggenheim, previsto para el sábado 18 con la presencia del rey Juan Carlos y otras altas personalidades.
En las tres décadas de actividad de ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad en idioma euskera), la primera gran movilización en su contra que arrastró a la mayoría del país vasco, incluidos otros sectores nacionalistas, se produjo en la primer semana de julio último.
En aquella oportunidad la causa fue el secuestro y muerte de un tiro en la nuca de Miguel Angel Blanco, concejal del ayuntamiento vasco de Ermua, de 12.000 habitantes. Blanco pertenecía al centroderechista Partido Popular (PP).
José María Aguirre, el policía herido el día 13 y muerto este martes, recibió un balazo por la espalda cuando, junto con otros agentes, se aprestaba a inspeccionar una camioneta que estaba descargando macetas (con explosivos ocultos en su interior) y colocándolas a los costados de la puerta principal del Guggenheim.
La detención de Kepa Arronategi, autor del disparo contra Aguirre, llevó a la policía autónoma vasca a detener a otras personas y descubrir en el domicilio de una de ellas gran cantidad de armas, explosivos y una lista de objetivos en observación.
El consejero (ministro) del Interior del gobierno vasco, Juan María Atutxa, miembro del mayoritario y moderado Partido Nacionalista Vasco (PNV), informó este miércoles que los detenidos confesaron que su objetivo era provocar un gran impacto internacional.
Atutxa añadió que el objetivo prioritario de ETA no era el Rey, sino aprovechar la gran atención que ha despertado la inauguración de ese museo de arte contemporáneo, para hacerse presente con un atentado en un lugar sometido a todo tipo de vigilancia.
La intención de atentar contra un museo que aspira a ser "la joya" de Bilbao y la militancia nacionalista del policía muerto se conjugaron para despertar la reacción de las fuerzas políticas y organizaciones no gubernamentales.
Aguirre pertenecía al sindicato de la policía autónoma Ela-Stv, nacionalista y aliado de la central sindical Lab, integrada ésta en la Coordinadora Nacionalista y Socialista (CAS, o KAS en vascuence), que agrupa a ETA y a las organizaciones de su entorno político y sindical.
De 35 años de edad, casado y padre de un niño de nueve, provenía de familia nacionalista. El sargento de la policía autónoma y dirigente sindical, Joseba Goikoetxea, afirmó que el muerto era un "abertzale" (patriota vasco) y que "quienes lo han matado no pueden volver a pronunciar esa palabra".
Quizás por esa militancia de Aguirre, uno de los hechos más destacables es que el concejal de Herri Batasuna (HB, próxima a ETA e integrada en Kas) en el municipio de Zalla, lugar de nacimiento de aquél, votó a favor de declarar luto el jueves y realizar cinco minutos de silencio.
Por lo general, los concejales y diputados de HB votan en contra, se abstienen o se ausentan de esas votaciones.
Este martes, a las dos horas de conocerse la muerte de Aguirre, unas 10.000 personas se manifestaron en las calles de Zalla.
Todos los partidos políticos vascos, con la excepción de HB, declararon su apoyo a la manifestación convocada para este jueves en Bilbao por el ayuntamiento de Zalla. También lo hicieron los sindicatos y la organización no gubernamental Gesto por la Paz.
En Madrid, la ONG Jóvenes contra la intolerancia convocó una manifestación en la tradicional Puerta del Sol.
Las manifestaciones en el País Vasco, que responden a iniciativas ciudadanas, como la de Zalla, muestran un cambio en el ambiente político de esa comunidad autónoma.
Hasta fechas recientes, unos dos años atrás, la mayoría del País Vasco no apoyaba a ETA, pero tampoco manifestaba su rechazo a la violencia. El surgimiento de Gesto por la Paz, una ONG fundada por jóvenes vascos, hizo salir a la calle a miles de ciudadanos a protestar contra cada atentado.
Después, "el caso Blanco" provocó una respuesta ciudadana en toda España, incluido el País Vasco, con millones de personas en las calles, sin una convocatoria única y sin una definición política. Simplemente exigiendo el fin de la violencia y gritando consignas como "ETA no, vascos sí".
La reacción tras la muerte de Aguirre y el frustrado atentado contra el Guggenheim parece confirmar esa tendencia pacifista. (FIN/IPS/td/jc/ip/97