Un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos dijo durante la visita del presidente Bill Clinton a Venezuela que Washington ya no quiere seguir certificando a los países de América Latina por su cooperación en la lucha contra el narcotráfico.
"No es importante comentar la certificación sino hablar de la cooperación. El Tiempo de apuntar con el dedo ya ha pasado", dijo a los periodistas en Caracas Barry McCaffrey, jefe de la oficina de política estadounidense para el control de las drogas.
"No sabemos cuando terminará la ley", se apresuró, sin embargo, a aclarar, aludiendo al carácter de mandato legislativo sobre el ejecutivo en Washington para que utilice las certificaciones.
Pero representa un giro marcado que Estados Unidos haga a un lado su entusiasmo por usar las certificaciones como herramienta punitiva o de negociación, y en su lugar apele a ellas como un recurso secundario y ofrezca multilateralismo.
McCaffrey dijo que Estados Unidos desea que "la cooperación multilateral para el control de los estupefacientes" que ofrecen el presidente Bill Clinton y él "dé lugar a decisiones en la próxima Cumbre de las Américas" en Santiago de Chile en abril de 1998.
El responsable de la política contra el narcotráfico de Estados Unidos habló en la oficial Comisión Nacional Antidrogas, que dirige el ministro Carlos Tablante, y en la no gubernamental Alianza para una Venezuela sin Drogas. En ambas insistió en que ofrecen una cooperación multilateral.
Venezuela ha cobrado relieve como país de tráfico de drogas, base de operaciones de cárteles, siembra y producción (en menor escala que en otras plazas sudamericanas), lavado de dinero, y desvío y transporte de precursores químicos hacia laboratorios ubicados más allá de sus fronteras.
Pero a Estados Unidos no puede escapársele que Venezuela es, además, el vecino con mayores vínculos con Colombia, obsesivo blanco de las críticas de Washington al juzgar la producción de drogas y la relación de ese negocio con la política, lo que le ha llevado a repetidamente "descertificar" a Bogotá.
Por ello, utilizando a Venezuela como tribuna y ejemplo, Clinton dijo este lunes que "la droga no es problema de Estados Unidos o de Venezuela", sino un problema de todos, y en cuanto a Estados Unidos, trabajará por reducir la demanda.
Clinton elogió y agradeció como "un paso importante" la firma, por la secretaria de Estado Madeleine Albright y el canciller Miguel Angel Burelli, de un compromiso para establecer una "alianza estrátegica contra las drogas" entre Washington y Caracas.
El documento en esencia compromete a los dos gobiernos a profundizar y acelerar los acuerdos ya suscritos sobre las diferentes áreas del combate al narcotráfico, desde la educación hasta la represión. Washington sigue mostrando a Venezuela como ejemplo de "buena conducta" en esa lucha.
En lo inmediato, Estados Unidos desea un nuevo y más amplio acuerdo de cooperación para combatir el narcotráfico en aguas del Caribe sur, y coordinar posiciones en foros internacionales: desde la Cumbre de Santiago hasta el período extraordinario de sesiones que las Naciones Unidas consagrarán al tema en 1998.
El embajador de Estados Unidos en Venezuela, John Maisto, dijo que procuran librar la guerra contra el narcotráfico coordinadamente, respetando las soberanías, pero de modo que ello no haga perder esa guerra.
Para la internacionalista venezolana Vilma Petrásh, el giro en la conducta de Washington obedece a que "las certificaciones han sido un fracaso, que le ha creado problemas a Estados Unidos en toda la región, y de allí su recurso a una nueva relación", con América Latina, en la lucha antidrogas. (FIN/IPS/jz/ag/ip/97