Nuevas masacres de tutsis en el este de la República Democrática de Congo (RDC, antiguo Zaire) producen temor de un nuevo estallido de violencia en toda la región de Africa central.
Las matanzas registradas en las localidades de Masisi, en la provincia de Kivú del Norte, y Uvira, en Kivú del Sur, son otra manifestación de los problemas étnicos que proliferan en Africa central hace más de tres decenios.
Los ataques comenzaron hace dos meses. Muchos sobrevivientes, tanto tutsis nacidos en el este de la RDC como refugiados ruandeses, procuraron refugio en poblados fronterizos ruandeses.
Las milicias zaireñas Mai Mai, que se separaron de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL), y granjeros hutu en el este de la RDC se unieron en la Asociación Mutual de los Agricultores de Virunga (MAGRIVI), que predica el odio étnico entre los jóvenes de la zona.
"Los integrantes de Magrivi viajan entre Congo y Ruanda para convencer a los jóvenes de las etnias bahunde y banyanga, entre otros, de que deben desembarazarse de los tutsis", dijo Astrid Segahwege, una periodista que ha investigado el aumento de la violencia en el este de la RDC.
Los jóvenes reclutados son conducidos a la selva donde reciben entrenamiento militar de hutus ruandeses extremistas, muchos de ellos responsables de la masacre de 1994 en la que murieron casi un millón de tutsis y hutus moderados en Ruanda.
Luego, los flamantes milicianos regresan a los poblados donde residen los tutsis de la RDC o refugiados ruandeses de esa etnia y destruyen y saquean escuelas, iglesias, edificios y comercios.
Una fuente de la organización no gubernamental Urunana (Solidaridad) informó que "los hutus aún en la RDC incitan a los kinyarwanda, los kitembo, los kinyanga y quizá a los mai mai a matar a quienquiera que parezca un pastor tutsi".
Muchos tutsis de la RDC, conocidos como banyejomba o banyamulenge, huyeron de sus hogares en 1995. Unos 12.000 cruzaron la frontera hacia los poblados ruandeses de Gisenyi y Kibuye, en las costas del lago Kivú. Pero muchos retornaron luego del derrocamiento del dictador Mobutu Sese Seko.
"Hemos vuelto a nuestras propiedades y nos integramos en la sociedad. Pero de repente las cosas se pusieron feas con los ataques y matanzas a manos de las milicias contra todo lo que parezca de origen tutsi o ruandés", dijo Kambare, un tutsi de la RDC.
Funcionarios ruandeses afirmaron que miles de personas ingresaron al país huyendo de la RDC durante más de un mes.
La violencia contra las comunidades tutsi en el antiguo Zaire no es un fenómeno nuevo, pero la nueva ola de ataques amenaza la frágil paz alcanzada con el triunfo de las fuerzas de Laurent- Desiré Kabila sobre Mobutu.
Privat Rutazibwa, un ruandés que nació y se crió en Masisi, dijo que las comunidades tutsi en el este de la RDC siempre fueron blanco de ataques políticos.
En cada elección, los candidatos apelaban a la ruptura de la armonía en la región y sembraban odio contra los residentes de origen ruandés. Para ganar votos, prometían leyes destinadas a expulsar a los ruandeses del país y distribuir luego sus propiedades en las comunidades.
El levantamiento banyamulenge en octubre de 1996, preámbulo del exitoso derrotero de Kabila y la caída de Mobutu, fue consecuencia de un ultimátum de las autoridades en Kinshasa para aplicar una ley de expulsión a los tutsi, que residen en el este del antiguo Zaire hace más de 200 años.
Kabila, hoy presidente de la RDC, manifestó la semana pasada en Ruanda su preocupación ante la evidente reorganización de antiguos soldados tutsis ruandeses y milicianos Interahamwe, responsables de la matanza de 1994.
"Aunque la victoria del régimen fue total, muchos que derramaron mucha sangre en mi país y en el suyo se están reorganizando", dijo Kabila a sus interlocutores ruandeses. (FIN/IPS/tra-en/jbk/pm/mj/ip/97