"¡Prohibir las minas terrestres ya!", decía la pancarta más grande fijada en las lustrosas verjas del Palacio de Buckingham, la residencia oficial en Londres de la familia real británica.
Mientras, en la estación ferroviaria londinense Kings Cross, refugio nocturno de cientos de marginados, muchos jóvenes sin hogar rendían un especial tributo a la mujer que rutinariamente los visitaba con sus dos hijos.
Lejos del fracaso matrimonial y los años turbulentos del Palacio de Buckingham, grupos humanitarios y sus beneficiarios lamentan la muerte de la princesa Diana, ocurrida en la madrugada del domingo 31 de agosto en París, a causa de un accidente automovilístico.
Entre los millones de personas que se acercaron al lugar del accidente en la capital de Francia estuvieron también miles de activistas.
Desde la Madre Teresa de Calcuta, quien murió el viernes, hasta las víctimas mutiladas de las minas de tierra de Angola y los enfermos de sida, Diana dejó admiradores en todos los sectores humanitarios en los que trabajó, tanto en Gran Bretaña como en el exterior.
Por esa razón, 500 trabajadores humanitarios fueron especialmente invitados a unirse a la familia real a mitad de camino en el cortejo fúnebre de Diana, este sábado.
Entre las causas que promovió estuvieron la prohibición mundial de la producción y el uso de las minas antipersonales, el trato humano a los portadores del VIH, enfermos de sida y leprosos, y acciones para aliviar la situación de las personas sin techo y los niños enfermos.
Descripta por algunos trabajadores humanitarios como la más exitosa recaudadora de fondos del mundo, Diana viajaba por todo el mundo utilizando su fama y encanto para promover causas no muy de moda en los medios.
Diana fue fotografiada cientos de veces en compañía de víctimas de guerra y marginados en diversos países como Angola, Bosnia- Herzegovina e India.
Sus actividades humanitarias pasaron a concentrarse en el mundo en desarrollo principalmente tras su primer encuentro en 1992 con la Madre Teresa y su visita a la orden religiosa de ésta, las Misioneras de la Caridad, en Calcuta.
Al igual que la Madre Teresa, Diana fue objeto de controversia, particularmente por su campaña contra las minas, criticadas por el Partido Conservador británico.
Entre sus principales seguidores se encontraban las víctimas de las minas de tierra de Bosnia y Africa austral. La princesa planeaba también visitar Camboya en 1998.
"Era nuestra amiga; me siento muy mal", manifestó Jasminko Bjelic, de 23 años, quien perdió un pie debido a una mina terrestre y hace tres semanas fue visitado por Diana en la ciudad de Tuzla, en Bosnia.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, se refirió a los esfuerzos de Diana en la conferencia internacional de Oslo sobre minas antipersonales, el miércoles, al demandar una acción mundial para detener la proliferación de esas armas.
Así mismo, el ex ministro francés Jacques Lang, quien actualmente encabeza el comité de Asuntos Externos del parlamento de Francia, dijo a la conferencia que la prohibición de las minas sería un tributo adecuado para Diana.
Pero quizá el legado más importante de la princesa fue el cambio que logró en la actitud popular hacia las víctimas del sida. Al ser fotografiada besando y estrechando la mano a un enfermo de sida, hace algunos años, contribuyó a disminuir los prejuicios sobre la enfermedad.
"Diana le quitó el estigma al sida", afirmó Nick Partridge, jefe ejecutivo del Fondo Terrence Higgings. "Era una de las promotoras más comprometidas de la causa", agregó.
No es extraño entonces que, en medio del duelo, grupos humanitarios hayan comenzado a preguntarse sobre las pérdidas financieras que sufrirán tras la muerte de tan excepcional recaudadora de fondos.
Pero un fondo conmemorativo creado esta semana ya comenzó a recaudar dinero. Cientos de miles de dólares fueron depositados en bancos a su nombre. (FIN/IPS/tra-en/dds/rj/ml/ip-dv/97