No tienen oficina ni secretaria. Sus transacciones las realizan usualmente en medio de un cafetal o bajo un árbol de naranja. Son los gerentes de bancos comunales, una exitosa experiencia de crédito y capitalización que se da en Costa Rica.
Los bancos comunales son el producto de una década de investigación realizada por una organización no gubernamental, la Fundación Integral Campesina (Finca), interesada en dar a los pequeños agricultores de zonas rurales opciones para financiar su trabajo de forma expedita.
La directora y fundadora de Finca, María Martha Padilla, explicó que los bancos comunales no sólo pretenden ser fuente de crédito sino motivar a las comunidades para que se organicen y creen una estructura de base sólida con el fin de que puedan gestar por sí mismas los recursos que necesitan.
El resultado de la experiencia está en 280 bancos creados hasta la fecha en todo el país, que movilizan en conjunto cerca de tres millones de dólares. De ellos, 1,2 millones son aportes de capital de las propias comunidades.
Padilla indicó que la meta es la de ayudar a formar 2.000 bancos rurales en todo el país.
Para formar un banco, la comunidad se organiza y cada uno de los interesados hace aportes de capital a través de la compra de acciones, según su capacidad económica. Sólo siendo socio tiene derecho al crédito.
Finca da asesoría y entrenamiento a la comunidad en organización y en temas económicos.
Los nuevos banqueros aprenden a calcular la tasa de interés que deben cobrar dependiendo de si quieren tener ganancias o no, aprenden qué es la devaluación, la inflación o un aporte de capital.
Hace cuatro años, Finca se unió a la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para promover un modelo de producción que combina la plantación de árboles, la agricultura y el pastoreo.
La FAO había llegado a Guanacaste, en el noroccidente del país, para ayudar a pequeños parceleros a producir para comer, pero la experiencia desbordó el tema de la seguridad alimentaria y derivó en un modelo de producción sostenible, mediante el cual el parcelero puede tener diferentes fuentes de ingreso.
Los técnicos de FAO partieron del hecho de que era necesario adoptar al árbol como centro de ese sistema, precisamente en esa zona noroccidental, totalmente deforestada en décadas atrás por la ganadería y la siembra de arroz.
Johnny Mantilla, funcionario de la FAO a cargo de los proyectos en Guanacaste, indicó que la organización financió un fondo de 250.000 dólares para créditos que Finca administra. El crédito se otorga al agricultor que se acoge al modelo de producción agrosilvopastoril.
José León Murillo fue uno de ellos. Había recibido años atrás una parcela y decidió incorporarse al programa de FAO para mejorar sus ingresos.
Tras varios años de esfuerzos, León no es hoy un hombre rico, pero produce lo suficiente para vivir dignamente.
Ha aprendido a utilizar técnicas de conservación de suelos, siembra frutales, en sus potreros tiene árboles que aportan proteína al ganado y además de todo eso es tesorero de un banco comunal.
Tiene tres años y medio de ocupar ese puesto. Podría decirse que su oficina está en el rancho que tiene en su parcela, porque es ahi donde lo buscan sus vecinos para pedirle un crédito.
"Hace un año se pusieron los libros contables y salí con 10 céntimos a mi favor, sin pérdidas. ?Quién me lo iba a decir, si yo apenas hice el primer grado de escuela"?, narró a IPS.
A diferencia de los bancos nacionales, donde hay que tener bienes inscritos, pagar estudios de factibilidad, pagar por los trámites y aportar fiadores, en los bancos comunales todo es muy sencillo.
La solicitud tarda en ser respondida entre 12 y 15 días, o una tarde si el monto es bajo y se requiere para una emergencia. No se hacen estudios, sólo se pide la cédula de identidad y ser residente de la zona.
?Son demasiado confiados para ser banqueros? "Es que todos nos conocemos, que el banco es nuestro y nosotros lo cuidamos", responde León.
Padilla señaló que la filosofía de los bancos comunales es que las comunidades aporten el capital inicial y que, en la medida de lo posible, la demanda de crédito para pequeños proyectos se satisfaga con ese dinero.
"Nuestro deseo es fomentar la costumbre del ahorro y que las comunidades entiendan que no deben depender del crédito de afuera sino de sus propias posibilidades", explicó.
Mencionó varios logros de la iniciativa, entre ellos atender a una población necesitada de crédito, el rescate de los recursos de las comunidades, la promoción de su autoestima y haber logrado constituirse en una herramienta adaptada a las necesidades de la población rural costarricense. (FIN/IPS/mso/dg/pr-if/97