El general Augusto Pinochet acompañará este viernes por última vez al presidente de Chile, Eduardo Frei, en el desfile militar por el Día de las Glorias del Ejército, mientras se mantiene en la incógnita el nombre de su sucesor en el mando de esa fuerza.
Pinochet, el hombre que encabezó entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990 el más prolongado gobierno dictatorial en la historia republicana de Chile, inició hace un mes una serie de despedidas formales de la jefatura del ejército.
Pero tal vez es el propio Pinochet el único que sabe con certeza cuando hará abandono formal del cargo al que llegó el 23 de agosto de 1973, nombrado por el presidente Salvador Allende, a quien derrocó 19 días más tarde.
De acuerdo con una norma constitucional impuesta por el propio ex dictador, éste puede permanecer en la comandancia de la principal fuerza militar hasta el 11 de marzo de 1998, fecha en que podría además convertirse en senador vitalicio.
Pinochet, quien cumplirá 82 años el 15 de noviembre, será sustituido por el general que el presidente Frei elija entre los más antiguos en la escala de mando.
Será la primera vez desde 1973 en que un mandatario constitucional chileno podrá ejercer esta prerrogativa en el ejército, aunque la subordinación militar al poder civil en Chile sigue limitada por varios artículos de la constitución.
La principal cortapisa al Poder Ejecutivo está en el hecho de que el presidente de la República no puede destituir a los comandantes y sólo puede influir relativamente en la conformación del alto mando.
En octubre, precisamente, comenzará el proceso de las llamadas juntas de calificación en el ejército, de donde saldrán las propuestas para Frei sobre ascensos y pases a retiro, para determinar así el nuevo orden de antigüedad.
Es en esta instancia en que el mandatario tiene un espacio de influencia, ya que puede rechazar proposiciones de ascenso e incluso postergar retiros, con la aplicación de la llamada Ley Canessa.
Pinochet hizo trascender que hace un tiempo envió al presidente la nómina de los siete generales que lo podrían suceder en el cargo, que incluiría a los oficiales que ocuparían las primeras jerarquías desde noviembre.
De los ocho que siguen en la cadena de mando al ex dictador, sólo pasaría a retiro, por cumplir 38 años de servicios, el general Hernán Ramírez, y se postergaría en cambio el relevo del actual vicecomandante, Guillermo Garín.
A Garín, el gobierno le aplicaría por segunda vez la Ley Canessa, llamada así porque se creó en 1982 para favorecer al entonces vicecomandante, Julio Canessa, quien fue mantenido en el cargo.
Dentro de la peculiar normativa que las Fuerzas Armadas se dieron durante la dictadura, los jefes del ejército, la armada, la aviación y de la policía de Carabineros quedaron exentos del paso a retiro por años de servicio.
Así, Pinochet es hoy por hoy un ejemplo de gerontocracia militar y se le identifica, a sus 81 años, como el comandante en servicio activo más anciano del mundo.
Frei debe resolver en noviembre si prorroga para Garín la Ley Canessa, que ya le aplicó en 1996, en cuyo caso el actual vicecomandante se consolidaría como el más probable, pero no como el seguro, sucesor de Pinochet.
La lista de posibles "herederos" incluye a los generales Rafael Villarroel, jefe del Estado Mayor, Patricio Acevedo, inspector general del ejército, Luis Cortés, jefe de la guarnición de Santiago, Guillermo Sánchez, jefe del Comando Administrativo; Ricardo Izurieta, jefe del Estado Mayor de la Defensa, y Sergio Moreno, comandante del primer cuerpo del ejército.
En una reunión social privada, Pinochet recalcó que quien decide en última instancia sobre el futuro comandante en jefe es Frei, restando así connotaciones de imposición a la lista que él mismo se encargó de hacer trascender oficiosamente.
El mandatario, a su vez, puntualizó que no deben confundirse los procesos de calificación para el nuevo escalafón de mando, que se llevará a cabo en octubre, con la designación del nuevo comandante, para lo cual hay plazo hasta el 11 de marzo de 1998.
El lapso que mediará entre ambas resoluciones dependerá a la postre del ex dictador, quien podría de manera voluntaria fijar su retiro para una fecha anterior al fin de su mandato.
En medios derechistas se estimó como muy probable que Pinochet busque hacer coincidir su retiro con la designación del nuevo comandante, para no exponer a su heredero a la incómoda situación de transición de largo aliento.
Del mismo modo, en esos círculos se asegura que el veterano general es el más interesado en que la designación de su sucesor aparezca como un acto soberano del presidente Frei, originado en la institucionalidad que creó el régimen militar.
En cualquier caso, todos los potenciales sucesores son oficiales formados en el pinochetismo, con una experiencia castrense asimilada a la dictadura, ya que en 1973 todos ellos se incorporaban a las escalas de mando. (FIN/IPS/ggr/ff/ip/97