Austria, Luxemburgo e Italia se oponen a que la Unión Europea (UE) permita el ingreso a la región de alimentos alterados genéticamente, comunes en los supermercados de Estados Unidos.
Los tres países impusieron prohibiciones unilaterales a los organismos alterados genéticamente. Mientras, la comisión ejecutiva de la UE, que habilitó la venta de los productos en diciembre, está considerando tomar medidas para obligar al trío a acatar la decisión.
Los alimentos, entre ellos maíz vendido por la firma transnacional Novartis, con base en Suiza, y frijoles de soja de la empresa Monsanto, de Estados Unidos, fueron alterados para incluir un gen que produce un pesticida natural.
Los opositores del proceso temen que, con el tiempo, las plagas se tornen resistentes a los efectos del pesticida natural, llamado Bt (Bacillus thuringiensis) y afirman que no están documentados de forma adecuada los efectos de añadir genes a la cadena alimenticia humana.
Otros advierten que formas de vida beneficiosas fueron perjudicadas al comer plagas que se alimentan de plantas modificadas.
El efecto general podría ser devastador para agricultores orgánicos, que rechazan productos químicos y utilizan medios naturales para controlar las plagas.
El Bt es un microorganismo productor de una toxina que inhibe a las plagas en forma natural, su pulverización no deja restos de veneno en los cultivos y se degrada sin riesgo para el ambiente.
Los pulverizadores de Bt constituyen el pesticida natural más importante del mercado, porque pueden individualizar ciertas plagas sin tener efectos nocivos sobre mamíferos, aves o especies de insectos y microorganismos beneficiosos, según los ambientalistas.
Pero ahora las empresas químicas separaron el gen que produce la toxina y lo añadieron al maíz. El temor es que las plagas que coman el alimento modificado produzcan una generación de insectos resistente al Bt que arruine a la comunidad agrícola orgánica.
Ingenieros genéticos transfirieron partes del gen Bt a una variedad de plantas como maíz, papa, arroz, tomate, manzana, nuez y tabaco para hacerlas resistentes a los insectos.
"La estrategia de corto plazo de la industria agroquímica también inutilizará a los pulverizadores biológicos de Bt en poco tiempo y dejará a los agricultores orgánicos sin alternativa biológica", aseguró Benedikt Haerlin, de la organización ambientalista Greenpeace.
"Es probable que el uso a gran escala de las plantas cree resistencia en la población de insectos y genere la necesidad de nuevos pesticidas químicos o biotecnológicos", añadió.
Las empresas niegan que haya riesgos. "Varias agencias gubernamentales de Estados Unidos aprobaron los cultivos así que tenemos confianza en que son una tecnología segura", declaró a IPS Dan Holman, de Monsanto.
"En Estados Unidos, la zona utilizada para cultivar variedades modificadas genéticamente aumentó de casi 2,5 millones de hectáreas en 1996 a más de 12 millones en 1997", señaló el comisionado europeo para la agricultura, Franz Fischler.
"Podemos esperar que casi 40 por ciento de todos los frijoles de soja cultivados en 1998 sean modificados genéticamente y las cifras de las empresas revelan que las utilidades de este sector se multiplican", añadió.
Entre 50 y 60 por ciento de los alimentos procesados producidos en Estados Unidos y Europa contienen soja.
Activistas aseguran que las posibles ganancias ciegan a las personas ante los peligros teóricos. Greenpeace indicó que la posición de la comisión sobre los organismos modificados genéticamente se basó en pruebas inadecuadas.
"A pesar de la creciente evidencia científica que confirma los peligros de las plantas modificadas genéticamente, la Comisión sigue permitiendo que la presión comercial de Estados Unidos decida sus políticas", dijo la portavoz de Greenpeace Isabelle Meister.
Luego de que la Comisión autorizara los organismos modificados genéticamente en 1996, Austria, Italia y Luxemburgo invocaron el artículo 16 del tratado de la UE que permite a los estados miembros excluirse de las normas de la Unión si temen peligro para su salud o seguridad nacional.
La semana pasada, un comité de expertos revisó y rechazó el caso de los tres países y decidió que deben levantar la prohibición. El Comité Regulador (que representa a los 15 estados miembros) aún debe ratificar la decisión antes de noviembre para que pueda aplicarse.
Luego de ese paso, el consejo de ministros de la UE debe decidir por unanimidad y, en última instancia, el trío puede apelar ante la Corte Europea.
El 16 de agosto, la revista británica "New Scientist" informó que una nueva investigación francesa halló que las plantas modificadas genéticamente para rechazar insectos destructivos también pueden dañar a los beneficiosos, como las abejas, acortando sus vidas y reduciendo su capacidad para reconocer olores.
Los científicos hallaron que plagas como el insecto perforador del maíz absorbe la toxina Bt. Insectos depredadores beneficiosos que controlan a los perforadores también son afectados.
La revista suiza "Facts" señaló que dos de cada tres larvas de insectos depredadores beneficiosos murieron cuando se las alimentó con perforadores de maíz europeos que comieron maíz modificado genéticamente.
La Comisión reconoce la posibilidad pero sostiene su decisión de que el maíz modificado en forma genética no "constituye un riesgo para la salud humana o el ambiente" y admite sólo que un gen contenido en algunos cultivos modificados podría desarrollar resistencia en inectos "que puede causar problemas posteriores".
Austria afirma que luchará contra la decisión en la corte, si es necesario.
Luxemburgo está considerando sus opciones y la ministra de salud de Italia, Rosi Bindi, tomará una decisión en octubre, aunque su prohibición original sobre los organismos modificados genéticamente advierte sobre "la ausencia de programas de control y los consiguientes riesgos de daño para el ecosistema".
Austria se volcó a los pesticidas tradicionales y la agricultura libre de alteración genética. En 1996, 20.000 granjas abandonaron prácticas de agricultura intensiva.
La mayoría son pequeños productores que producen cosechas caras que sólo pueden competir con producción industrializada sobre la base de la pureza biológica.
Los plazos son justos. La cosecha anual de maíz genéticamente modificado se levanta ahora en Estados Unidos, y las primeras importaciones a Europa desde la habilitación de este tipo de producto llegarán en breve al mercado europeo.
La semana pasada una coalición de organizaciones ambientales, agrícolas y científicas iniciaron un juicio contra la Agencia de Proteccón Ambiental de Estados Unidos (EPA), alegando negligencia en su aprobación de productos alterados genéticamente.
Varias multinacionales químicas y de ingeniería genética incluyendo Novartis, Monsanto, AgrEvo y Pioneer comenzaron la comercialización de plantas genéticamente modificadas con Bt. La comercialización del maíz también fue aprobada en Canadá y México.
Los demandantes afirman que "al aprobar plantas transgenéticas con la toxina Bt, la EPA amenaza seriamente el futuro de la agricultura orgánica y pone en peligro la variedad genética de importantes cultivos para alimentación como maíz, papas y tomates".
Los 31 demandantes exigieron que la EPA retire la aprobación de plantas que llevan el código genético del Bt y se abstengan de cualquier nuevo registro de este tipo de plantas. (FIN/IPS/tra-en/ns/mom/rj/aq-lp/dv-ip/97)