Canadá, Estados Unidos y México deben coordinar sus esfuerzos para combatir la contaminación con el mismo espíritu que demostraron para la integración económica, según una importante organización no gubernamental regional.
Los países firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) deben acordar metas y cronogramas para reducir la contaminación aérea, según la Comisión para la Cooperación Ambiental (CEC), con sede en Montreal, grupo creado por un acuerdo paralelo al del bloque.
Las sustancias tóxicas, como los pesticidas, el mercurio y la "lluvia ácida" constituida por dióxido de azufre y óxido de nitrógeno, cruzan las fronteras nacionales por aire, tierra y agua y amenazan la salud humana, sostuvo un informe de la CEC difundido esta semana.
Por tanto, el esfuerzo conjunto es la mejor manera de reducir la contaminación, recomendaron los 30 científicos de los tres países que elaboraron el documento.
Varios foros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) abordan los problemas ambientales, pero, según el director de la división científica de la CEC, Andrew Hamilton, que en América del Norte es más fácil cumplir las metas y compensar la tendencia actual que restringe el asunto a los niveles nacionales.
"Podemos actuar con mayor rapidez aquí que en la ONU", dijo Hamilton a la prensa.
Más de la mitad del ozono a nivel del suelo en Toronto, Canadá, en un día caluroso de verano, procede de Estados Unidos, mientras varios tipos de contaminantes emanados de Los Angeles y San Diego contribuyen con el alto nivel de contaminación aérea en Tijuana, México.
Entre 15 y 25 por ciento de las dioxinas depositadas en el lago Michigan, al norte de Estados Unidos, tienen su origen en lugares tan remotos como el sur de Texas, según estudios científicos.
Además, productos químicos semivolátiles lanzados al aire en América del Norte y otras partes aparecen luego en el océano Artico y zonas montañosas de los tres países.
Entre las fuentes de estos contaminantes aéreos figuran plantas de energía eléctrica, vehículos motorizados (en especial camiones), la quema de combustibles fósiles de algunas industrias, incineradores municipales y de residuos médicos y sustancias químicas utilizadas en agricultura.
La decisión política de reducir la contaminación en el TLC no implica pérdida de soberanía nacional para Canadá, Estados Unidos o México, dijo Paul Muldoon, abogado de la Asociación Legal Ambiental Canadiense, de Toronto, que colaboró con el informe de la CEC.
"Sólo se pide a los países que enfrenten sus problemas comunes", señaló Muldoon.
Ya existen regímenes regionales como el Acuerdo de Calidad de los Grandes Lagos, de la Comisión Internacional Conjunta entre Canadá y Estados Unidos, que constituye "un buen modelo", añadió Muldoon.
Pero Muldoon y otros ambientalistas canadienses dudan que el informe de la CEC genere medidas concretas.
El gobierno canadiense trata de limitar el poder y la extensión de su Departamento de Ambiente, el organismo homólogo en Washington, la Agencia de Protección Ambiental, logró retener cierto peso a pesar de los ataques del Congreso dominado por el opositor Partido Republicano, destacó Muldoon.
Ontario, la provincia más poblada e industrializada de Canadá, es también el tercer mayor contaminante del continente, según un estudio anterior de la CEC, basado en datos de 1994 sobre emisiones tóxicas de las industrias de los dos países septentrionales del TLC.
El informe de 1997 sobre contaminación aérea actualiza la información sobre los peligros para el ambiente.
Desde su elección en 1995, el actual gobierno del Partido Conservador en Ontario redujo 40 por ciento el personal de su Departamento Ambiental e inició un proceso de desregulación general a la protección de sus recursos naturales, de los más "vigorosos" de su tipo en el continente, aseguró Muldoon.
La decisión de clausurar viejos y problemáticos reactores nucleares de la compañía de propiedad provincial Ontario Hydro, provocó una mayor dependencia de la energía generada por combustibles fósiles, una fuente importante de gases de invernadero, lluvia ácida y humo.
Kevin Jardin, de la organización Greenpeace Canadá, dijo que Ontario podría sufrir en el futuro una contaminación adicional de 51.000 toneladas de óxidos de nitrógeno, 129.000 de óxido de azufre y 28 millones de dióxido de carbono, "más que la contaminación liberada por siete millones de automóviles".
Otras fuentes de contaminación en Ontario son las grandes industrias de papel y el sector petroquímico, indicó Jardin. "La contaminación aérea tiene un impacto significativo en la salud. Unas 1.800 personas mueren cada año debido al dióxido de azufre, el óxido de nitrógeno y otros contaminantes", explicó.
La creciente descentralización constitucional del país socavará el apoyo que el gobierno canadiense pueda brindar a protocolos internacionales sobre contaminación aérea o calentamiento mundial causado por los gases de invernadero atrapados en la atmósfera terrestre, agregó Jardin.
Los gobiernos provinciales tienen la facultad de hacer cumplir o no las normas que protegen los recursos naturales y "Ottawa no quiere una confrontación con las provincias", aseguró Jardin. (FIN/IPS/tra-en/pw/mk/aq-mj/en/97