TAILANDIA: Mujeres cargan en sus hombros la crisis económica

La crisis económica que se abatió sobre Tailandia afectó a todos los sectores de la sociedad, pero las mujeres cargan sobre sus hombros el grueso de las dificultades, observan los analistas.

Las mujeres tailandesas constituyen la mitad de la fuerza de trabajo del sector manufacturero del país asiático y son una abrumadora mayoría en las industrias exportadoras.

Más de 80 por ciento de los trabajadores de las fábricas textiles, de alimentos, de piedras preciosas y joyería, de calzado, del cuero y de productos electrónicos son mujeres.

Ellas están perdiendo con rapidez sus trabajos debido al enlentecimiento de las exportaciones y el crecimiento del producto interno bruto (PIB), que fue el año pasado el preludio a la devaluación del baht, la moneda nacional, el 2 de julio.

"El impacto de la crisis será, por cierto, muy severa entre las mujeres, que forman la columna vertebral de la economía tailandesa", sostuvo Sutheera Thomson, del Instituto de Investigaciones sobre Género y Desarrollo.

En el pasado, los empleadores preferían a las mujeres por su supuesta "obediencia", "docilidad" y deseo de trabajar aun por salarios bajos. Esas mismas características las convirtieron en el eslabón más vulnerable de la caída de la economía.

Cientos de trabajadores han sido despedidos, numerosas empresas se declaran en bancarrota y los nuevos empleos dejaron de aparecer a comienzos del año pasado, cuando la crisis comenzó a manifestarse.

Las exportaciones de Tailandia registraron en 1996 su más bajo crecimiento, apenas 0,3 por ciento, cuando el año anterior había sido de 23 por ciento.

El crecimiento del PIB, en tanto, cayó a 6,8 por ciento y se prevé que será de 3,5 por ciento este año, después de haber alcanzado un promedio de ocho por ciento anual desde 1986.

El Instituto del Banco de Granjeros Tailandeses informó que 66 empresas despidieron a más de 4.467 empleados administrativos en los seis primeros meses de 1996.

No se han hecho mediciones oficiales al respecto desde entonces, pero fuentes industriales estimaron en 200.000 la pérdida de empleos en sectores intensivos como la vestimenta, el calzado, la joyería y la alimentación. La población de Tailandia es de casi 60 millones de habitantes.

Después de haber restringido su participación en el mercado laboral a la agricultura, las tailandesas migraron en grandes masas a las ciudades en los años 70. Casi 87 por ciento de la fuerza de trabajo femenino en los años 60 era agrícola, pero esa cifra cayó a principios de los 90 a 57 por ciento.

Estas estadísticas pueden haber alegrado el corazón de quienes aspiran a un mejor papel para las mujeres en la industria nacional, pero, en realidad, los empleadores no tuvieron motivos nobles para contratarlas en lugar de los hombres.

Una investigación sobre el uso generalizado de mano de obra femenina en las industrias exportadoras del sudeste de Asia la atribuye a su menor costo en comparación con la masculina, la mayor productividad y "el alto grado de control y predictibilidad".

Los empleadores, según este informe, consideran que las mujeres son mejores porque creen que protestarán menos contra las malas condiciones de trabajo.

"Las tailandesas jugaron un papel clave en la economía nacional, pero al precio de sufrir discriminación en los lugares de trabajo", dijo Rangsima Limpisawas, de la Fundación para las Mujeres, una organización femenina con sede en Bangkok.

Las mujeres en el sector manufacturero reciben el mismo salario mínimo que los hombres, pero la equidad se termina a la hora de determinar comisiones. Los sindicatos estiman que las mujeres reciben menores aumentos y que la discriminación persiste cuando se calculan edad de jubilación y montos de retiro.

En la mayoría de las industrias, las mujeres se ven obligadas a retirarse a los 40 años de edad, mientras los hombres pueden continuar hasta los 60.

La falta de oportunidades de educación también hacen de las mujeres presa fácil de empleadores deshonestos. Más de 60 por ciento de las empleadas en el sector manufacturero no ha cursado más que educación primaria, y los patrones esgrimen ese dato como argumento para negarles incluso el salario mínimo.

La consecuencia más grave de la discriminación contra las mujeres es el crecimiento del ya saturado sector de servicios sexuales.

"Con la caída de la industria, las mujeres regresarán a las tareas agrícolas. Pero la tierra escasea, y se verán obligadas a encontrar de nuevo un empleo, en cualquier lugar y de cualquier tipo", pronosticó Nong Yao Nawarat, del Centro Femenino de la Universidad Chiang Mai, en el norte de Tailandia.

"Muchas acabarán en la industria sexual, aquí o en países como Malasia o Singapur", agregó.

Las trabajadoras sexuales serán aun más vulnerables que hoy, y ya reciben bajos salarios, sus condiciones de trabajo son casi carcelarias y a menudo estafadas por sus clandestinos empleadores.

"Nadie se ha dado cuenta hasta ahora cuán seria es la crisis económica en Tailandia y cómo afectará la vida de las mujeres", agregó Nong.

El gobierno, en un desesperado intento de recaudar más divisas extranjeras y fortalecer sus reservas, planea ampliar su sector turístico. Como consecuencia, más mujeres se verán arrastradas a la "industria del entretenimiento", que incluye la prostitución.

Pero los establecimientos turísticos procurarán reclutar a mujeres jóvenes para competir con bares y clubes nocturnos.

"La capacidad de obtener un ingreso es importante para las mujeres porque les da mayor poder en sus hogares. Pero hoy vuelven a los días de subyugación a manos del hombre", dijo Ullai Virakul, empleada doméstica en Bangkok. (FIN/IPS/tra-en/tg/ral/if pr lb/97

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