Los mosquiteros impregnados de insecticidas, que redujeron en Africa la muerte de niños por malaria, impiden el desarrollo de defensas naturales contra la misma enfermedad, según suponen investigadores británicos y kenianos.
Científicos del Instituto de Investigación Médica de Kenia, en Nairobi, y de la británica Universidad de Oxford, sugieren que la protección a edad temprana haría más susceptibles a los niños a la malaria en años posteriores, cuando los síntomas son más graves.
El mosquitero rociado de insecticidas, un método sencillo y económico de prevención, sólo comenzó a usarse en los últimos años en Africa y no hay elementos a largo plazo para comparar la situación de las viviendas en que se utiliza el sistema con aquellas en que no se ha empleado.
No obstante, se admite en general que las formas más peligrosas de malaria son menos frecuentes en zonas donde la exposición de los niños al mal es muy alta, posiblemente porque su inmunidad es mayor.
Los menores de seis meses de edad tienen mejores posibilidades de sobrevivir a un ataque del mosquito transmisor que niños y niñas mayores, porque aún cuentan con los anticuerpos recibidos de su madre.
Los investigadores estudiaron casos graves de malaria en cinco zonas de Africa con distintos niveles de exposición a la enfermedad y compararon la edad de los afectados y la mortalidad verificada entre ellos.
También consideraron la cantidad de niños internados en hospitales con diagnóstico grave de malaria y comprobaron que el menor número de casos correspondía a Bakau, Gambia, la zona donde la malaria es del tipo más benigno. Sólo dos por ciento de las niñas y niños menores de nueve años están infectados en Bakau.
Sin embargo, la mayor cantidad de internaciones no ocurrió en las zonas de infección más intensa, sino donde era moderada: Sukuta, en Gambia, con una tasa de infección de 37 por ciento, y Kilifi North, en Kenia, con 49 por ciento.
En las áreas de mayor transmisión de la malaria, como Kilifi del Sur y Siaya, Kenia, que presentan un índice superior a 75 por ciento, la cantidad de internados fue menor.
Así mismo, los investigadores indagaron la incidencia de la malaria cerebral, la forma grave del mal, que provoca el coma y mata a 20 por ciento de los infectados.
La mayor cantidad de casos de malaria cerebral se halló en zonas con las tasas de infección más bajas y el menor número en áreas de tasa elevada.
Bob Snow, del grupo investigador, cree posible que en zonas de gran infección, donde abunda el uso de mosquiteros para proteger a los niños, la presencia de la malaria cerebral se postergue hasta que aquellos superen los tres años y pasen más tiempo fuera del ambiente protegido.
A los tres años, los niños estarían más expuestos a contraer la enfermedad, dado que no desarrollaron imnunidad natural mientras estaban protegidos todavía por los anticuerpos recibidos de su madre.
Las conclusiones de los investigadores fueron rechazadas por agencias de ayuda que trabajaron arduamente en los últimos años para distribuir mosquiteros entre las comunidades en riesgo de contraer malaria.
Las sugerencias de Snow son "irresponsables", sostuvo Jacqueline Cattani, directora de un programa especial de mosquiteros financiado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Los mosquiteros reducen en forma importante la probabilidad de que los niños mueran antes de los dos años de edad, afirmó Cattani. Sin embargo, otros científicos piensan que el tema merece mayor investigación.
Los mosquiteros no deben negarse a las personas que corren mayor riesgo, pero es importante reconocer que existe una relación compleja entre el parásito de la malaria y su receptor.
Si esa relación se altera, "podría haber sorpresas", advirtió Brian Greenwood, de la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Las diferencias que hallaron Snow y sus colegas podrían explicarse también por otros factores, como la variedad de parásitos presentes en distintas zonas y la diversidad de modos de transmisión según las temporadas, observó Greenwood.
Lo que demuestra el trabajo de Snow es la necesidad de mayor investigación de un asunto complejo, agregó.
Mientras, no es probable que disminuya el uso de mosquiteros, pues se ha demostrado que no sólo reducen entre los niños pequeños la incidencia de la malaria sino también de otras enfermedades, como la pulmonía.
Al parecer, la protección contra la malaria mejora por lo general la salud de los niños, explicó Louis Molineux, ex director de control de enfermedades tropicales de la OMS.
El aumento de casos de malaria cerebral que provocaría el uso de mosquiteros sería compensado ampliamente por la disminución de muertes por otras enfermedades, dijo Molineux.
La solución del problema es complicada, ya que requiere un proyecto de largo plazo para comparar viviendas con y sin mosquiteros, y eso implicaría permitir en forma deliberada que mosquitos portadores de la malaria ataquen a niños, una idea contraria a la ética.
La comparación sólo será posible, a largo plazo, entre las zonas donde se utilizan los mosquiteros y aquellas en que no se emplean.
Pero la financiación para este tipo de investigación no está disponible en la actualidad y el tema seguirá siendo polémico en el futuro próximo. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/aq-ff/he/97