Integrantes de gobiernos de América Central sostienen que el levantamiento del embargo a la venta de armas decidido por el presidente estadounidense Bill Clinton puede desatar una carrera armamentista y el regreso de las tensiones a esta región.
Los cancilleres de Panamá y Costa Rica, Ricardo Alberto Arias y Fernando Naranjo, apoyaron la propuesta del ex presidente costarricense Oscar Arias para que los países de América Central decreten una moratoria de dos años a la compra de nuevas armas como respuesta al fin del embargo.
El principal argumento esgrimido por los tres dirigentes es que el proceso de pacificación regional, iniciado hace diez años tras un conflicto armado que dejó 400.000 muertos, no resiste una carrera armamentista.
Aunado a ello, se encuentran los graves problemas sociales y económicos que sufren los países de la región, donde alrededor de 70 por ciento de los 31,5 millones de habitantes se encuentran en la pobreza absoluta.
El ex presidente Arias, premio Nobel de la Paz en 1987 por sus esfuerzos en pro de la pacificación de América Central, dijo que con el levantamiento del embargo "se corre el riesgo de echar por tierra los limitados logros que se han alcanzado en el ámbito de la desmilitarización democrática".
Cuatro de los seis países del istmo invierten más de uno por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) en gastos militares y uno de ellos, Nicaragua, ocupa el quinto lugar de América Latina en esa materia detrás de Chile, Ecuador, Colombia y Uruguay.
Chile, con el 3,8 por ciento de su PIB destinado a gastos militares se encuentra en el primer lugar regional, seguido por Ecuador, con 3,7, Colombia, 2,6, Uruguay (2,4) y Nicaragua, con 2,2 por ciento.
Tras considerar "lamentable" la decisión de Clinton, quien puso fin al embargo adoptado hace 20 años por el ex presidente James Carter, Naranjo afirmó que Costa Rica apoya plenamente la moratoria propuesta por Arias.
Panamá ha manifestado reiteradamente su temor de que "el levantamiento del embargo de armas ocasione un armamentismo innecesario en la región", agregó.
Clinton justificó su decisión en razón de que los países de América Latina han superado los conflictos internos y presentan "un nuevo grado de maduréz, cooperación y diálogo, y ahora que se fortalece su democracia y crece su economía muchos de ellos sienten la necesidad de modernizar sus Fuerzas Armadas".
Arias exhortó a los gobiernos de la región ha "hacer uso de una posición racional y sensata para evitar la compra innecesaria de armamento bélico".
Dirigentes políticos como el panameño Ramiro Vázquez Chambonet advirtieron que en América Latina existen por lo menos once conflictos fronterizos que pueden provocar choques armados, como ocurrió a inicios de 1995 entre Ecuador y Perú.
Vazquez Chambonet, ex sub secretario general del gobernante Partido Revolucionario Democrático de Panamá, indicó que esos potenciales conflictos son la excusa que esgrimen algunos líderes militares para empujar el armamentismo en sus países.
Esa postura cuenta con el aval y el impulso de sectores militares de Estados Unidos que aspiran a retomar el control de los ejércitos de América Latina como en décadas anteriores, así como de los fabricantes de armas, en busca de nuevos y jugosos negocios.
Julio Yao, experto en relaciones de Estados Unidos con Panamá y América Latina, dijo que el levantamiento del embargo es también "una abierta provocación a los pueblos latinoamericanos empobrecidos por las políticas neoliberales".
Yao precisó que las empobrecidas economías latinoamericanas se verían forzadas a destinar recursos del área social a la compra de armas, con el "consiguiente peligro de retorno de los militares al poder".
De acuerdo con un reciente informe de la no gubernamental The Heritage Fundation de Estados Unidos, 36,58 por ciento de los 405.798 millones de dólares otorgados por Washington entre 1946 y 1990 en asistencia económica al exterior fue canalizada hacia la compra de armamentos.
De ese total América Latina recibió 27.773 millones de dólares en asistencia económica para proyectos civiles y 4.421 millones en asistencia militar.
Según la Heritage Fundation, hubo una época en que las armas y pertrechos comprados con la ayuda económica de Washington "tenían que ser indefectiblemente de manufactura estadounidense sin importar que hubiesen otros de superior calidad e inferior precio" en el mercado mundial. (FIN/IPS/sh/dg/ip/97)