México tiene las peores notas en materia de ciencia y tecnología dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El bajo desempeño, conocido el fin de semana a través de un estudio oficial, generó hoy un intenso debate entre autoridades y expertos.
Con un gasto en ciencia y tecnología que representa 0,33 por ciento de su producto interno bruto anual, tasa inferior en 2,17 por ciento al promedio que registran los países de la OCDE, el futuro productivo de México aparece anclado en gran medida al desarrollo tecnológico foráneo.
"Un país que no genera ciencia aplicada y vive de comprar tecnología está condenado a competir en los mercados de segunda clase", dijo José Yacamán, ex director para Investigación Científica del estatal Consejo Nacional de Ciencia y Teconología (CONACYT).
En México, nueve de cada 100.000 personas de la población económicamente activa se dedican a la investigación y al desarrollo experimental, mientras en otros países de la OCDE como Francia y Alemania esa relación es de 1.240 por 100.000, señala el informe presentado por el CONACYT el fin de semana.
El país latinoamericano adquirió su membrecía en la OCDE, que reúne a las 25 economías mas poderosas del planeta, en mayo de 1994. Desde su ingreso al organismo, realiza diversos estudios para comparar sus niveles de desarrollo con los de sus socios.
"Nuestra ciencia ha estado tradicionalmente aislada de la problemática del país, hay que crear ese vínculo y aumentar con urgencia el ritmo en la producción de científicos de alto nivel si queremos dar un salto cualitativo en el desarrollo", declaró Yacamán.
Según el CONCYT, 94,3 por ciento de las patentes tramitadas en México son desarrolladas por extranjeros. El coeficiente de inventiva en el país es de apenas 0,1 por ciento, mientras en Alemania es de 4,7 y en Estados Unidos de 3,6, apunta el estudio.
"Somos una sociedad tecnológicamente inactiva, pero ya adquirimos coinciencia de que en la economía globalizada sólo podremos competir si vinculamos la actividad científica con la vida productiva", sostiene Carlos Bazdresch, director general del CONACYT.
El desarrollo es responsabilidad de los empresarios, "quienes deben entender que tarde o temprano sus negocios desaparecerán sino invierten en investigación tecnológica", de las universidades, del Estado y de la sociedad en general, expresó Bazdresch.
El funcionario sostuvo que hay positivas perspectivas para el futuro.
México, el mayor exportador de América Latina -alrededor de 80 por ciento del total de sus ventas son productos de las maquilados y petróleo-, registró en el año pasado 33.297 personas dedicadas a actividades científicas, nueve por ciento más que en 1995.
Por otro lado, la cifra de científicos e ingenieros dedicados a labores de investigación se ubicó en 5,5 por cada 10.000 personas de la población económicamente activa, 12 por ciento más que hace dos años.
Para Yacamán, el rezago científico de México es una de las consecuencias del aún escaso desarrollo educativo en relación a los países considerados ricos.
Entre 1980 y 1995, el gasto del Estado por cada alumno de educación media disminuyó 43 por ciento, mientras el número de estudiantes creció 53 por ciento.
En el mismo período en educación superior el gasto cayó 28 por ciento por alumno y en niveles de posgrado descendió 64 por ciento.
Datos oficiales indican que de cada 100 niños mexicanos que se incriben en la escuela sólo uno logra ingresar a la universidad. Alrededor de 48 por ciento de la población nunca termina la primaria.
México gasta menos del cinco por ciento de su producto interno en educación, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura recomienda invertir ocho por ciento.
A pesar de los rezagos respecto a otros países, México tiene un desarrollo educativo y tecnológico importante. "No estamos ni en la calle ni en pañales, quizá los esfuerzos no han dado los resultados esperados, pero se han hecho", dijo Bazdresch. (FIN/IPS/dc/dg/ct-dv/97)