Países del Golfo buscan reducir la dependencia de la región de la fuerza de trabajo extranjera barata y forzar a los empleadores a dar preferencia a la población local.
Emiratos Arabes Unidos (EAU) envió unos 150.000 trabajadores extranjeros a sus países de origen el año pasado, la mayoría de los cuales habían superado los plazos de las autorizaciones legales y trabajaban por muy bajos salarios.
El gigante regional Arabia Saudita decidió expulsar a unos 100.000 trabajadores extranjeros, en general asiáticos. A comienzos de este año, el gobierno reservó 14 categorías de empleo para ciudadanos sauditas.
El Ministerio del Interior saudita advirtió a los empleadores la semana pasada que arriesgan ir a la cárcel por seis años y pagar multas de hasta 26.700 dólares si emplean a trabajadores sin documentos válidos, informó al Agencia de Prensa Saudita (SPA).
Arabia Saudita se propone encontrar empleo para 700.000 ciudadanos antes del 2000. Ahora, sólo 10 por ciento de estas personas trabaja, aunque el gobierno gasta libremente en educación y urgió al sector privado en repetidas ocasiones a que emplee a sauditas.
El gobierno de Kuwait se propone reservar 25 por ciento de los puestos de trabajo industriales a los kuwaitiés. El estado del Golfo tiene una población de 1,96 millones de personas, incluyendo 876.586 extranjeros que dominan la fuerza de trabajo, en particular en la industria del petróleo.
Los expatriados superan a la población local en la fuerza de trabajo del Golfo, exceptuando a Omán. La mayoría de los trabajadores extranjeros proviente de Asia, en particular del sur del continente. También hay un alto número de árabes de Medio Oriente, y pequeñas comunidades occidentales.
La mayoría de los ciudadanos del Golfo trabaja para el gobierno, un empleador menos demandante que el sector privado. Con servicios de bienestar social asegurados desde la cuna hasta la tumba, buscan trabajos de altos salarios, dejando los empleos menores y el sector privado a los trabajadores expatriados.
Pero los gobiernos de la región, que incluyen a Qatar y Bahrain, golpeados por la guerra del Golfo y la aguda caída de los precios del petróleo en los años 90, intentan persuadir a su población de que se vuelque al trabajo.
Kuwait se embarcó en un intento por hacer menos atractivo al sector privado la contratación de extranjeros, haciendo que los empleadores paquen la atención médica y elevando los aranceles de permisos de residencia e ingreso al país.
Además, Kuwait planifica reemplazar a los extranjeros en el sector público por kuwaitíes a un índice anual de 10 por ciento, y aumentar la capacidad del sector privado para absorber kuwaitíes, informó el ministro de Planeamiento, Ali Al-Zameia.
En EAU, el último censo oficial reveló que a fines de 1995 los nacionales sólo eran 580.000, y los extranjeros 1,79 millones, lo cual los convierte en 75,6 por ciento de la población total.
La mayoría de los expatriados son indios, casi 20 por ciento de la población. Los ciudadanos de Pakistán son unos 350.000, de Bangladesh 150.000, de Sri Lanka 100.000 y de Filipinas 90.000.
Los británicos constituyen la mayoría del grupo occidental, que también incluye a estadounidenses. Los japoneses ingresaron hace relativamente poco.
EAU es el tercer mayor productor de petróleo del Golfo, después de Arabia Saudita y Qatar. Sus ingresos por habitante se ubican entre los más altos del mundo, aunque en términos de desarrollo humano figuran entre los países en desarrollo.
Los tres prosperaron con el aporte del trabajo extranjero. Alrededor de 75 por ciento de la fuerza de trabajo de Qatar está integrada por inmigranes. La semana pasada, EAU anunció que el país continuará dependiendo del trabajo proveniente del exterior.
Omán, el segundo en extensión territorial después de Arabia Saudita, es mucho menos dependiente del trabajo de extranjeros, que sólo constituyen un tercio de su población de 1,5 millones.
El último en la región en encontrar petróleo, se convirtió en un país moderno con el aporte de su propio pueblo, ya que el gobierno asumió que las reservas eran limitadas e invirtió en desarrollo humano.
Omán fue el primer país en instalar una escuela médica, en la cual estudian hombres y mujeres, y en incluir mujeres en órganos de decisión política. (FIN/IPS/tra-en/am/an/lp/pr-lb-ip/97