/DERECHOS HUMANOS/HONG KONG: Disidentes chinos ponen libertad de prensa a prueba

Los disidentes chinos publican revistas alternativas en Hong Kong en la más total legalidad y ante las narices de las autoridades de Beijing, apenas un mes después de la devolución de esta ex colonia de Gran Bretaña a China.

Los activistas están decididos a poner a prueba los límites de la libertad de opinión y coinciden en que hasta ahora disfrutan de ese derecho, aunque algunos evalúan que se trata de la quietud previa a la tormenta.

Mientras tanto, editan revistas y publicaciones de variada índole dirigidas a promover la causa de la democracia en China. Muchos aseguran que continuarán haciéndolo hasta que los obliguen a detenerse.

Este mes, se puso a disposición del público la primera edición de Tendency Quarterly, editado por el disidente chino Bei Ling. Se trata de un conocido integrante del movimiento prodemocrático desarrollado en China en 1979 y 1980 y a quien se permitió ingresar a Hong Kong antes de la devolución del enclave.

La revista publicó sus primeros números en Shangai en 1988, un año antes de la masacre de opositores en la plaza de Tiananmen, en Beijing, cuando los intelectuales comenzaron a mostrarse más extravertidos. Pero las autoridades la clausuraron en 1992.

Unos 3.000 ejemplares de la revista se publican en Hong Kong y se envían a bibliotecas universitarias del resto de China. Bei no sabe si se permite a los estudiantes y profesores acceder a ese material, si bien su contenido es más literario que político.

Es probable que a Beijing no le preocupe que la publicación sea redactada por proscriptos, según el poeta.

Activistas de derechos humanos afirman que los contribuyentes de la revista, entre ellos disidentes en China y en Occidente, son acosados de forma rutinaria por funcionarios de la oficina de Seguridad Pública (ministerio del interior).

Uno de ellos, el editor de poesía Chen Dongdong, fue arrestado en Shangai hace dos meses y desde entonces no se sabe nada de él. Pero en Hong Kong no se han registrado amenazas en ese sentido.

"Esto es Hong Kong. Aquí existe un sistema legal. Las autoridades no pueden clausurar una revista porque no les guste la poesía. Las reglas de aquí son diferentes que en el resto de China. Pero aun queda por verse cuánto durará esta situación", dijo Robin Munro, de Human Rights Asia.

Hace tres meses, el principal grupo disidente en el exilio, la Alianza para la Democracia China, con sede en Estados Unidos, instaló una oficina empresarial en Hong Kong para distribuir su periódico China Spring.

"Creemos que la autonomía de Hong Kong permitirá de algún modo la supervivencia de la oficina", dijo Lo Chung, integrante del grupo en la hoy Región Autónoma de China.

Otro conocido disidente, Han Dongfang, quien fundó un sindicato en Shangai en 1989, en pleno auge prodemocrático, publica el China Labour Bulletin para informar sobre las condiciones de trabajo en las fábricas de China.

Su boletín pasa revista a aspectos delicados como la inquietud laboral y la lucha por el establecimiento de sindicatos libres en el resto del país. Desde la devolución del enclave no ha percibido diferencias.

"Sería imposible publicar la revista en otras partes de China, aun en aquellas zonas donde las leyes no lo prohibieran. Podrían enviarte a la cárcel. Pero esto es Hong Kong. Creo que Hong Kong es un lugar donde aún rige la ley", sostuvo Han.

Sin embargo, sería mejor "prepararnos para lo peor, pero al mismo tiempo no asustarnos y continuar trabajando", dijo. "No me detendré", agregó el activista.

Han cree que ya habrán señales de alerta para él y otros disidentes. "Estamos en las listas, pero no somos los primeros. Con seguridad, hay más de cien, pero antes irían a por otros", pronosticó.

Unos 4.000 ejemplares del Labour Bulletin se dirigen a China, pero es difícil estimar cuántos de ellos son leídos. "Continúo pensando que, aunque 50 por ciento de las copias sean requisadas por la policía, este trabajo es útil", manifestó.

"La policía en particular necesita cierta educación sobre democracia y los derechos de los trabajadores", explicó Han.

Los disidentes evalúan que este tipo de publicaciones cuentan con un público amplio, aunque se las desarme de modo que un lector solo dispone de una página por vez. La distribución desde Hong Kong al resto de China es el principal problema.

Fong So, editor de una revista especializada en periodismo de investigación que no es considerada disidente pero informa sobre asuntos delicados, cree que Beijing hace la vista gorda para seducir a Taiwan, el próximo objetivo hacia la reunificación.

"China puede usar este ejemplo para demostrar que puede cumplir su promesa de reconocer la libertad de expresión y que la fórmula 'un país, dos sistemas' es eficaz", dijo So. Pero aun es muy pronto para evaluar eso, agregó.

Otros recordaron que las autoridades chinas no suelen actuar hasta haber recolectado suficiente información sobre las personas involucradas.

Por eso, todos los disidentes coinciden en la importancia de ceñirse a las leyes de Hong Kong para no dar a Beijing ninguna excusa para limitarlos. Esto significa, entre otras cosas, abstenerse de incitar a la violencia o de defender la independencia de Tibet o de Taiwan.

"Las autoridades chinas no pueden desembarazarse de nosotros sin destruir las libertades de Hong Kong al mismo tiempo. Nosotros respetamos las leyes", dijo un disidente que reclamó reserva sobre su identidad. (FIN/IPS/tra-en/ys/js/mj/hd ip/97

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