Shanghai, la "capital de los magnates" de China en los años 20 y 30, cuando esa ciudad rebosaba de negocios, dinero y vida nocturna, pretende disputar a Hong Kong el título de centro financiero y comercial de Asia.
Shangai, de 13 millones de habitantes y sobre la costa oriental de China, intenta rcobrar su antigua gloria y posición en la región y convertirse en la urbe más cosmopolita del país.
El traspaso del capitalista Hong Kong a China, concretado el 1 de julio, preparó el escenario para una intensa rivalidad entre la nueva y poderosa Región Administrativa Especial, el estatuto otorgado a la ex colonia británica, y Shanghai, la municipalidad más próspera del continente.
Importantes proyectos están en curso o ya fueron concluidos en Shanghai, como un museo de bellas artes levantado al costo de 70 millones de dólares, un nuevo teatro de ópera, una moderna torre de telecomunicaciones y un flamante edificio municipal.
La infraestructura de la ciudad crece día a día con una nueva carretera de circunvalación, autopistas elevadas y un subterráneo de construcción alemana.
El frenético ritmo de la construcción en Shanghai duplica el de Londres en los años siguientes a la segunda guerra mundial, cuando la capital británica experimentó una explosión inmobiliaria.
Hoy, Shangai cuenta con 2.000 rascacielos concluidos o en construcción mientras nuevos edificios surgen diariamente y alteran su horizonte.
Shanghai es el centro de la zona económica especial de Pudong, cuyo nombre significa "al oriente del Huangpu", el río que divide a la ciudad.
Las autoridades prometieron 36.000 millones de dólares para el desarrollo de Pudong antes del nuevo siglo, convirtiéndola en una de las principales prioridades de inversión de China.
La inversión en Pudong excede aun la del polémico proyecto de la represa hidroeléctrica de las Tres Gargantas, sobre el río Yangtze, cuyo presupuesto hasta el 2010 es de 30.000 millones de dólares.
La construcción de la represa ha sido criticada por agotar los recursos financieros de la nación, que muchos arguyen tendrían mejor uso en proyectos como el de Pudong.
Los planes para Pudong comprenden un nuevo aeropuerto internacional, un puerto de aguas profundas, un sistema de telecomunicaciones de fibra óptica, una carretera de circunvalación, centrales de energía y dos túneles que cruzarán el río Huangpu.
La intensa construcción en la zona representa el éxito de los planificadores del desarrollo de Pudong, un antiguo territorio agrícola transformado en sólo siete años en centro de concentración de obras de infraestructura.
La historia de Pudong refleja el renacimiento de Shanghai como activa metrópolis.
La metamorfosis de la ciudad data de principios de los años 90, cuando los dirigentes de China decidieron que el experimento con reformas capitalistas en las zonas económicas especiales del sur debería equilibrarse con otro en el corazón del país, a partir de Shanghai.
Shanghai y las fértiles praderas adyacentes al río Yangtze son llamadas "la cabeza del dragón de China". Pero la ciudad, ojo del animal mitológico, cayó en decadencia durante casi 40 años, desde que los comunistas de Mao Zedong tomaron el poder en 1949.
Los líderes comunistas se mostraban recelosos frente a Shanghai, por su pasado capitalista.
La ciudad fue un puerto libre gobernado por extranjeros, especialmente británicos, franceses y estadounidenses, que arrancaron a China el derecho a establecerse luego de la guerra del opio de 1842.
Las fuerzas de Mao expulsaron a los extranjeros en los años 50. Muchos empresarios chinos huyeron a Hong Kong, dejando la ciudad languideciendo como centro industrial aislado.
Deng Xiaoping, que llegó a la cúspide del poder a finales de los años 70, para lanzar su programa de reformas, no incluyó a Shanghai en su audaz proyecto de reestructura económica.
Los historiadores del Partido Comunista explican la decisión de Deng porque era más fácil empezar algo de la nada en lugar de revivir una base industrial vieja y decadente.
Pero en 1990, cuando aún restaban siete años para la recuperación de Hong Kong, el gobierno adoptó una nueva estrategia y dio a Shanghai un gran impulso.
Aunque el gobierno celebra el regreso de Hong Kong, también pretende demostrar que el país puede generar prosperidad y riqueza en su propia tierra, sin necesidad de una administración británica, como fue el caso en la ex colonia.
El éxito de Shanghai sería el modo de probar esa afirmación. No se limitan esfuerzos o dinero para restaurar a la ciudad su antigua gloria y asegurar que supere a Hong Kong, la "Perla del Oriente".
Sin embargo, muchos no concuerdan con la idea de que es sólo una cuestión de tiempo antes de que Shanghai deje atrás a Hong Kong.
Sólo Nueva York y Londres tienen más instituciones financieras extranjeras que Hong Kong, uno de los territorios más ricos del planeta, que cuenta con la segunda bolsa de valores y el mayor mercado de oro de Asia.
"En comparación con las bolsas de Nueva York y Hong Kong, la de Shanghai es una adolescente", advirtió a la agencia china Xinhua Eliot Clauss, presidente de la Cámara de Comercio Estados Unidos-China.
Algunos analistas creen que Shanghai será el corazón financiero de la economía nacional y Hong Kong lo será para el comercio internacional.
"Shanghai será más atractiva para los empresarios de los países ricos si sus sectores financieros y de servicios operan según los estándares internacionales", señaló Clauss. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/aq-ff/if/97