La tala indiscriminada de las selvas tropicales fuerza a los pigmeos del sur de Camerún a dejar su modo de vida nómada y enfrentar los desafíos de la sociedad moderna.
Uno de los grupos que tuvo que adaptarse a los asentamientos permanentes es el bagyeli, que vive entre Lolodor, 300 kilómetros al sur de esta capital, y el puerto atlántico de Kribi.
Al igual que muchos otros grupos pigmeos, solía migrar de sitio en sitio, sobreviviendo de la caza y la recolección de frutos, viviendo en chozas temporales hechas de ramas y hojas.
Pero en las últimas dos o tres décadas se ha visto afectado por la tala a gran escala y la destrucción de la selva para la construcción de caminos y para la agricultura. El proceso los ha forzado a integrarse al resto de la población de Camerún, de mayoría bantú.
Para enfrentar el cambio, los bagyeli formaron el Comité para el Avance del Pueblo Bagyeli de Bipindi y Kribi (CODEBABIK) en 1994, con la ayuda de misioneros católicos. Tres años después, están orgullosos de sus logros.
"Gracias al principio de la autoayuda podemos aspirar a mejorar nuestras viviendas", dijo Jeanne Mbamitoo, encargada de higiene y actividades de la mujer en CODEBABIK.
La principal actividad es ahora la agricultura, "y la practicamos en el espíritu de "subibaba", que en bagyeli significa "la unidad es la fuerza", destacó un miembro del grupo.
"Nuestras granjas pueden ser pequeñas y desordenadas, pero cada día aprendemos a mejorarlas y a adoptar tecnología moderna", agregó.
Un sistema que otorga créditos a los miembros del grupo permite la adquisición de herramientas y utensilios de cocina.
Las transformaciones han sido profundas. Las chozas tradicionales dieron lugar a viviendas con techos de zinc y equipadas con mobiliario moderno, mientras el televisor es una compañía común.
Ahora los bagyeli envian a sus hijos a la escuela. "La educación es la clave de nuestro progreso", afirma Joseph Nkoro, de 44 años, padre de cinco niños, de los cuales tres van a la escuela y uno recibe enseñanza superior en Yaoundé.
"Cuando llegué a aquí en 1994, sólo había siete niños bagyeli en la escuela, ahora hay 60, y se encuentran entre los mejores alumnos", dijo Jean Paul Mimboh, director de la escuela primaria en Nkoungio, una localidad del área.
Un programa del gobierno para brindar educación gratuita a niños pigmeos aún debe echar raíces. La única asistencia que reciben es de misionarios de la iglesia, o pagan los gastos de educación de sus niños con sus ganancias de la agricultura y la cría de ganado.
No obstante, el gobierno brinda atención primaria de la salud. Cada semana, un equipo de profesionales de salud organizado por el médico jefe del distrito médico de Lolodorf viaja por las pequeñas villas y campamentos bagyeli, consultando y dando lecciones prácticas sobre atención primaria de la salud, higiene y saneamiento.
La situación de los gagyeli puede mejorar mucho si se la compara con la de sus vecinos bantúes, a los cuales tradicionalmente sirven como criados domésticos y guardias.
Jacques Ngoun, maestro y secretario general de CODEBANIK, cree que "el desarrollo lleva tiempo, paciencia y trabajo duro"', mientras el objetivo principal "es fortalecer la unidad bagyeli y mejorar nuestras condiciones de vida".
El número de villas miembros de CODEBABIK aumentó de 12 en 1995 a 20 en la actualidad, y las granjas se agrandan paso a paso.
Pero la integración planteada como una imitación al modelo de desarrollo de la sociedad dominante en Camerún puede implicar grandes pérdidas.
"Sólo temo que el avance haga olvidar la riqueza de sus propias culturas, su danza, su música", dijo la religiosa Dolores, de la Congregación de Pequeñas Hermanas de Jesús, la cual colaboró en la fundación de CODEBABIK.
Todo Camerún y la humanidad entera saldrían perdiendo, ya que, además de la música y la danza, los pigmeos son famosos por su profundo conocimiento de las hierbas, cuyo uso ha salvado muchas vidas en este país centroafricano. (FIN/IPS/tra-en/tm/lp/dv-pr//97