Miles de hectáreas de selva virgen del sur de Brasil son destruidas para permitir el cultivo y la producción de tabaco, denuncian organizaciones ambientalistas.
Brasil es el mayor exportador mundial de tabaco y sus exportaciones aumentaron de 241.000 toneladas en 1992 a 282.500 en 1996. Es el cuarto productor tabacalero del planeta, luego de China, Estados Unidos e India.
El aumento de la demanda de tierras de cultivos provocó la destrucción de 90 por ciento de las selvas vírgenes en el sur de Brazil.
Las organizaciones ambientalistas atribuyen el grueso de la continua devastación a los grandes productores de tabaco, a pesar de que cuentan con pocos datos de los pequeños agricultores.
Los principales importadores de tabaco en el mundo son Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Rusia, Japón y Holanda.
"Ya no quedan árboles. Los agricultores de tabaco no vuelven a forestar. No tienen conciencia sobre el daño que provocan ni respeto por el futuro", dijo Wigold Bertoldo Schaffer, portavoz de la Fundación Ambiental Nacional de Brasil.
El tabaco perjudica a las selvas porque se deben talar los árboles para dejar lugar a las haciendas tabacaleras y porque al uso de leña en la cura o seca de la cosecha, proceso que transforma el color verde natural de la planta en el tostado que se observa en los cigarrillos.
Aunque algunos países tabacaleros industriales utilizan gas natural o petróleo en ese proceso, la leña predomina como fuente de energía de los productores en Brasil, gran parte de Africa, India, Tailandia y Filipinas.
El problema es que la industria no suele plantar árboles suficientes para reemplazar a los que taló para curar el tabaco.
El ingreso que recibe Brasil de las exportaciones de tabaco solo es menor al de China en el mundo en desarrollo. De todas maneras, la industria tabacalera no ocupa un lugar importante en las economías de estos países.
Aunque Brasil ganó 804 millones de dólares con el tabaco en 1992, la cifra representó sólo 2,2 por ciento de sus ingresos en moneda extranjera.
La entidad que agrupa a los productores de tabaco de Brasil (AFUBRA), niega las acusaciones de los ambientalistas y alega que ayudó a plantar unos 300 millones de árboles en los últimos 20 años para suplir la deforestación.
Pero ni la asociación ni el Instituto de Control del Ambiente (IBAMA) pueden confirmar cuántos árboles sobrevivieron. Ante la interrogante de Panos, AFUBRA respondió que espera tener la cifra en 1998.
Otras cosas son más claras. Los productores brasileños de tabaco, concentrados en los estados australes de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, utilizan en promedio unos cinco millones de metros cúbicos de madera al año para alimentar sus hornos de curación.
De los 160.000 productores de tabaco del país, apenas 56.000 secan el producto al sol o al viento. El resto utiliza los hornos.
Las opiniones difieren sobre la magnitud del uso de leña por la industria del tabaco. La Organización Mundial de la Salud sostiene que cada 300 cigarrillos se utiliza un árbol.
Algunos ambientalistas afirman que, para curar el tabaco cultivado en 200.000 hectáreas de tierra, los productores necesitan la misma cantidad de selva para la leña.
Un informe de 1986 encargado por los propios industriales estimó que se necesita un promedio de 7,8 kilogramos de leña para secar uno de tabaco.
"Las consecuencias de la deforestación son tan serias que se recomienda a los consumidores de leña tomar medidas para preservar los recursos existentes y crear nuevas reservas para el futuro", sostuvo el informe.
"La destrucción de la selva continuará mientras la madera sea considerada un bien de uso libre y el precio no refleje el costo de su reemplazo", concluyó el estudio.
La mayor compañía tabacalera en el sur de Brasil, Souza Cruz, afirma que distribuyó 10 millones de semillas de árboles de eucalipto en los últimos 10 años, pero no pudo confirmar cuántos sobrevivieron. Según la organización no gubernamental SOS-Mata Atlantica, apenas un millón de especímenes continúa en pie.
"La selva es, sin duda, un recurso sustentable si está bien administrada. En el caso de los productores de tabaco, no veo ningún problema que pueda comprometer la viabilidad de la explotación sustentable de la selva", opinó, sin embargo, Jorge Antonio de Farias, ingeniero agrónomo de AFUBRA.
La obra de reforestación de los productores tabacaleros cuenta con el respaldo de IBAMA, que firmó en 1992 un acuerdo con la industria estipulando que los agricultores deben plantar 500 árboles de eucalipto por cada horno de curación que posean.
Pero el acuerdo no ha sido cumplido, según un informe de Wigold Schaffer y Mirriam Prochnow, de la Asociación para la Preservación del Ambiente en el Sur. AFUBRA niega la acusación.
En junio, Souza Cruz fue uno de los diez receptores de los "Premios Inmundos" otorgados por la Federación de Ecologistas de Santa Catarina a quienes causan mayor daño al ambiente. La compañía fue incluida por "dañar la salud de fumadores y no fumadores" y "devastar grandes extensiones de vegetación".
En su defensa, los tabacaleros brasileños señalaron que existen nuevos diseños de hornos de curación que disminuyen la cantidad de leña utilizada. En 1970, los hornos consumían 72 metros cúbicos de madera por año mientras que hoy solo necesitan 42 metros, según AFUBRA.
Sin embargo, la cantidad de hornos casi se duplicó en el mismo período, de 65.000 en 1975 a 122.170 en la actualidad, lo que anularía los beneficios de la tecnología.
De Farias, ingeniero agrónomo de AFUBRA, afirmó que la industria en Brasil toma todas las medidas necesarias para preservar el ambiente. "Nunca se tuvo la necesidad de buscar otras alternativas. La selva es un recurso natural renovable", dijo.
Los ambientalistas consideran que el problema es más urgente. "Los tabacaleros mienten cuando dicen que no hay deforestación. No debemos esperar para actuar en el último minuto cuando el sur de Brasil sea un desierto", sostuvo Schaffer.
El Plan Ambiental Maestro del gobierno, publicado en 1995, confirma los peores temores de los ambientalistas. El documento sostiene que el uso de madera de árboles recién plantados aumentó de unos 2,5 millones de metros cúbicos en 1975 a 24,4 millones en 1990.
Pero la cantidad de madera de la selva autóctona, utilizada con distintos propósitos, incluyendo la curación del tabaco, se duplicó entre 1975 y 1990 de 25 millones de metros cúbicos a 49,8 millones. (FIN/PANOS/tra-en/bl/dds/aq-mj/en/97)
(*) IPS pone a disposición de sus suscriptores este material por un acuerdo de distribución de la institución internacional de comunicación Panos Features, de Londres