BRASIL: Globalización propaga plagas en la agricultura

Con el mercado abierto a golpe de rebajas arancelarias, Brasil consume hoy desde lechugas francesas a frutas de Estados Unidos y ajos chinos, pero enfrenta también la importación de plagas que amenazan la agricultura y destruyen empleos.

Eliminadas las barreras comerciales que protegían a los productores y los cultivos nacionales, el gobierno intenta ahora diseñar un sistema de defensa sanitaria adecuado a la mundialización económica.

De un promedio de 20 nuevos hongos, bacterias, insectos y otros microorganismos agresivos que ingresaban al país hasta 1994, Brasil pasó a recibir 300 al año, según el secretario de Defensa Agropecuaria, Enio Marques Pereira.

Fue necesario entonces aumentar el uso de agrotóxicos. La industria de plaguicidas espera este año concretar ventas por 2.000 millones de dólares, 15 por ciento más que en 1996 y el doble que al comienzo de la década.

Los industriales del sector informaron que deberán invertir 335 millones de dólares en los próximos cinco años, para asegurar la aguardada ampliación de negocios.

Además de encarecer la producción, las plagas importadas pueden provocar desempleo en el medio rural, al atacar cultivos que ocupan mano de obra masiva.

Ese fue el caso del algodón y el cacao, aunque las enfermedades de esos dos cultivos son anteriores a la apertura del mercado, promovida a partir de 1990.

El caso del cacao, que en décadas anteriores convirtió la zona sur del nororiental estado de Bahía en una de las más ricas de Brasil, ilustra la destrucción económica y social que pueden causar las plagas de la agricultura.

La "escoba de bruja", una enfermedad provocada por el hongo crinipellis perniciosa, favorecía el sur de Bahía, al impedir el cultivo competitivo del cacao en la Amazonia y sus zonas aledañas. Pero a fines del decenio de los 80 llegó también a aquel estado.

Desde entonces, la cosecha de la materia prima del chocolate cayó a poco más de la mitad. La escoba de bruja destruyó la cuarta parte de las 615.000 hectáreas en que crecía el árbol del cacao y 250.000 trabajadores perdieron su empleo.

Son datos de Walace Setenta, presidente de la Central Nacional de Productores de Cacao, que calculó en 1.000 millones de dólares las pérdidas de los cultivadores en los últimos siete años.

La Secretaría de Defensa Agropecuaria del Ministerio de Agricultura corrige esa estimación a la baja. La escoba de bruja acabó con 50.000 empleos directos en el sur de Bahía, y el valor de las exportaciones que no pudieron realizarse era de 400 millones de dólares, según esa oficina.

En cualquier caso, Brasil tuvo que importar cacao, para abastecer su industria del chocolate, luego de ser el mayor productor del mundo. Las compras en el exterior sumaron 61 millones de dólares en el primer semestre de este año.

La plaga fue factor decisivo en la crisis del cacao, pero no el único. Una tonelada de cacao vale hoy unos 1.500 dólares, un tercio de la cotización registrada a fines de los años 70.

A la caída del precio se agregó el aumento de costos determinado por un mayor uso de fertilizantes y plaguicidas. Las ganancias fáciles son ya historia antigua.

Lo mismo ocurrió con el algodón. El "picudo", llegado hace unos 10 años, contribuyó junto con una competencia extranjera favorecida por créditos baratos a reducir drásticamente la producción nacional de esa fibra.

Brasil, antes un gran exportador, es ahora uno de los mayores importadores de algodón. Las pérdidas ascendieron a 3.000 millones de dólares, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura.

El área sembrada se redujo a un tercio, con graves consecuencias para el empleo, ya que la cosecha de algodón demanda mano de obra intensiva.

Con el aumento y la diversificación de las importaciones, Brasil es invadido por otras plagas, que amenazan la producción hortícola y frutícola, especialmente la cítrica, importante fuente de exportaciones desde la década pasada.

El Ministerio de Agricultura destinó cinco millones de dólares a la elaboración de un plan para librar la guerra bacteriológica que acompaña la mundialización del comercio.

El combate a las plagas es otro factor de unión de los cuatro países del Mercado Común del Sur. Un Consejo de Sanidad Vegetal del Cono Sur redacta programas comunes e intenta armonizar normas, para defender la agricultura sin levantar barreras comerciales indebidas. (FIN/IPS/mo/ff/dv/97

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