El general Hugo Banzer vivió con la obsesión de volver al poder, aunque en democracia, desde que en 1978, el régimen autoritario que encabezaba desde 1971 fue derrotado por una masiva huelga de hambre iniciada por cuatro mujeres mineras.
Es el hombre de las paradojas. Condujo por la fuerza uno de los cuatro gobiernos más prolongados en la historia republicana de Bolivia, pero le tocará estrenar un regalo de la democracia: una reforma constitucional que extendió de cuatro a cinco años el mandato presidencial.
Banzer, que este miércoles sucederá en la Presidencia a Gonzalo Sánchez de Lozada, nació el 10 de mayo de 1926 en el poblado de Concepción, del próspero departamento de Santa Cruz, y muy joven, a los 15 años, comenzó su carrera militar.
Casado, padre de cinco hijos, Banzer conoció la tragedia familiar al morir en accidentes sus dos hijos varones.
Destacado como estudiante en el Colegio Militar, continuó su formación en la Escuela Militar de la Nación Argentina, en Buenos Aires, y más tarde en Estados Unidos.
A los 38 años tuvo su primera experiencia política, al ser designado ministro de Educación en el gobierno de facto del general René Barrientos, un cargo que desempeñó entre 1964 y 1966.
Director del Colegio Militar del ejército, intentó en enero de 1971 el derrocamiento del general Juan José Torres, que gobernaba con el apoyo de intelectuales de izquierda. Pero fracasó, y debió pedir asilo en la embajada de Argentina.
Desde Buenos Aires organizó un nuevo golpe contra Torres, con el apoyo de dos partidos entonces antagónicos: el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), del cuatro veces presidente Víctor Paz Estenssoro, y la derechista Falange Socialista Boliviana.
Banzer volvió clandestinamente a Bolivia en junio de 1971 para ponerse al frente de la conspiración, pero fue descubierto y detenido.
Finalmente, los golpistas triunfaron el 21 de agosto del mismo año, y Banzer, entonces coronel, fue liberado para asumir la Presidencia. Retuvo el poder hasta 1978, cuando el creciente descontento de la población lo obligó a renunciar y a convocar a elecciones generales.
Banzer rechaza el calificativo de dictadura para su primer gobierno, y alude al golpe de Estado contra Tores como la "revolución nacionalista de 1971". También afirma que la índole autoritaria de su régimen debe analizarse en el marco de las condiciones históricas de ese momento en América Latina.
Y, aunque ya no utiliza expresiones como "el extremismo comunista", para referirse al activismo de izquierda, todavía cree que su actuación en los 70 evitó una "violencia antinacional y anárquica".
El régimen de Banzer fue costoso en términos de violaciones a los derechos humanos.
En esos siete años, 19.140 personas marcharon al exilio y 200 murieron o desaparecieron por la acción del aparato represivo de la dictadura, según la Asamblea de Derechos Humanos. Torres fue asesinado en Argentina, donde estaba exiliado.
De ese periodo se recuerda también el "abrazo de Charaña" (una población fronteriza con Chile) entre Banzer y el entonces dictador chileno Augusto Pinochet, que dio lugar a la reanudación de relaciones diplomáticas plenas entre los dos países.
Pinochet también aceptó conceder a Bolivia el acceso al oceáno Pacífico, a cambio de una franja de territorio boliviano, pero el acuerdo se frustró.
Banzer fundó en 1979 la derechista Acción Democrática Nacionalista (ADN), para participar en las elecciones de ese mismo año, donde quedó en tercer lugar.
El proceso de democratización de Bolivia fue interrumpido el 1 de noviembre de 1979 por el golpe de Estado del coronel Alberto Natusch, del que participaron dirigentes y seguidores de ADN.
Natusch entregó el poder en 1980 y en los comicios de ese año, Banzer fue otra vez tercero. Cinco años después, su candidatura fue la más votada, pero no alcanzó la mayoría absoluta.
La decisión correspondió entonces al parlamento, donde triunfó Paz Estenssoro, del MNR, que había sido segundo en las urnas.
Banzer resultó segundo en 1989 y en el parlamento, su partido votó por Jaime Paz Zamora, que había resultado tercero, para evitar la consagración de Gonzalo Sánchez de Lozada, del MNR, primero en las elecciones.
Ese año se diluyó en Bolivia la histórica rivalidad entre izquierda y derecha para dar paso a un sorprendente pragmatismo político. El dictador que en los años 70 había perseguido a Paz Zamora hasta empujarlo al exilio, se convertía en el principal aliado de éste.
Cuatro años después, Banzer volvió a ocupar el segundo lugar, y Sánchez de Lozada se hizo cargo del Poder Ejecutivo.
Finalmente, logró el primer lugar en las elecciones del 1 de junio de este año, con 22 por ciento de los votos, seguido por el oficialista Juan Carlos Durán, con 18 por ciento.
Esta vez, aseguró su victoria en el parlamento con una múltiple alianza partidaria que, en la mañana de este martes le dio 115 votos, sobre un total de 157 legisladores.
?Pero cómo es que un dictador de los 70 puede tener el respaldo de la población?, se preguntan los periodistas extranjeros llegados a Bolivia para la transmisión del mando.
Una posible explicación reside en la nostalgia de muchos de los años 70, cuando los buenos precios de los minerales que exporta y el ingreso de capitales extranjeros determinaron un clima económico favorable.
Los economistas replican que, en esa misma época, Bolivia acumuló una pesada deuda externa. Según los expertos, el auge económico vivido durante el gobierno de facto de Banzer no fue mñas que un espejismo, que luego resultaría costoso.
Pero además, Banzer dio muestras, en los últimos 18 años, de su conversión a la democracia, y en ciertos momentos, su participación fue clave para garantizar la gobernabilidad y consolidar el proceso institucional. (FIN/IPS/jcr/ff/ip/97