La economía argentina podría caer en una crisis financiera similar a la que están atravesando los países del sudeste asiático si se profundiza la desaceleración de las exportaciones y se mantiene la escasa diversificación de productos y destinos.
Así lo advirtió la economista Débora Giorgi, de la consultora de negocios Alpha. "A largo plazo, la economía argentina puede tener problemas similares", vaticinó refiriéndose al déficit comercial y las devaluaciones en Malasia, Singapur, Tailandia e Indonesia.
En Argentina la moneda está atada al dólar estadounidense por el régimen de convertibilidad. De esa manera, la economía se estabilizó, el producto bruto interno creció de modo sostenido – con excepción de 1995 por la crisis mexicana- y también aumentaron las inversiones.
Sin embargo, y pese al optimismo gubernamental, economistas de la oposición y otros tradicionalmente allegados al oficialismo coinciden en que si bien las perspectivas de crecimiento son alentadoras hay una luz de alarma encendida en el sector externo.
Argentina tiene una deuda externa superior a los 100.000 millones de dólares, su tasa de ahorro no llega a 20 por ciento del producto interno bruto y su vulnerabilidad a los movimientos de capital quedó demostrada tras la crisis mexicana.
Si la solvencia de un país se mide por lo que vende, las exportaciones argentinas no parecen demostrar que Argentina atraviese su mejor momento a pesar de que para este año se estima un crecimiento de ocho por ciento.
El saldo de comercio exterior, que fue positivo en 1995 y 1996, podría arrojar este año un desequilibrio de 3.000 millones de dólares, advirtió el presidente de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla. En los primeros siete meses el déficit ya fue de 1.272 millones.
El gobierno del presidente Carlos Menem tenía previsto llegar a fin de año con un desequilibrio de 1.800 millones, pero a pesar de las exportaciones agrícolas que se concentran en el primer semestre, las ventas ingresaron a una meseta mientras las compras siguen creciendo.
En el primer semestre del año, las exportaciones crecieron 10,8 por ciento mientras que las importaciones lo hicieron 29,2 por ciento. El déficit comercial se suma al del balance de pagos, lo que da un desequilibrio estimado en 9.000 millones para 1997.
La Fundación Andina, un instituto de investigaciones económicas, sostuvo en su último informe que las exportaciones argentinas están concentradas en el Mercosur, específicamente en Brasil, primer cliente de Argentina.
A su vez, ni Estados Unidos ni la Unión Europea aumentaron de manera significativa sus compras. "Argentina está dependiendo cada vez más de pocos clientes que compran pocos productos", estima la fundación.
De los 1.500 productos que exporta este país, apenas 50 constituyen 67 por ciento de las ventas al exterior. "Esta situación nos deja muy expuestos a las variaciones de unos pocos precios internacionales", continúa el informe.
Brasil absorbe alrededor de 30 por ciento de las exportaciones argentinas. Pero si se observa el comportamiento de las manufacturas de orígen industrial argentino, se ve que más de 60 por ciento son destinadas a ese país, principal socio del Mercosur.
"Con excepción de tubos de acero sin costura, automóviles y algunos petroquímicos, el comportamiento de estos productos es muy poco dinámico", advirtió Giorgi. En cambio, destacó que Argentina es muy competitiva en alimentos de bajo valor agregado.
El economista José Luis Machinea, referente de la nueva Alianza por el Trabajo, la Educación y la Justicia nacida de los dos principales partidos de oposición, sostuvo entre sus principales críticas a la actual gestión de gobierno la debilidad del sector externo.
La Alianza se perfila como una alternativa al gobierno de Menem, que en octubre de este año enfrenta el desafío de la renovación de la Cámara de Diputados. En base a encuestas, los aliancistas creen que podrían conquistar el gobierno en 1999, cuando Menem finalice su segundo mandato.
"A este paso, las cosas pueden complicarse", sostuvo Machinea al analizar la tendencia del comercio exterior. "El desequilibrio puede hacerse insostenible si las exportaciones no se dinamizan", advirtió, y reclamó estímulos para las pequeñas y medianas empresas.
Los más críticos del modelo externo sostienen que los productos argentinos sólo parecen resultar competitivos en Brasil, a donde se exportan en condiciones arancelarias ventajosas por el Mercosur, y donde está descartado un alto costo de fletes.
Pero los funcionarios económicos y los encargados de los procesos de integración en la cancillería insisten en una posición optimista respecto de la tendencia. El ex embajador en Brasil Diego Guelar aseguró que las ventas a ese país se están diversificando.
De un total de 250 productos que se exportaron a Brasil en 1996 se pasó a 311 sólo en el primer semestre de este año, señaló, citando un estudio encargado por la legación.
Por su parte, Alieto Guadagni, su antecesor en la embajada y actual secretario de Industria, indicó que en los últimos dos años las ventas argentinas extra Mercosur están creciendo 20 por ciento anual.
Los funcionarios coinciden en que no existe una Brasil- dependencia, como algunos economistas bautizaron esta afluencia de comercio a ese país. "Es un mito", aseguró el vicecanciller Andrés Cisneros, para referirse a esa persistente crítica.
Cisneros cree que Argentina aprovecha las ventajas del Mercosur, pero entretanto mantiene su estrategia de conquista de nuevos mercados en una economía que los empresarios aceptan que se ha globalizado. (FIN/IPS/mv/dg/if/97)