El empleo de medio tiempo tiende a convertirse en una de las modalidades laborales preferidas de empleadores y trabajadores latinoamericanos. Pero existen dudas acerca de su eficacia para combatir el desempleo y mejorar la calidad del trabajo.
En buena parte de las experiencias de esta región se detectan tendencias hacia una mayor liberalización del mercado laboral que incluyen no sólo menor estabilidad en el empleo sino el reemplazo de trabajos permanentes por ocupaciones temporales o de medio tiempo.
También a reaparición del trabajo a domicilio y del pago por piezas (trabajo a destajo), según señala un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Aunque las estadísticas son escasas, la OIT ha detectado un aumento importante del trabajo a medio tiempo en países latinoamericanos.
En Argentina, por ejemplo, se incrementó de 10 a casi 16 por ciento, entre 1982 y 1995. En Sao Paulo, el empleo de medio tiempo aumentó de 20 por ciento en 1987 a 39 en 1994. México, Chile y Brasil también presentan aumentos significativos, indicativos de la tendencia.
En otros países, como Perú, Bolivia y Ecuador, el "part time" es un sistema usado sobre todo por las empresas de confecciones y ventas, pero es imposible medir el incremento por cuanto se diluye entre las microempresas y empresas informales.
El empleo de medio tiempo estuvo muy en boga en Estados Unidos y Europa durante los años ochenta. Se estima que actualmente en Estados Unidos unos 20 millones de trabajadores, el 18 por ciento del total, laboran en jornada parcial.
Algunos especialistas creen que el uso de la media jornada laboral en Aéerica Latina permitirá un aumento del empleo.
Por su parte, muchos empresarios están convencidos de que mediante esa modalidad reducirán costos laborales, en tanto que los desempleados ven en el empleo parcial una esperanza, ante la imposibilidad de ser plenamente empleados.
Maritza Villalobos, una secretaria peruana de 27 años, expresa claramente ese anhelo. "Ya me cansé de buscar un buen trabajo. Necesito trabajar, qué me importa si lo hago cinco horas diarias y me pagan part time. Por lo menos tendré un ingreso asegurado", señaló.
Sin embargo, las cifras no avalan el optimismo de los partidarios del part-time. Una evaluación realizada por la OIT entre los soste países más desarrollados reveló que el empleo de medio tiempo no es una medida eficaz para reducir la desocupación.
El optimismo parece generado por las cifras espectaculares de crecimiento del empleo logradas en países europeos y en Estados Unidos cuando se empezó a aplicar masivamente la media jornada, en la década anterior: entre dos a sesis por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA).
Pero pasada la euforia inicial los datos actuales son elocuentes: esa modalidad produjo apenas un aumento de 0,2 a 0,4 por ciento sobre los niveles de empleo.
Como lo señala la propia OIT en varios documentos, los nuevos empleos surgidos a la luz del "part time" han sido "escasos, insignificantes, inestables y a menudo precarios".
Daniel Martínez, asesor regional de la OIT, se pregunta -en un estudio sobre políticas de mercado de trabajo en píises altamente desarrollados- si vale la pena ser tan optimistas frente a una modalidad que paralelamente conduce a la precarización laboral y afecta derechos reconocidos.
"El número cada vez mayor de trabajadores temporales y a tiempo parcial contratados en las empresas privadas plantea dudas sobre el nivel de calificación que podrán alcanzar y sobre su potencial productivo", destaca.
"Por las características de su relación laboral, los empleadores privados podrían retraerse de invertir en la formación y calificación de los trabajadores", subraya Martínez.
"Si esa circunstancia se diera -añade- se podría estar avanzando hacia una estructura ocupacional en la mediana y gran empresa conformada por un reducido segmento de trabajadores altamente calificados y productivos y por otro mucho mayor de trabajadores sin estabilidad, con menor nivel de calificación y menor productividad".
De acuerdo a Martínez, "los empresarios piensan que es un buen negocio emplear trabajadores de media jornada".
Ello sucede así no sólo porque pueden reducir costos laborales mediante el mantenimiento de salarios bajos y escasos beneficios sociales, "sino porque creen que los hace más competitivos", afirmó por su lado Esteban Hinostroza, gerente de una empresa de consultoría empresarial de Lima.
"En parte tienen razón si nos remitimos a la experiencia de Estados Unidos, donde el impacto de los trabajadores a tiempo parcial ha sido positivo para la economía", observa.
Sin embargo, no son pocas las empresas que han acusado una baja en su productividad porque sus trabajadores de tiempo parcial no logran integrarse en equipo y trabajar como tal, lo que sí ocurre con el empleo a tiempo completo, agrega.
"Y si hablamos del lado de los trabajadores, las desventajas son grandes porque no gozan prácticamente de ningún beneficio de los empleados de tiempo completo y sus posibilidades de capacitación son tambien menores", afirmó.
El empleo a tiempo parcial en América Latina es conceptualmente diferente al de los países desarrollados, donde para ser tal debe ser menor a 20 horas a la semana.
"En cambio en nuestros países se incluye en la categoría de trabajadores a tiempo parcial a los que laboran menos de 35 horas a la semana", destaca.
De allí que resulta sintomático que en ciudades del interior, que generalmente tienen un grado menor de desarrollo que las capitales, sean las que presenten las más altas tasas de trabajadores de medio tiempo, es decir con menos de 35 horas semanales.
Según los expertos, ello demostraría más bien la irregularidad salarial a la que están expuestos los trabajadores.
Los estudios realizados por la OIT y otros organismos especializados permiten establecer que actualmente en América Latina trabajan bajo esta modalidad más mujeres que hombres y mientras ellas lo hacen involuntariamente en 62 por ciento, ellos se ven obligados a aceptarlo en 55 por ciento de casos.
Las mujeres que trabajan en este sistema tienen en promedio un nivel económico mejor que los varones y desempeñan tareas que requieren mayor calificación y en establecimientos de mejor categoría.
Ellos, por el contrario, provienen de hogares de bajos ingresos y casi no poseen calificación.
Sin embargo, hombres y mujeres están igualmente desprotegidos laboralmente, siendo mayor la desprotección cuanto menos horas trabajen.
Mientras 47 por ciento de los trabajadores que laboran menos de 35 horas semanales no tienen ningún beneficio social, entre los que laboran menos de 20 horas semanales la proporción aumenta a 63 por ciento.
Las más perjudicadas son las mujeres, que no tienen derecho a beneficios como licencias de maternidad o atención pre o post parto. (FIN/IPS/zp/dg/pr-lb-if/97