Somalíes residentes en Kenia anunciaron hoy que presentarán una queja formal al secretario general de la ONU, Kofi Annan, porque su enviado especial a Somalia, el iraquí kurdo Ismatt Kittani, no visitó el país en su misión y se limitó a las naciones vecinas.
Al viajar solo a Etiopía, Djibouti, Yemen y Kenia, Kittani profundizó la hostilidad de millares de refugiados somalíes hacia la ONU (Organización de Naciones Unidas), en especial entre los seguidores de la poderosa milicia que lideró el fallecido general Mohamed Farrah Aidid.
"Todos los somalíes estamos insatisfechos con la negativa de Kittani a viajar a Somalia. Presentaremos nuestra queja a Annan en las próximas dos semanas", dijo a IPS un anciano somalí residente en Nairobi.
Hussein Alí Dualleh, portavoz del Grupo de Seguimiento de Asuntos Somalíes, también confirmó la medida este lunes. Este grupo tiene el objetivo de proteger los bienes del gobierno somalí en todo el mundo, como sedes diplomáticas, aviones y vehículos.
"Muchas personas con las que hablé hubieran preferido que el enviado de la ONU hubiera hecho el esfuerzo de visitar Somalia para obtener información de primera mano", dijo Dualleh, ex embajador de ese país en Kenia, en declaraciones a IPS.
El ex diplomático se reunió durante 45 minutos con Kittani la semana pasada.
El ex cabo de los infantes de marina de Estados Unidos Husein Haidid, quien controla el sur de Mogadiscio y se considera "legítimo presidente" de Somalia, se negó a viajar a Kenia para reunirse con el diplomático iraquí, según distintas versiones.
Haidid, de 36 años e hijo de Mohamed Farrah Aidid, envió a sus vicepresidentes, Hilole Omer y Mohamed Aliow, a su canciller Jama Ghalib y a otros tres funcionarios para dialogar con Kittani en Nairobi el día 21.
Mohamed Ibrahim Egal, líder de la autodeclarada República de Somalilandia en el noroeste de Somalia, tampoco abandonó su "capital", Hargeissa, para reunirse con el enviado especial de la ONU en Djibouti, a 45 minutos de avión.
Kittani pudo entrevistarse con el "señor de la guerra" que controla el norte de Mogadiscio, Alí Mahdi, quien se trasladó para ello a Addis Abeba, capital de Etiopía, y con el archirival de Aidid, Osman Otto, en Nairobi.
Funcionarios de la ONU en Nairobi se negaron a comentar la actitud del enviado de Annan.
Designado en julio por segunda vez en cinco años al frente del equipo de la ONU a cargo de la conflictiva Somalia, Kittani está acostumbrado a la hostilidad de los pobladores hacia las organizaciones internacionales que operan en ese país.
El antecesor de Annan, el egipcio Boutros Boutros-Ghali, lo designó su enviado especial en 1992. Poco después, la ONU envió a Somalia una fuerza militar comandada por Estados Unidos para imponer la paz en diciembre de 1992.
El fallecido general Aidid lo consideró "enemigo del pueblo somalí", lo que obligó a Boutros-Ghali a reemplazarlo tres meses después.
La Liga Arabe y la Organización para la Unidad Africana (OAU) reclamaron su redesignación este año, sugerencia que Annan aceptó en julio.
Somalia cayó en la anarquía tras el derrocamiento del ex dictador Mohamed Siad Barre en 1991. Unos 30.000 soldados integraron la misión internacional de paz enviada por la ONU en 1992, luego de la muerte de unos 300.000 somalíes desde la caída de Barre a causa del hambre y la guerra.
La operación de la ONU, que costó 4.000 millones de dólares, tuvo el fin de detener los saqueos a la asistencia alimentaria cometidos por las milicias.
Washington retiró sus tropas en 1994, cuando seguidores de Aidid asesinaron a 60 soldados estadounidenses. El resto de la misión de la ONU se retiró en marzo de 1995, con lo que Somalia quedó a merced de los "señores de la guerra".
El presidente de Kenia, Daniel Arap Moi, logró reunir en octubre de 1996 a representantes de los tres principales bandos en pugna en Nairobi, pero no se alcanzaron entonces logros concretos.
Etiopía, por su parte, patrocinó luego las conversaciones de paz celebradas en la ciudad de Bossaso, en el nordeste de Somalia, pero fracasaron antes de comenzar porque Egal y Aidid se negaron a asistir.
El portavoz de la milicia Soomaaliya, Hussein Alí Elmi, puso en entredicho el destino de los 50 millones de dólares gastados por la ONU en Somalia el año pasado.
"Ese dinero fue aportado por los donantes para que se destinara a Somalia, pero fue gastado por funcionarios de la ONU y buena parte acabó en cuentas bancarias privadas", seeguró Alí Elmi.
"No hay un gobierno central que pueda controlar los proyectos y actividades de la ONU en Somalia. Los líderes de facciones están demasiado ocupados con la guerra para darle importancia a lo que el cuerpo mundial hace en el país", agregó. (FIN/IPS/tra- en/mn/pm/mj/ip/97