El gobierno de Bonn pretende que la minoría alemana de Kazajstán permanezca en la república ex soviética de Asia central y no emigre a Alemania, y para ello aportó unos 86 millones de dólares a la república desde que ésta se independizó, en 1991.
Alemania es el mayor donante de la Unión Europea que tiene la república ex soviética de 17 millones de habitantes, de los cuales 52 por ciento son de origen étnico kazajo, 34 por ciento rusos, cinco por ciento ucranianos, unos 300.000 de origen alemán y otros pertenecientes a más de 100 nacionalidades.
El Ministerio de Asuntos Internos asignó unos 31 millones de dólares en proyectos dirigidos a personas de origen alemán que permanecieron en Kazajstán, a diferencia de otros 700.000 kazajos alemanes que emigraron hacia Alemania.
Desde 1993, el Ministerio de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania asignó a Kazajstán casi 55 millones de dólares como parte de la ayuda oficial para el desarrollo.
"Nuestro objetivo es mejorar la calidad de vida de toda la sociedad, inclusive la de personas de origen alemán", declaró a IPS Klaus-Juergen Hedrich, viceministro del BMZ.
"No queremos dar preferencia a los habitantes de origen alemán frente a otros grupos, pero estaremos atentos para que no sean discriminados", puntualizó.
Hedrich participó este mes de una visita oficial de cinco días a Kazajstán, donde se reunió con el ministro de Finanzas Alexander Pavlov y otros funcionarios de gobierno para analizar nuevas formas de cooperación.
La tarea no será fácil porque Alemania, al igual que otros países donantes, no tiene experiencia en materia de cooperación para el desarrollo con los países de la región de Asia Central.
"No existen vínculos históricos del tipo que los países donantes mantienen con Africa, Asia o América del Sur", sostuvo Hedrich.
Así mismo, aunque Alemania pretende persuadir a los descendientes de alemanes de permanecer en Kazajstán, quiere evitar acciones que puedan provocar la discriminación de otros grupos de kazajos.
"Es como caminar en la cuerda floja", manifestó un diplomático extranjero, quien indicó que las causas radican en la historia.
Los alemanes llegaron a Kazajstán por iniciativa de la entonces zarina de Rusia, Catalina II, en el siglo XVIII. Considerada una comunidad disciplinada y ordenada, pasó por grandes sufrimientos durante la segunda guerra mundial, cuando la Alemania nazi se enfrentó a la Unión Soviética.
Los antecedentes históricos y el orgullo de los kazajos por la independencia de su país luego de la disolución de la Unión Soviética forzaron a unos 700.000 alemanes a huir a su país de origen.
Bonn espera que los alemanes que permanecen en la república de Asia central comprendan que su poco conocimiento del idioma impedirá su integración a Alemania.
El gobierno alemán ya tiene dificultades para resolver los problemas de más de cuatro millones de desocupados y el creciente déficit presupuestal.
"Estamos muy conscientes de la situación y hacemos lo que podemos para quedarnos y ayudar a construir un Kazajstán moderno y próspero", dijo Alexander Dederer, portavoz de la comunidad alemana.
Dederer habla ruso con fluidez pero necesita un intérprete para mantener una conversación correcta en alemán. No es la excepción, ya que pocos en su comunidad hablan el idioma de sus ancestros.
"No es su culpa que en las escuelas se les haya enseñado ruso. El poco alemán que saben proviene de sus abuelos o tatarabuelos", explicó un kazajo que estudió en la Universidad Alexander Humboldt en el entonces Berlín oriental, la capital de la ex Alemania Oriental.
Bonn contrató a kazajos que hablan alemán para enseñar el idioma a los descendientes de alemanes en la república de Asia Central. Alemania financia unos 2.000 cursos.
A pesar de las dificultades, Bonn no cierra las puertas a los descendientes de alemanes. Según la constitución alemana, quien pueda probar su ascendencia tiene derecho a "retornar" a la patria de sus ancestros.
"Pero no es lo que deseamos", dijo Hedrich, quien se dirigió a la comunidad alemana durante su visita en Kazajstán para explicar la cooperación en materia de desarrollo de Bonn.
Las discusiones intergubernamentales entre los dos países continuarán en los próximos meses y culminarán con la visita en noviembre del presidente Nursultan Nazarbayev a Bonn. La misma será precedida por negociaciones bilaterales sobre la asistencia financiera y técnica para 1998.
Antes de las conversaciones, el gobierno alemán patrocinará un taller en Kazajstán para fomentar la pequeña y mediana empresa en la república de Asia central.
Hedrich señaló que las pequeñas y medianas empresas cumplen un papel fundamental en la creación de nuevos empleos, necesarios para lograr el desarrollo sustentable en Kazajstán, que se encuentra en transición hacia una economía de mercado.
Bonn pretende que su ayuda sea aprovechada por los descendientes de alemanes para que puedan adoptar lo que Hedrich denominó "una cultura de independencia".
Sin embargo, el desarrollo de este tipo de cultura en Asia central no es fácil, porque el pueblo de la región vivió en un sistema comunista durante las últimas siete décadas que no estimuló la iniciativa individual.
"Hay países en desarrollo que están en mejor situación, aunque algunos recurrieron al socialismo durante algunos años", afirmó Hedrich.
La cooperación para el desarrollo con Kazajstán y otros países de Asia central también beneficia a las pequeñas y medianas empresas y consultores de Alemania oriental, donde es común el conocimiento del idioma ruso.
Así mismo, Kazajstán es atractiva por su riqueza de recursos naturales, en especial de petróleo y gas, además de tener importancia estratégica, al estar ubicada entre Rusia, China, Irán y Afganistán.
Alemania pretende "cultivar con cuidado" sus vínculos con los estados de Asia central en "las próximas décadas", anunció Hedrich. (FIN/IPS/tra-en/raj/rj/aq-ml/dv/97