Tres tipos de mordedores para bebés de la marca italiana Chicco fueron retirados del mercado español en junio después que un análisis hecho en Dinamarca mostrara que eran de polivinilo clorado (PVC) y contenían altos niveles de ftalatos.
La Agencia de Medio Ambiente de Dinamarca investigó recientemente 11 tipos de mordedores infantiles para determinar la posible liberación de ftalatos, sustancias plastificantes que se incorporan a los productos de PVC.
La empresa Chicco decidió suspender la venta de tres mordedores, "aunque cumplen plenamente la normativa europea vigente", de acuerdo a la edición de julio de Info-Consumo, publicación producida por el centro de información "Estudios de Consumo" de Cantabria.
Agrega que los modelos retirados fueron el 61698 (en forma de mano y pie), el 64192 (que imita a un cubierto), y el 64160 (con forma de helado y caramelo).
El PVC es uno de los plásticos más usados por su versatilidad y bajo precio, pero su producción es altamente tóxica porque se produce asociado al cloro y debe combinarse con compuestos orgánicos creando los organoclorados que impactan negativamente los ecosistemas.
En estado puro, el PVC es una sustancia quebradiza y sólo alcanza su versatilidad al mezclarla con sustancias químicas, la mayoría tóxicas, como el amianto, los talatos, el plomo, el antimonio y el cadmio.
Con él se fabrican desde tuberías hasta botellas de agua mineral, pasando por marcos de ventana, enchufes, secadores, envases de margarinas, celofanes de dulces y bombones, desodorantes y también discos, juguetes y zapatos, entre muchos otros productos.
Los principales argumentos en contra de su uso son que el PVC emite gases corrosivos en caso de incendio o de eliminación por el fuego, puede liberar sus aditivos a los alimentos que contiene, y no puede ser reciclado eficientemente como otros materiales.
Además, diversos estudios advierten que la industria del PVC vierte millones de toneladas de residuos tóxicos al aire y al agua cada año, transporta sustancias cancerígenas y explosivas, y durante su producción genera componentes dañinos para la salud que se dispersan sin control.
El Parlamento catalán aprobó en mayo pasado un acuerdo que permitirá sustituir el PVC gradualmente en la fabricación de envases y embalajes para la alimentación, en tanto que el Parlamento de Andalucía aprobó por unanimidad en noviembre de 1996 el estudio de una ley relativa al impacto ambiental del PVC.
Esta iniciativa incluye la realización de controles periódicos sobre los envases en el sector alimenticio y de bebidas "con el objetivo de detectar y prevenir la contaminación por migración de sustancias contenidas en ellos".
El Parlamento de Suecia fue el primero en aprobar la eliminación del plástico clorado en el país en noviembre de 1995. En el contexto del debate parlamentario sostenido entonces, la ministra de Medio Ambiente de Suecia, Anna Lindh, afirmó que "la pregunta que nos debemos hacer no es si deberíamos eliminar el PVC, sino cómo debe suprimirse".
En Alemania y en Bélgica, las botellas de PVC tienen una "ecotasa", un impuesto que deben pagar quienes compran esos productos.
En Austria, Noruega y Suiza no se admite su uso para contener bebidas y alimentos porque se ha establecido que sus materiales pueden contaminar esos productos y ser causa de cáncer, en tanto que en Perú está prohibido su empleo como envase de bebidas alcohólicas o que contengan alcohol como ingrediente.
La causa es que tanto el polivinilo clorado como el vinilo clorado han sido detectados en estrecha relación con el desarrollo de angiosarcoma, un tipo de cáncer. (FIN/Consumers International-IPS/97