Cuba comienza a autoabastecerse de semillas, 10 años después de poner en marcha la industria de la biotecnología agrícola, e incluso coloca excedentes en el mercado internacional.
Unas 20 fábricas, adjuntas al Ministerio de la Agricultura y repartidas por todo el país, tienen capacidad para producir "in vitro" alrededor de 60 millones de plantas de un número creciente de especies.
Cuba ya produce toda la semilla de plátano, caña de azúcar y papa que necesita. El gobierno destinaba en el pasado unos 15 millones de dólares anuales a importaciones para garantizar la cosecha de papas.
Surgidas para responder a las necesidades del sector agroalimentario, la industria biotecnológica empieza a producir semillas de plantas ornamentales, como las orquídeas, de alta demanda en el exterior.
La creación de bancos de semillas es un desafío para la mayoría de los países en desarrollo que, por lo general, dependen de los suministros de las grandes transnacionales agroalimentarias dueñas de las patentes biotecnológicas.
"Los científicos cubanos tomaron el concepto europeo de los centros de producción acelerada de plantas in vitro y lo adaptaron" a las condiciones de un país de bajo potencial financiero, explicó Ricardo Hernández, director del Instituto de Biotecnología de las Plantas.
El resultado es una tecnología que requiere menos recursos que en los países industrializados y que incorpora las técnicas de saneamiento desarrolladas por las instituciones científicas cubanas.
Hernández expuso la experiencia del centro científico que dirige, situado unos 280 kilómetros al este de La Habana, en un seminario internacional sobre sanidad agrícola.
"Nuestros avances tienen que ver con la producción de medios y métodos de diagnóstico de plagas y enfermedades desarrollada por centros de investigación del país", dijo Hernández a la prensa.
La biotecnología agrícola permite mejorar las semillas, descubrir bioplaguicidas, emplear fertilizantes biológicos y modificar genéticamente las plantas en procura de variedades más resistentes y frutos más duraderos y nutritivos.
"Se trata de buscar una base alimentaria más amplia, segura y adecuada a las necesidades del hombre y, al mismo tiempo, lograr que esos resultados lleguen al pequeño productor", señaló José de la Fuente, director de investigación y desarrollo del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (CIGB).
EL CIGB fue la primera institución de su tipo en la isla y hoy encabeza un grupo de cinco centros científicos de varias provincias dedicados a la investigación biotecnológica.
Las "fábricas de plantas" fueron noticia por el año 1988 y comenzaron a surgir de manera experimental y asociadas al cultivo del plátano, uno de los productos agrícolas más demandados en el país.
Un año después, profesores y alumnos del Instituto Pedagógico de Camagüey, a 700 kilómetros de La Habana, crearon una pequeña fábrica de plantas in vitro.
La producción alcanzada permite lograr altos volúmenes de plántulas sanas y de alta calidad y aumentar el rendimiento de las cosechas.
La biotecnología reduce de 10 a tres años el plazo promedio para el uso masivo de nuevas variedades de papa.
Las plantas in vitro, logradas a través del cultivo de tejidos, son incorporadas a la agricultura después de un proceso de certificación que comprueba la ausencia de plagas.
Expertos cubanos aseguran que el esquema adoptado, con el Ministerio de Agricultura como eje, garantiza el enlace entre los productos de la investigación científica y los productores agrícolas.
Cuba otorgó prioridad al desarrollo de la industria biotecnológica a principios de esta década, utilizando un potencial científico preexistente. (FIN/IPS/da/ff/dv/97