La decisión del presidente de Colombia, Ernesto Samper, de relevar al comandante de las Fuerzas Armadas, general Harold Bedoya, fue interpretada hoy como un gesto de acercamiento al diálogo de paz con la guerrilla.
Bedoya, firme opositor a la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor y más antigua organización guerrillera del país, y crítico velado de los aportes del narcotráfico a la campaña electoral de Samper, fue relevado de su cargo y pasado a retiro por el mandatario.
Alfredo Rangel, ex asesor del gobierno de Samper para la política de paz, dijo a IPS que la decisión del mandatario colombiano podría incrementar la posibilidad de "un cisma en el interior de las Fuerzas Armadas".
Con la sorpresiva decisión, que polarizó a la opinión pública colombiana, Samper puso fin a la tensa relación que mantenía con el máximo jefe militar desde el comienzo de su gobierno en 1994.
Samper le pidió este jueves a Bedoya, después de los actos de celebración del Día de la Armada, que solicitara el retiro, pero el jefe militar se negó, por lo que el mandatario ordenó por decreto su relevo aduciendo "razones de Estado", según versiones periodísticas.
Alvaro Leyva, miembro de la Comisión Nacional de Paz, instancia de la sociedad civil en la que participa un sector de la Iglesia Católica, afirmó que el retiro de Bedoya podía ser un gesto del gobierno para facilitar una posible negociación de paz con la guerrilla.
El ex jefe militar siempre se ha opuesto a una negociación que ponga fin al conflicto armado que vive Colombia desde hace casi cuatro décadas, añadió.
En forma coincidente, pero desde una postura fuertemente crítica, se manifestó el parlamentario opositor Pablo Victoria, del Partido Conservador, quien indicó que Samper el "rehén de la subversión", ya que la salida de Bedoya fue una condición exigida por las FARC para iniciar un diálogo de paz.
El ex ministro de Defensa Rafael Pardo consideró peligroso que se interprete que "el retiro del militar de más alta graduación del país" se haga como un gesto para un diálogo con la guerrilla.
Por su parte, la ministra de Relaciones Exteriores, María Ema Mejía, descartó que la decisión de Samper obedezca a presiones internacionales sobre el tema del respeto a los derechos humanos.
Samper anunció el día 20 en el Congreso que se propone dejar sentadas las bases para un proceso de paz, lo que sería difícil con Bedoya al mando de las Fuerzas Armadas, quien considera a los guerrilleros delincuentes y narcotraficantes.
La primera manifestación de Bedoya en contra de un acuerdo de paz tuvo lugar a comienzos de 1995 con el "memorando de la Uribe" publicado por la influyente revista Semana de Bogotá.
En el memorando, Bedoya se opuso a la orden de desmilitarizar la región de La Uribe dada por Samper, que había sido una de las condiciones puestas por las FARC para explorar la posibilidad de un acuerdo de paz.
En mayo, mientras Samper anunciaba "avances positivos" para la liberación de 70 soldados en poder de las FARC, Bedoya respondió que no veía tales avances y no ocultó su disgusto con el gobierno por acceder al retiro del ejército de un área de 13.000 kilométros que pasó a ser controlada por la guerrilla.
El ex jefe militar manifestó que la ceremonia de entrega de los soldados el 15 de junio, en la que participaron comandantes de las FRC, representantes del gobierno y delegados internacionales, parecía "un gran circo con muchos payasos".
Días después de la entrega de los soldados, sorprendió a la opinión pública del país al declarar a una radioemisora que si el pueblo colombiano lo requería estaba dispuesto a ser candidato a la Presidencia, al tiempo que en las calles aparecían avisos de "Bedoya presidente".
El Horacio Serpa, precandidato presidencial del gobernante Partido Liberal, ex ministro de Gobierno y brazo derecho de Samper, consideró las declaraciones de Bedoya como una "participación indebida en política" y lo invitó a hacer campaña electoral "sin el uniforme militar".
El ex jefe militar también tomó distancia de Samper tras su absolución por parte del Congreso de la acusación de recibir aportes del narcotráfico para su campaña electoral, al declarar que las Fuerzas Armadas no respaldaban al presidente como persona sino a la Presidencia como institución.
Bedoya es uno de los principales defensores de las Cooperativas de Autodefensa, grupos de civiles armados autorizados por el gobierno que están siendo investigadas por la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas por violaciones de los derechos humanos. (FIN/IPS/yf/ag/ip/97