Azerbaiján es una república ex soviética que busca sumarse a la OTAN, aunque el presidente de Rusia, Boris Yeltsin, ha declarado que ninguno de los integrantes del extinto bloque serán miembros de la alianza atlántica.
Azerbaiján tiene una fuerte necesidad de garantías de seguridad que la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y su Tratado de Seguridad Colectiva no le han brindado.
No obstante, es consciente de que no podrá sumarse a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en el corto plazo. Cuando el secretario general de la alianza, Javier Solana, visitó Bakú en la primavera (boreal), declaró que la cooperación con Azerbaiján se limitaría al programa Asociación para la Paz.
La resolución del conflicto entre Nagorno Karabaj y Azerbaiján debe basarse en decisiones de la cumbre de Lisboa de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), agregó Solana.
No obstante, los hechos demostraron que el acuerdo carece de valor para Azerbaiján. Rusia no estaba preparada para garantizar seguridad sin considerables concesiones políticas de Bakú, aunque el texto del tratado prevé todas las condiciones para resolver el conflicto de Nagorno Karabaj y estabilizar la región.
El tratado prohíbe que los miembros utilicen o amenacen con la fuerza contra otros miembros. Armenia, que también firmó el tratado, está en guerra con Azerbaiján desde hace nueve años, y el ejército armenio se sumó a fuerzas de Nagorno Karabaj que ocuparon una gran porción del territorio azerí.
Rusia ha ignorado las repetidas solicitudes de Azerbaiján de ayuda para resolver el conflicto sobre la base del tratado, dejando claro que sólo intervendría bajo ciertas condiciones.
Azerbaiján debe permitir bases militares rusas en su territorio y guardias fronterizas rusas, respaldar la interpretación del estatuto legal del Mar Caspio promovida por Rusia, y restringir la actividad empresarial occidental en el país.
Bakú resistió estas demandas y se volcó a Occidente, creyendo que sus problemas serían mejor entendidos allí. Pero la elite política azerí sabe que cuando Rusia y la OTAN hacen acuerdos, los intereses de los países como Azerbaiján no siempre son tenidos en cuenta.
Occidente presionó a Bakú a aceptar las cuotas de armas fijadas por el tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (FCE), otorgando a Rusia el derecho a desplegar más fuerzas en su frontera, en mayo.
El tratado de FCE garantiza a Azerbaiján y Armenia cuotas iguales para fuerzas convencionales, 200 tanques, 220 vehículos blindados de combate y 285 piezas de artillería.
No obstante, el acuerdo no tiene en cuenta los 350 tanques, 378 vehículos blindados y 229 piezas de artillería que, según el Ministerio de Defensa de Azerbaiján, están a disposición de las fuerzas armenias en Nagorno Karabaj.
Además, Rusia entregó a Armenia 1.000 millones de dólares en armamento entre 1994 y 1996, y hay dos bases militares rusas en Armenia, mientras Azerbaiján carece de bases militares extranjeras.
Azerbaiján presentó estos argumentos ante los otros países de la OSCE, solicitando la enmienda del texto del tratado. No obstante, Rusia declaró inmediatamente que se retiraría del FCE si se introducían cambios.
Occidente no podía arriesgar esto, y a Bakú se le dijo, más o menos, que la seguridad de Europa no podría ser sacrificada por Azerbaiján. Sin embargo, Bakú no estuvo de acuerdo con los nuevos límites del FCE hasta último momento.
Fue necesaria una conversación telefónica entre el vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, y el de Azerbaiján, Heidar Aliev, el 15 de mayo, para que Bakú cambiara de parecer.
Es difícil determinar exactamente qué prometió Aliev, quien pronto recibió una invitación oficial a Washington, y ambos gobiernos presentaron una declaración conjunta reafirmando la soberanía de Azerbaiján.
El grupo de Minsk de la OSCE, del cual Estados Unidos, Rusia y Francia son copresidentes, redobló los esfuerzos diplomáticos para resolver el conflicto armenio-azerí.
Muchos en Bakú creen que Occidente debe dar a Azerbaiján ayuda concreta para defender los intereses económicos y políticos occidentales en la región, rica en petróleo.
Por el momento, Occidente intenta fortalecer su presencia e influencia en la economía de Azerbaiján, sobre todo en la extracción y el transporte de petróleo.
No obstante, si los países occidentales desean seriamente fortalecer su posición en Azerbaiján en el largo plazo, las garantías de seguridad son vitales.
Extraer petróleo y llevarlo al mercado requiere una inversión multimillonaria y también la protección de esa inversión. Si no se entregan garantías de seguridad para Azerbaiján, las ganancias multimillonarias podrían convertirse en pérdidas multimillonarias.
La provisión de garantías de seguridad está directamente conectada a la resolución del conflicto de Nagorno Karabaj, el cual, si no es superado, podría terminar en la guerra nuevamente, desestabilizando a Azerbaiján y creando una excusa para la intervención rusa.
Por lo tanto, la seguridad de Azerbaiján es un tema mayor que la seguridad de un único país, y quedaría fijada de una vez para siempre con un pacto regional.
Pero un pacto de seguridad regional no puede establecerse sin resolver todos los conflictos en el Cáucaso y sin restaurar las relaciones entre Armenia y Azerbaiján y entre todos los países con costas en el mar Caspio y el mar Negro.
Sería ingenuo esperar el éxito inmediato. Un marco de seguridad regional tendría que ser alcanzado etapa por etapa. Pero la resolución del conflicto de Nagorno Karabaj y el acercamiento de Armenia a la esfera económica occidental y el transprote del petróleo del Caspio podría ser un ejemplo positivo para otros.
El siguiente escenario en el camino al establecimiento de la seguridad regional podría ser un programa para reconstruir las regiones de Azerbaiján, Georgia y Armenia devastadas por la guerra, un Plan Marshall para el Cáucaso.
Con su interés en el petrólo del Caspio y dado el potencial de ganancias de un corredor de transporte eurásico, Occidente tiene incentivos materiales considerables para entregar los fondos.
(*) Elhan Shahin-oglu Guliev es periodista del diario Azadlyg, en Bakú. Este material llega a IPS a través del Instituto de Información sobre la Guerra y la Paz, de Londres. (FIN/IPS/tra-en/wr/rj/lp/ip/97